En Venezuela uno se siente como si estuviera comiendo mamón. A veces sentimos como que nos atragantáramos. Menos mal que siempre hay agua para pasar los tarugos. Pienso en las decenas de tarugos que tienen que tragar quienes están llamados a dialogar en el país. Veamos.
Un tarugo difícil de tragar es el llamado Nixon Moreno. Que por cierto no es tanto él quien atraganta, porque su culpabilidad sobre si cometió o no actos lascivos se dilucidará en un juicio. Pero, ¡que cosa!, el hombre no se puso a derecho para defenderse sino que prefirió pedir asilo. Desde entonces hemos visto insólitas solidaridades automáticas con el “indiciado”. La que más me ha sorprendido es la de una cantante, antes de “protesta”, que le dedicó al acusado de actos lascivos la legendaria Canción del Elegido, del cantautor cubano Silvio Rodríguez, en un concierto en el Universitario. Y es que mucha gente en la oposición pone en duda la palabra de la funcionaria policial y defiende al ex dirigente estudiantil. Sólo porque Nixon es “antichavista”. Ergo, el ahora prófugo es un ángel.
Otro tarugo pendiente es la comiquita de estos días en la autopista Caracas-Guarenas. Quien fue incapaz de hacer fluir los votos a su favor, trató de impedir, desde el poder otorgado más no ganado, la disminución del suplicio que supone pasar horas en un vehículo particular o colectivo para llegar a Caracas. El canal de contraflujo no es una novedad ni una idea especialmente brillante. Ah, pero como es una iniciativa de un gobernador opositor… El Ejecutivo se opone.
Un tarugo intragable es ver como hay venezolanos apátridas, por la forma en que han tratado a Magglio Ordóñez en sus apariciones en el Clásico Mundial de Beisbol. Ni los cubanos anticastristas, conocidos no propiamente por su tolerancia, se han atrevido a pitar a un con nacional en una competencia deportiva. Pero los “compatriotas” presentes en el Dolphin Stadium, de Miami, aplaudían los envíos al plato de Sydney Ponson, lanzador de Holanda. La razón: Magglio es chavista.
Y también hay tarugos de harina de maíz. Son tan grandes como una arepa. Resulta que si el Gobierno trata de controlar el abuso de los dueños de areperas o de las procesadoras de arroz, los compatriotas de la oposición chillan como si fueran de apellido Mendoza. Recuerdo que hace muy poco tiempo se conseguían en los supermercados la leche en todas sus presentaciones menos en polvo. Ahora se consigue el arroz pero perfumado. Es obvia la treta. Y repetida. El Gobierno toma medidas para preservar los derechos de los consumidores. Pero la oposición las ataca. ¿Es necesario que les diga por qué?
¿Ve usted racionalidad en estas “confrontaciones”? ¿Cree posible que Fedecámaras trabaje para instaurar el socialismo? ¿Permitirá el Ministro de Infraestructura que Capriles desarrolle su gestión? ¿Mendoza dejará las tretas y las trampitas que lo ayuden a hacerse más rico? ¿Nixon se pondrá a derecho? ¿La derecha y la izquierda en una misma dirección? Si contestó a sólo una de estas preguntas que sí, le felicito. Usted no cree en tarugos. Pero le tengo noticias, vienen otros que no pasarán ni con agua.
*Periodista
mechacin@gmail.com