Las vainas que tiene que ver
uno. Aturdido y abrumado por un montón de dudas, decidí salir a caminar
por la ciudad, y me llamó la atención un cartel donde se leía claramente:
Fracaso S.A. Decidí entrar y, para mi sorpresa, allí estaba
sentado detrás de un escritorio Teodoro Petkoff.
El hombre levantó la vista
y me encontró allí sorprendido y me dijo: “¿Qué te pasa? ¿Yo
no tengo derecho a fracasar, pendejo? O Tú eres el único que ha fracasado
en esta vaina?”.
No contesté ninguna de las
tres preguntas porque, como saben mis amigos, soy muy lento para dar
respuesta. Todavía hay una amiga que tiene varios años esperando que
le diga sí. Por eso, porque me conozco a mi mismo, decidí hacerme
el loco para que Teodoro se desbocara echando el cuento:”Mira, bobolongo,
te digo una vaina, una mañana de sol radiante salí a buscar mi destino
y me encontré con esto. Es decir, me dije a mi mismo: Sincérate, Teo.
Y aquí estoy, debo decirlo sin que me quede nada por dentro. Soy un
fracasado”
Me acerqué un poco más al
escritorio donde se veía una vieja agenda y un lápiz Mongol. Más
allá un teléfono viejo, de esos donde uno mete el dedo y marca los
números. Y un poco más a la izquierda, un filtro para tomar agua.
El hombre, sin levantarse del asiento, siguió diciendo: “”Vengo
fracasando desde que me metí en el partido comunista, a partir de allí
mi vida política ha sido un fracaso sostenido en si mayor. Y después,
cuando le acepté a Caldera la cartera de Cordiplan, ahí sí fue verdad
que me fui de boca al fracaso total. Y ahora como director de un periódico
me voy de boca todos los días, de fracaso en fracaso. Así que, desprestigiado
por todas partes, decidí montar este tarantín para asumir mi vaina,
chico. Mi fracaso. Mi habladora de paja, pues. O como tú lo llames,
bolsa”.
Se detuvo, y con el lápiz
Mongol anotó algo en la agenda. Se levantó un poco los lentes y, viendo
el techo de la oficina, dijo: “Sólo los estúpidos no cambian de
opinión, y por eso hago lo que hago. Dígame ese tiempo en que fui
guerrillero, no joda, qué peladera de bola, esa vaina no tenía sentido.
Ahora estoy rectificando. Como debe ser. Ahora estoy buscando otro camino,
porque uno no puede seguir dándose coñazos con la misma piedra. Así
que aquí me quedo, aquí estoy y aquí sigo”
robertomalaver@cantv.net