El botín

Todos se preguntan ¿Qué será lo que quiere la oposición venezolana? ¿Cuáles son sus reales preocupaciones? ¿Qué es lo que le quita el sueño?

¿Qué la acongoja tanto? ¿Su entrega a la lucha por las abstracciones de la libertad y la democracia, son tan abnegadas e inocentes como aparentan? ¿Será el vil metal, el manejo de los ingentes recursos derivados de la industria petrolera que hay en el país? ¿O las atractivas reservas con las que cuenta nuestra nación? Si de sumar se trata, podemos agregar las cuantiosas cifras que recaba para el Fisco nacional el Seniat. En fin, como en la época del bimetalismo, oro y plata: lo que se anhela es el rico y vasto tesoro nacional. Durante las décadas de gobiernos adeco-copeyanos, la inversión social se llevó a su mínima expresión. Pocas familias y grupos políticos se beneficiaron de la riqueza petrolera y de la época de la bonanza. No podemos olvidar la lacerante relación 80 ­ 20 de pobreza y riqueza en que culminó aquel 1998.

Los meritócratas, con Luis Giusti a la cabeza, llevaron el precio del barril de petróleo a $7. Impulsaron los mecanismos para el retorno del capital extranjero con la apertura petrolera mientras negociaban el petróleo en alta mar. Figuras como Calderón Berti y Quirós Corradi se beneficiaron hasta el hartazgo de este saqueo a las riquezas públicas. Mientras, el pueblo oprimido era convocado cada cinco años a sufragar para mantener esta situación de oprobio.

Hoy, reconocidos organismos internacionales señalan los avances del país en materia de educación y salud, en crecimiento económico. Las conquistas en materia social son mensurables. El mandato de las fuerzas de la reacción es desconocer, negar estos logros, minimizarlos, hacerlos invisibles.

No existen. La gran tensión entre los grupos de la derecha y las fuerzas de la avanzada bolivariana se ha mantenido en los últimos diez años. Esta confrontación no cesará.

Hay una confluencia entre el plan y la agenda opositora con la mediática que acusan al gobierno bolivariano de encauzarse por la vía del autoritarismo (?) mientras ellos, todos limpiecitos, transitan "la ruta constitucional"; precisamente quienes desconocieron la Constitución, dieron un golpe de Estado y borraron de un plumazo el nombre de República Bolivariana.


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Asalia Venegas S.


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