Más a menudo de lo que podría desear suelo toparme con algunos sujetos francamente patéticos, y sobre todo enfermizamente entregados y motivados a lo que pareciera ser el fatal destino que como camino ha venido tomando nuestra contemporaneidad. Paso a paso nos acercamos a nada menos que hacia nuestra propia extinción gracias a un sistema político y económico que ha antepuesto al Hombre y a la existencia del propio planeta una forma de sociedad prácticamente suicida e infernalmente depredadora, en que unos pocos, de concretar sus planes, estarían prestos a heredar un mundo totalmente destruido y hostil.
A pesar de las reiteradas y cada vez más continuas y peligrosas manifestaciones de la naturaleza, evidentemente comportando el agotamiento y el ultraje, estos señores pareciera incluso avalar moral y religiosamente que una parte del planeta también se les esté masacrando y exterminando por el “fanatismo” y el “terrorismo” de querer vivir donde inmemorialmente han nacido. Precisamente a manos de quienes, y a nombre de la justicia y la libertad, todavía les alcanza el tiempo para condenar y aniquilar de hambre y enfermedades a otros tantos que aguardan su fatídico arribar.
Estos, algunos incluso profesionales, con ínfulas de intelectuales malcriados e incomprendidos sin mucho esfuerzo denotan al razonar que gran parte de lo que conocen del mundo, la política, la geografía y la historia es lo que han podido aprender de las taquilleras películas del cine o la televisión. Prefieren así mismo llamarse Conservadores como si gracias a ello pudiesen, no tanto alcanzar la membrecía de la aristocracia de su barrio, sino para no demostrar los acrobáticos sacrificios que tienen que realizar a finales de cada mes para poder pagar las deudas.
Claramente son el orgullo más acabado del mayor productor de idiotas en el mundo, los Estados Unidos. Fácilmente corroborable en la manera como utilizan el Internet, para no citar ejemplos mucho más bochornosos y ofensivos. Solo gracias a esta cultivada estupidez e ignorancia han permitido la licencia para mantener una forma de gobierno irracional y carnicero. Estos verdaderos rumiantes, totalmente sumergidos en la baba y en la psicología del rebaño, son precisamente los que a partir de las bondades de sus superman y los comerciales y operados encantos de sus conejitas playboy, se consideran el pueblo elegido por Dios para entregarse a sus decorativas fobias racistas. Tristemente rayando en la esquizofrenia o en lo que algunos psiquiatras han coincidido en llamar Disociación Psicótica.
“La baja capacidad y habilidad crítica para examinar rumores, y separar lo verdadero de lo falso, lo que crea una falta de personalidad crítica para examinar rumores, y separar lo verdadero de lo falso, lo que crea una falta de personalidad y criterio de las personas (Taylor Bucker; “A Theory of Rumor Transmision”, http://www.tbucker.com).
Sin desconocer que buena parte de lo que somos, pensamos, juzgamos e, incluso, tememos se lo debemos al profundo desarrollo y magnetismo que ha logrado en nuestra contemporaneidad los medios de entretenimiento como el cine, la televisión o la radio, es innegable que mediante ellos también se puede lograr descubrir el propósito oscuro e inconfesable de como, por ejemplo, el Pentágono se ha venido sirviendo de la gran pantalla para moldear y manipular a todo cuanto neófito y desprevenido espectador, y que luego del correspondiente lavado cerebral, creyéndose Rambo, se sentirá persuadido para que en el mejor de los casos le vuelen una pata en Afganistán.
Con bastante acierto el escritor norteamericano Noam Chomsky afirmaba algo parecido a lo siguiente, la fuerza más poderosa del planeta necesitaba la mejor agencia de publicidad del mundo, Hollywood, indudablemente para poder legitimar toda la barbarie que es capaz de cometer y hacer profesar.
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