Teodoro Petkof, habló recientemente con Leopoldo Castillo; un contubernio inimaginable años atrás, habiendo sido el segundo de los nombrados un agente en Centroamérica, sino de la CIA, como no sin motivo, se suele decir, en el combate contra los movimientos progresistas de la región acusados de comunistas, lo fue de Arístides Calvani, personaje ya olvidado, quien desde Venezuela se echó encima parte de la responsabilidad de participar, como canciller de la república bajo el gobierno de Luis Herrera, en la misma tarea. Para Calvani, un remanente de la Santa Inquisición, un dinosaurio, una momia, a los combatientes revolucionarios centroamericanos y de cualquier parte del mundo, había que exterminarlos.
En aquella conversación televisiva, el primero de los nombrados, dijo que la mejor jugada de Micheletti y los golpistas, sería aceptar lo que llamó “el plan Arias ahora mejorado”. Y explicó que se trata de aceptar a Zelaya por poco tiempo, dos o tres meses, que le falta de gobierno. Eso si, dijo el catire con la aceptación de su contertulio, se le devolvería atado. Hay que imponerle la amnistía, para que no la tome por castigar a quienes, si bien dieron un golpe - eso no se atrevió a negarlo - lo hicieron para que Zelaya, no violase la constitución y tomase el camino que sugiere Chávez.
Castillo, celebraba y casi aplaudía las necedades y sobre todo crueldades, que Teodoro decía. En verdad éste me dio lástima; me provocó recogerle del suelo.
No hacía otra cosa que repetir el plan “mejorado”, como le llaman, de Oscar Arias, expuesto recientemente por un empresario hondureño, con el sugerido respaldo del alto mando militar golpista, Pentágono, Departamento de Estado y el flamante premio Nóbel de la Paz. ¡Hasta dónde cayó Teodoro!
Para Micheletti, para el momento, devolver a Zelaya a la presidencia pareciera ser la piedra de tranca. No obstante, hay evidencias que aquella es la treta, por encima del primero. Pero hay más; lo que Castillo y Teodoro al unísono celebraban, para darle más intensidad a la tragedia, es que esperan de Zelaya, acepte al ejército bajo mando del mal llamado “Tribunal Supremo” y no del presidente.
Teodoro dice admitir que hubo un golpe, pero respalda el regreso de Zelaya, bajo condiciones violatorias de la constitución que los mismos golpistas dijeron defender. Es decir, devolver un presidente maniatado con las ligaduras del golpe. Aspiran como legalizar éste con Zelaya, para darle honorabilidad a las elecciones.
Teodoro, aplaudido con entusiasmo por Leopoldo Castillo, como decir de Arístides Calvani. ¡Quién iba a creerlo!
Pero el asunto no se quedó allí. O lo que es lo mismo, pese a los años y lo que ya hemos visto, no terminé de asombrarme.
Aquel que una vez quiso cambiar el mundo, le expresó a Castillo que había que impedir que Zelaya volviese con el cuento de la Constituyente, porque “eso no es sino una patraña de Chávez, para salirse con la suya”.
Si mal no recuerdo, cuando en 1999, en Venezuela se llamó a constituyente, Teodoro estuvo de acuerdo. En ella, estuvieron muchos de los hoy compartiendo con él sus sandeces y reculones.
Toda persona sensible o no, eso incluye a Teodoro, sabe bien que para mejorar la vida del pueblo hondureño, hay que modificar la “constitución de piedra” que allá existe. La crearon los propietarios, latifundistas, inversionistas gringos, banqueros, militares y políticos venales, para que nada cambie, secularizar la explotación y exclusión.
Pero para Teodoro, eso de impulsar el proceso constituyente, no es más que una “triquiñuela de Chávez”.
A una herramienta, estrategia del movimiento revolucionario y las clases explotadas, excluidas, los justos y honestos, acorralados por una superestructura inflexible, independientemente de Chávez, la descalifica de irresponsable e insensible manera, para ganarse el aplauso de la canalla y de quien más cerca de él estaba, Leopoldo Castillo, como decir de Arístides Calvani y la reacción universal.
Es verdad que Chávez, les tiene locos.
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