La mala manía de decidir mal

Se quejaba un amigo opositor porque, según él, su derecho a decidir ha sido limitado por el gobierno. Claro que su derecho a decidir se reduce, hasta donde me ha explicado, a optar por no ver aquel canal que se llamó RCTV. No verlo pero saber que está allí, intacto, para no verlo. No conozco, no me ha podido decir, en qué otros aspectos siente que su derecho a decidir ha sido coartado, pero aún así, sigue en pié de lucha, como la mayoría de los opositores que conozco, defendiéndose de una amenaza que no existe, sin darse cuenta, sin importarle quizá, que nada limita más el derecho a decidir que la pobreza.

No hay que ser Einstein para darse cuenta de esto, pero mis amigos opositores tienen respuestas para todo, no importa cuan vergonzosas sean: los pobres son pobres porque quieren.

Les explico, mis tarúpidos amigos socialistas: No vale la pena preocuparse, los pobres, ejerciendo su derecho a escoger consagrado en el capitalismo, eligieron, entre una fascinante gama de opciones, vivir en un rancho a la orilla de un barranco. Eligieron libremente evadir la responsabilidad de pagar hipoteca, condominio, e impuestos de propiedad. Los pobres, repito, escogieron la vida fácil, porque es más fácil vivir entre penurias y carencias que entre libros de texto, primero, y de contabilidad después.

Tendríamos que entender de una buena vez que la pobreza no es producto de las políticas excluyentes, de la explotación, del saqueo de los recursos de todos a favor de pocos; nooo, la pobreza no es más que una decisión personal basada en la sinvergüenzura y la marcada tendencia al desorden que caracteriza al pueblo. Una vez comprendido esto es fácil entender el razonamiento opositor: ¿Cómo apoyar un proceso que busca darle el poder a un pueblo que a la hora de escoger opta por la flojera y el despiporre?

Lo cómico es que en el mundo laboral, a los pobres les llaman trabajadores ¡Vaya paradoja! Es que los flojos trabajan tanto que generan ganancias que alcanzan para que el jefe viva como jefe y para que éste, generosamente, les asigne un sueldito para que los flojos vivan como merecen. Y no se quejen, ni le busquen cinco patas al gato, porque es el jefe el que tiene el capital, el que se rompe los sesos en la oficina con sillota acolchada y aire acondicionado, el que se va de vacaciones cinco veces al año sin que por ello su empresa se detenga, el indispensable. Es él quien tuvo la entereza de decidir ganarse el pan con el sudor de la frente… de los demás.

Y ya que estas cosas las decide cada quien, usted, mi amigo clase media que sueña con ser millonario ¿Por qué decidió no serlo?



carolachavez.blogspot.com


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Carola Chávez

Periodista y escritora. Autora del libro "Qué pena con ese señor" y co-editora del suplemento comico-politico "El Especulador Precóz". carolachavez.wordpress.com

 tongorocho@gmail.com      @tongorocho

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