Nuestros viejos, sin saber leer, leían el tiempo

El pueblo es sabio y paciente/

es el decir de los viejos/

que al canto de guacharacas/

saben calcular el tiempo/...

Alí Primera

Un paso más adelante y por poco me atropella un venado que en plena carrera atravesó el camino por donde ivamos a llevarle la comida a los peones. La perra Cuida, siempre nos acompañaba, pero ese día se internó en el monte, consiguiendo un venado que emprendio el escape en veloz carrera y por poco me atropella en el camino. Los venados paran el rabito al correr, de refilón apenas lo miré que pasó rozando mis costillas.

Por estar entre los mas pequeños me correspondia realizar las tareas menos fuertes, asi que cada dia, debia llevar el almuerzo a los peones al campo de trabajo, algunas veces en el burro mocho, otras veces a pié. Una olla generalmente con caraotas y otra con espaguetis o el arroz y en una marusa las arepas, pero eso sí, no podia faltar la botella del ají picante. Cada día a eso de la diez de la mañana emprendiamos el viaje para llevarle el almuerzo a los peones. Nunca olvido el olor a sudor y el calor que salía de sus cuerpos, cuando al sentarse en una piedra o un tronco de palo, se apilaban a saborear aquel gustoso almuerzo, con el sasón de las manos de mamá.

La actividad cambiaba dependiendo del tiempo, en Febrero y marzo se rozaba para despues quemar y esperar la entrada de las lluvias, para sembrar maiz y caraotas. El quinchoncho, que la llamamos Pira, se sembraba en la menguante de marzo, a modo que las primeras lluvias hicieran germinar las semilas. Luego las caraotas el maiz y la yuca. El deshierbe del café se realizaba apenas comenzaban las lluvias, procurando hacerlo en la fase creciente, de esa manera el monte moría mas facilmente o retardaba el crecimiento, ganandole un poquito de tiempo al veloz crecimiento de malezas.

Siempre debiamos precisar las fases de la luna para ordenar la siembra, En menguante, las caraotas, la pira, la yuca, pero en creciente el maiz y los cambures. Recuerdo a mi papá cuando decía, Lo que crece debajo de la tierra, como el ocumo o la yuca, deben sembrarse en la luna menguante, recuerden, "En menguante los transplantes" Los cultivos de hoja que esperen la creciente. De muchacho no le paraba mucho a la fases de la luna, se me dificultaba diferenciar los tiempos, entonces consegui la manera y aprendi que si la luna tenía forma de C, era menguante y si tenía forma de D era creciente.

Con apenas mirar la luna ellos sabian calcular el tiempo, en menguante amanece oscurito y en creciente el sol alumbra mas temprano. La estrellas que titilan alla arriba en el azul cielo que enamora, tambien dan muestras del tiempo, si es luvioso o es un cielo veranero.

Las cazadoras, unas hormigas negras y grandes patrullan las casas en tropel arrastrando con todo bichito que consiguen a su paso, cuando eso ocurre, jurenlo, es signo del inicio de las lluvias. Si los bachacos andan apuraitos con su morral a cuestas repleto de las hojas finamente cortadas, estan cerca las lluvias. Eran sabios nuestros viejos, y no sabian leer, pero leían el tiempo en las estrellas, en las nubes, en el viento, en el trinar de las aves a lo lejos. Las chicharras les daban sus señales que solo nuestros viejos entendían. Hoy nuestras escuelas estan llenas de doctores y doctoras para pesar de sus disipulos. Nuestros maestros hacen sendos posgrados para justificar su salida del aula, y entonces quien se especializa le dan de premio una oficina. Aprenden para oficiniar no para enseñar a los muchachos.

¿Por donde sopla el viento? y agarraban un puñado de tierra vuelta polvo, la dejaban caer desde lo alto de su hombro, de ese modo descubrían hacia donde ventiaba. El cielo encapotado anuncia lluvias. El cantar de guacharacas dan pistas de la hora, el cánto de los gallos, el "gujú guju" del borococo muy cerca de la casa. Todo eso tiene una simbología que nos orientan en la naturaleza vida y madre.

Fácil medir sin metro, un paso indica un metro, con las brazos abiertos tambien podemos aproximar medidas. Con solo mirar un cochino calculaban el peso al animal y algunos con mayor destreza podian decir cuantos litros de manteca se obtendrian del tocino. Todos esos saberes ancestrales que acompañaron a nuestros viejos, se han venido estraviando entre los bericuetos modernistas, que nos separan de las leyes sagradas de la naturaleza.

Era todo un lujo mirar a mi hermano Mario amarrar la carga en una bestia sin ayuda de nadie, una carga son dos saco de 45 kilos cada uno, él solito le montaba los dos sacos uno a cada costado del animal, cuidadosamente le tiraba la soga y lo amarraba de tal forma, que la carga quedaba perfectamente nivelada para emprender la marcha.

Todo tenia su forma de medirlo y su nombre en cuestión, una brazada de un hombre de tamaño normal era mas o menos un metro con ochenta centimetros. Los cortes en el barbecho se medían por tareas. Una vara eran dos brazadas y tres cuartas, Una tarea corresponde a 12 varas de largo por 4 varas de ancho, aunque tambien era considerada una tarea 6 varas de largo por 6 varas de ancho. Un paso representa un metro. Una Cuarta 20 centimetros y un Jeme representaban 15 centimetros.

Sabian vivir nuestro viejos, con qué magia lo hacian, vivian viviendo, sin prestarle atención a los politiqueros y ocupandose tan solo del trabajo y su gente. Hoy nos hicieron esclavos de la politica y del politiquero. Nos metieron a todos en su nomina y nos tienen pendiente de el regalito del gobierno que cada mes aparece en la cuenta. Del otro lado el campo descuidao y poco productivo.

Las sagradas leyes de la naturaleza son las que rigen la vida en esta tierra. La naturaleza es Dios, si volvemos a ella, florecerá de nuevo nuestra vida. Es triste mirar a tanto ser buscando a Dios por los rincones.



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Toribio Azuaje

Campesino y Conuquero. Docente

 toribioazuaje@gmail.com      @fraguaobrera

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