Entre el 59% y 61% de nuestra producción está constituida por crudos pesados y extrapesados. La producción y procesos asociados a estos crudos son altamente contaminantes, con emisiones de compuestos tipo: Sox, Nox y largas cadenas de Carbonos. Estos contaminantes tienen efectos catastróficos en la capa de ozono, además de contribuir a la contaminación del aire y la formación de las llamadas “lluvias acidas”, también tienen efectos dañinos conocidos sobre la salud del hombre y el ecosistema.
Nuestra cesta-país es conocida mundialmente por este tipo de crudos y su elevado potencial contaminante, en un país que aun contiene cerca de 26.000 [P1+P2] millones de barriles de reservas de condensados, livianos y medianos de excelente calidad. Un volumen de reservas de cerca de 4 veces aquellas de México, 3 veces superior a lo que muestra Guyana [reservas y no recursos], y dos veces más de lo que le queda a Brasil.
La miopía y falta de talento de las directivas de PDVSA es y ha sido la responsable; no solo de la perdida de posicionamiento de nuestro país como suplidor seguro, confiable e importante para los mercados, sino de la creciente incidencia en accidentes, incidentes, ilícitos ambientales y pérdida de vidas.
La mala gerencia, la desconexión con la tecnología y la ineptitud han hecho de PDVSA una verdadera bomba de tiempo. La producción actual de gas ronda hoy los 3.000 MMPCD, cuando apenas en 2010 era de 7.000 MMPCD. Pero quema, ventea y contamina la atmosfera con 800 MMPC de gases tóxicos cada día.
La caída de la producción de gas surge de la desaceleración de los proyectos en costa afuera, del desplome de Anaco Gas y de la caída de la producción asociada al crudo. A partir de 2013 cede la producción de petróleo bajo el umbral de los 3.000.000 BPD, al pasar de 3015.000 BPD a 2.899.000 BPD en 2014. Ramirez/Del Pino intentaron vender un falso crecimiento en la producción de gas desde 2013; en plena caída de producción de crudo y sin haber producido una sola burbuja de gas de proyecto alguno en Costa Afuera, ya que este inicia en Julio’2015, mientras PDVSA GAS venia cediendo desde 1.700 MMPCD en 2008 a 750 MMPCD al cierre de 2014.
El supuesto aumento en la producción de gas fue el resultado del desinfle criminal de nuestros yacimientos, a la par que se descontinuaban proyectos de inyección de gas para su desvío a procesos y consumo, ante la creciente necesidad de mayor producción tanto de gas, como de crudo en el país.
Es decir, en un intento por mantener la producción de petróleo y paliar la creciente escasez de gas en el país, destruían la energía de los yacimientos al exceder los límites de producción de gas, llegando a exceder hasta los 12.000 PCN/BN de relación gas petróleo, en activos de crudo que debían mantenerse por debajo de los 3.000 a 3.500 PCN/BN.
Tanto ese gas producido de forma irresponsable e irracional, como la discontinuación de los proyectos de inyección/mantenimiento de presión, ocasionaron la drástica caída de presión de muchos yacimientos y con ello el desplome en la producción de petróleo que hoy experimentan la mayoría de los otrora activos claves del país; entre estos los del Norte de Monagas [NDM]. Pero además también ocasionaron la producción de gas de baja presión para el cual PDVSA no tenia, ni tiene uso ni aplicación alguna, viéndose obligado a arrojarlo indiscriminadamente a la atmosfera.
Hoy en Venezuela se “quema y ventean” cerca de 800 MMPCD de gases tóxicos a la atmosfera, constituyéndose en uno de los países con mayor intensidad de emisiones toxicas en el mundo [ Global-Gas-Flaring-Tracker-Report-June-20-2024.pdf ], a pesar de que apenas produce unos 900.000 BPD.
Ese volumen de al menos 800 MMCPD de gases tóxicos quemados y venteados a la atmosfera por PDVSA, es responsable de la emisión de cerca de 21 megatones o 20.000.000 de toneladas de CO2 cada año, aparte de otros contaminantes derivados de la combustión y la oxidación de subproductos. No olvidemos que el gas quemado y venteado no es metano puro, sino una combinación de hidrocarburos y contaminantes variados.
Catástrofe de Muscar-NDM
A nivel país el gas que alimenta los procesos aguas abajo, así como el que se destina a consumo interno, está asociado en un 87% a la producción de petróleo. Pero en el caso específico de NDM el gas producido está 100% asociado a la producción de crudos, que van desde condensados hasta livianos y medianos. Dicho gas es rico y debe ser procesado para extraer sus líquidos y luego ser sometido a quema y venteo para reducir los efectos nocivos sobre el medio ambiente y la vida de personas, animales y plantas.
El propósito de la combustión de dicho gas; que por cierto debe ser efectiva y total, es reducirlo a CO2 más agua, ya que el metano por sí solo posee un poder destructivo de unas 25 a 30 veces superior a aquel del dióxido de carbono en términos del cambio climático. Para ello la combustión debe ser lo más eficiente posible, cosa que no es el caso en la práctica en PDVSA.
En la captura del día 26 de Noviembre del satelite “Sentinel” con visual del complejo Muscar; entre otras facilidades de Musipan, se aprecian 3 mechurrios que circundan dicha instalación quemando un fluido compuesto fundamentalmente por hidrocarburo líquido y no precisamente gas.
Ello implica que la susodicha normalidad que días atrás aseguraba el presidente ausente de PDVSA; Héctor Obregón, no pareciera ser tal. Todo apunta a que en realidad están canalizando pozos a dicha infraestructura para ser producidos a pesar de que en esencia Muscar no cumple ninguna función de separación, ni procesamiento eficiente del gas asociado a la producción de crudos, por ahora.
A las emanaciones de carbono producidas por el gas, habría que sumar aquellas del crudo, así como desde otros procesos aguas abajo. Basado en el tipo de hidrocarburos que produce, ventea y procesa PDVSA en la actualidad, además de la marcada ineficiencia en sus operaciones, el potencial contaminante al nivel de producción del cierre de 2023 ronda los ~216 megatones (216.000.000) de CO2 por año, equivalentes a 54 megatones netos de Carbonos emitidos por año. Ello excluye las operaciones aguas abajo, área esta que se ha convertido en una verdadera caja de "Pandora".
¿Que Opciones Tiene PDVSA?
Venezuela, como el resto de los países firmantes del protocolo de Kyoto y del acuerdo de Paris de 2015 (COP21), debe apegarse al control de emisiones toxicas y de gases invernadero.
Venezuela está obligada a adentrarse en la economía circular, donde la reutilización y los ciclos cerrados deben prevalecer, buscando también maximizar el aprovechamiento del potencial renovable que posee para balancear sus emisiones. Esto último se intentó infructuosamente durante la primera década del nuevo milenio, pero la corrupción y la falta de experticia llevaron dichos proyectos a un callejón sin salida.
PDVSA también debe balancear sus emisiones y alinear su portafolio con proyectos que la hagan competitiva con sus pares en el mundo en cuanto al potencial de generación toxica por barril equivalente. Debe reducir sus emisiones directas e indirectas en sus procesos y a lo largo y ancho de su cadena de valor.
A nuestro juicio, algunos cambios que podrían impactar positivamente la industria son técnica y operacionalmente posibles dentro del mediano plazo. Sin embargo, el lograr el balance cero podría tomar sobre 2 lustros, dependiendo de que tan profundo sea el daño causado en los distintos procesos de PDVSA.
Algunas destacadas calificadoras de riesgo prevén una necesidad de inversión global superior a $9,5 trillones cada año en las siguientes décadas hasta 2050, para poder limitar el aumento global de la temperatura a ~1.5 grados centígrados. Ese capital es equivalente al 50% de las ganancias corporativas globales y Venezuela, con un gobierno y una PDVSA calificados, pudiera tener acceso a una porción del mismo. Todo dependerá de que tan preparados estén nuestros gobiernos, el Menpet y la directiva de PDVSA, para comprender la urgencia de dichos cambios y sobre todo, para ponerlos en marcha de manera efectiva y eficiente cuanto antes.