18 de octubre de 2022.
por Jeanfreddy Gutiérrez Torres | Translated by Natalia Steckel
- Informes recientes muestran que la deforestación ha aumentado considerablemente en los estados amazónicos de Bolívar y de Amazonas en Venezuela, en gran parte debido a la minería ilegal, la expansión de la agricultura y los incendios.
- Las áreas protegidas del país se han visto especialmente afectadas, a causa de incursiones ilegales y a una gran deforestación dentro de los parques nacionales Caura, Canaima y Yapacana.
- Las grandes tasas de deforestación se atribuyen, en parte, a las guerrillas colombianas que operan dentro de las fronteras de Venezuela, una invasión que, según un informe, ha sido apoyada por el gobierno del presidente venezolano, Nicolás Maduro.
Entre 2016 y 2020 se perdieron más de 140 000 hectáreas (346 000 acres) de bosque primario en la Amazonía venezolana. Esta deforestación fue impulsada por la minería ilegal, la expansión agrícola y los incendios. Esto se afirma en un informe generado a partir de imágenes satelitales de altísima resolución y publicado por el Proyecto Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP).
Esta grave deforestación en Venezuela representa el 1,6 % de la pérdida de cobertura forestal en toda la Amazonía durante ese período. Otros informes confirman este hallazgo.
Según el MAAP, la mayoría de los puntos críticos de deforestación de Venezuela están al sur del río Orinoco, en una región designada como el Arco Minero del Orinoco, que cubre 11 000 000 hectáreas (o un área del tamaño de Cuba), y creada por un controvertido decreto presidencial en 2016. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció que promovería las concesiones mineras multinacionales, pero la región incluye una extensa red de áreas protegidas.
Según el informe, las áreas protegidas más impactadas dentro del arco minero presentaron más de 22 000 hectáreas de deforestación, lo que ocurrió dentro de los parques nacionales Caura, Canaima y Yapacana.
Salto Pará en Venezuela: un atractivo turístico en lo más profundo del Parque Nacional Caura, que también se encuentra dentro del llamado Arco Minero del Orinoco. Caura, visitado por Mongabay en 2018, ha estado sujeto desde entonces a insurgentes colombianos, quienes han causado gran perturbación en las comunidades tradicionales y han hecho retroceder sus esfuerzos agroforestales sustentables. Foto cortesía de Jeanfreddy Gutiérrez Torres.
Imágenes satelitales documentaron de manera concluyente que se perdieron 550 hectáreas de bosque desde el año 2000 en el Parque Nacional Yapacana, donde aumentó la presencia de las fuerzas guerrilleras del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia. Entre 2017 y 2020, se perdieron 1,175 hectáreas de bosque dentro del Parque Nacional Canaima y alrededores. Las imágenes satelitales muestran grandes impactos por los incendios en 2019. Al norte de las áreas protegidas, hubo más de 1,800 hectáreas de zona deforestada debido a la minería fluvial entre 2017 y 2020. Se talaron otras 400 hectáreas de bosque para uso agrícola y ganadero en áreas remotas. El MAAP sospecha que esas pérdidas también se debieron a la minería ya que, probablemente, las tierras forestales fueron convertidas para alimentar a la afluencia de mineros a la región.
Matt Finer, autor del informe, dijo a Mongabay que el documento es el análisis independiente más actualizado de la Amazonía venezolana y que presenta todas las áreas protegidas afectadas. Mencionó que los informes futuros del MAAP presentarán imágenes de similar alta resolución, las cuales mostrarán en detalle la magnitud de los campamentos mineros y la maquinaria utilizada dentro del Parque Nacional Yapacana.
Los hallazgos se obtuvieron al examinar el área biogeográfica de la Amazonía venezolana descrita por la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG), que abarca los estados selváticos de Bolívar y de Amazonas. Luego, el MAAP comparó datos satelitales de alta calidad de la organización SOSOrinoco con los de Áreas Bajo Régimen de Administración Especial (ABRAE), que cumplen con la definición reconocida internacionalmente de áreas protegidas. La precisión de las imágenes, con una resolución de 30 metros, fue mejorada por la Universidad de Maryland y presentada por Global Forest Watch.
Mapa base de la Amazonía. Flujo de carbono forestal en la Amazonía, 2001-2020. Datos de Harris et al., 2021. Mapa cortesía de Amazon Conservation/MAAP.
Parque Nacional Caura, bajo ataque
Los hallazgos del MAAP destacan dos áreas deforestadas para la minería en enero de 2022 dentro del Parque Nacional Caura. Esta reserva, que alguna vez fue virgen, cubre 7 500 000 hectáreas y se creó en 2017, a pesar de las fuertes críticas de ambientalistas y pueblos indígenas, quienes señalaron la falta de estudios científicos y de la presencia local de instituciones públicas capaces de vigilar y/o monitorear el nuevo parque.
En 2018, un equipo de Mongabay visitó Caura para informar sobre el funcionamiento del área conservada creada recientemente. El viaje corroboró las advertencias de ambientalistas y de observadores indígenas: no había un solo guardaparque, ningún puesto de vigilancia ambiental ni oficina central del parque, aunque los militares permitían la presencia de algunos mineros que convivían con líderes y comunidades indígenas.
El informe de campo de Mongabay concluyó que Caura existía como parque solo en los papeles. Esto se da a pesar de los acuerdos de conservación firmados por la organización no gubernamental Conservación Internacional y la empresa francosuiza Givaudan con grupos indígenas y con afrovenezolanos para proteger 147 000 hectáreas a través de la agroforestería para la comercialización de haba tonka y de otros productos no maderables.
Con base en ese acuerdo, en 2018, las comunidades tradicionales de Caura fomentaron con éxito proyectos agroforestales locales, lo que resultó en ganancias económicas que permitieron la erradicación de la caza y pesca de especies protegidas, al tiempo que mejoraron los ingresos de los asentamientos tradicionales, lo que los desincentivó de sucumbir a los intereses mineros.
Para 2020, varias comunidades indígenas de la región sur del Orinoco habían denunciado nuevas actividades mineras promovidas en sus territorios por disidentes de las FARC (rebeldes que habían desertado del acuerdo de desmovilización con el gobierno colombiano, después de la firma del acuerdo de paz de 2016). Los guerrilleros que invadieron Venezuela incluso se apropiaron de una posada turística local para sus operaciones.
La cuenca del río Caura en Suapure. Allí, Phynatura, una ONG, preserva bosques en alianza con comunidades indígenas mediante técnicas agroforestales sustentables para cosechar orquídeas y cacao orgánico. Según los críticos del Arco Minero del Orinoco, este modelo de industria sustentable es el tipo de desarrollo apropiado para el sureste rural del país. Imagen cortesía de Luis Jiménez/PhyNatura.
Luis Jiménez, director de la organización no gubernamental Phynatura, que implementa los convenios de conservación sustentable de productos forestales en Caura, confirmó la deforestación incluida en el informe del MAAP, pero sostuvo que tenía noticias aún peores recopiladas de fuentes locales: "Perdimos el Acuerdo de Conservación Tzazenai, [un área de] 32 600 hectáreas. Todos allí están afectados por la excavación", informó a Mongabay.
Jiménez se refería a la comunidad de La Colonial, donde residen los piapocos. En 2018, Mongabay conoció allí a Tulio García, quien le mostró al equipo de investigación cómo la comunidad usaba de manera sustentable los bosques ribereños, recolectando aceite de copaiba, que luego exportaban con el apoyo de la Unión Europea.
Según Phynatura, se han documentado 39 lugares de deforestación alrededor de La Colonial, y se han perdido 30,3 hectáreas por la minería desde 2016. Casi el 80 % de estas áreas afectadas fueron deforestadas en 2019 y en 2020, una señal de lo rápido que se está transformando la zona.
Algo diferente está sucediendo en el área del acuerdo de conservación de Suapure, hogar de la comunidad afrovenezolana de Aripao, que ha continuado con sus esfuerzos de agroforestería y de monitoreo comunitario. En 2020, Phynatura descubrió 10 hectáreas recién deforestadas allí, que se suman al total de 40 detectadas desde 2009.
De hecho, se sospecha que la cantidad de focos se cuadriplicó en 2020. Debido al tamaño reducido de esos focos, se presume que las áreas deforestadas son conucos, pequeñas granjas creadas como resultado de la crisis alimentaria y económica de Venezuela.
Marvys Martínez es la líder de la comunidad de Aripao y miembro de la Junta Directiva de la Asociación Civil de Afrodescendientes. La población local cultiva, protege, recolecta y procesa activamente sus cultivos agroforestales. Imagen cortesía de Jeanfreddy Gutiérrez Torres.
Los habitantes de La Colonial, una comunidad dentro del Parque Nacional Caura, procesan el moriche, y lo convierten en jugo, helado y otros postres. La ONG PhyNatura está trabajando en conseguir financiamiento internacional para producir aceite de moriche: sus propiedades se asemejan a las del aceite de oliva, pero con mejor rendimiento. Sin embargo, los guerrilleros de la vecina Colombia amenazan esta y otras iniciativas sustentables. Imagen cortesía de Jeanfreddy Gutiérrez Torres.
La bomba de tiempo de la malaria
María Eugenia Grillet afirma que teme una crisis inminente, invisible desde los satélites en órbita: un resurgimiento de la epidemia de malaria en la región del Orinoco debido al aumento de la deforestación.
Grillet, investigadora del Instituto de Ecología Tropical de la Universidad Central de Venezuela, señaló que los casos de malaria habían bajado en la región de 500 000 contagios en 2017 a menos de 150 000 en 2020, gracias a la acción conjunta de tres organizaciones no gubernamentales —Médicos Sin Fronteras, Cruz Roja y Fondo Mundial—, que se unieron para brindar diagnóstico, tratamiento y mosquiteros.
"Pero, a medida que continúa la minería, aumenta la deforestación". Esto aumenta considerablemente las poblaciones de mosquitos en las áreas afectadas a lo largo de los ríos.
"Aquí hay [también] una gran dependencia de la cooperación internacional [para combatir la malaria], pero el Estado [de Venezuela] se ha desvinculado. ¿Qué pasa si las [organizaciones internacionales] se van de nuevo?", se pregunta ella.
La preocupación de Grillet es justificada, según aseveró, por los frecuentes malentendidos que se dan entre el presidente Maduro y los organismos internacionales, a los que acusa de trabajar con Estados Unidos para allanar el camino a una intervención militar extranjera.
"Es una bomba de tiempo". Podríamos superar el pico anterior [de malaria], porque la deforestación ha empeorado. Y, si vuelve la disponibilidad de gasolina y alimentos para viajar a las minas, más gente va a [venir al Arco Minero del Orinoco a hacer prospección], y habrá más huéspedes potenciales", sostuvo Grillet. De este modo, habrá más personas por contagiarse.
Las minas de oro abandonadas se convierten en perfectos criaderos de mosquitos que pueden transmitir el parásito de la malaria. La deforestación, debido a la minería, el creciente número de mineros que llegan al Arco Minero del Orinoco en busca de fortuna y la falta de programas gubernamentales de salud aumentan el riesgo de una epidemia de malaria fuera de control. Imagen cortesía de Ana Gisela Pérez.
Las minas abandonadas, llenas de agua de lluvia, así como el aumento de la temperatura superficial por la reducción de la cubierta forestal generada por los campamentos mineros y los conucos creados para alimentar a los mineros, están provocando una proliferación de mosquitos, según informó la epidemióloga.
Todo esto podría cambiar para mejor, según los expertos, a medida que evoluciona el clima político. Por ejemplo, si Venezuela experimenta una fuerte recuperación económica, menos personas desesperadas podrían recurrir a la minería de subsistencia en el Arco Minero del Orinoco; o, si el presidente electo de Colombia, Gustavo Petro, negocia un acuerdo de paz revisado, esto podría conducir a la retirada del ELN del Parque Nacional Yapacana.
Pero esas esperanzas futuras siguen debilitándose por los acontecimientos actuales. Pocas semanas después de la publicación del informe del MAAP, un líder indígena que denunciaba la minería en la Amazonia venezolana fue asesinado. Lo que parece seguro es que la deforestación seguirá empeorando mientras la presencia oficial de Venezuela en la región sea débil.
* Imagen principal: Una tangara turquesa (tangara mexicana) en la Amazonía. Imagen cortesía de cuatrok77 a través de Flickr (CC BY-SA 2.0).
Artículo original: https://news.mongabay.com/2022/08/venezuelan-amazon-deforestation-expands-due-to-lawlessness-mining-fires-reports/