Hacia el Estado Comunal

Sabemos que ha existido una brecha histórica entre el Estado y los ciudadanos y ciudadanas. Hay desconfianza entre el ciudadano funcionario que se siente Estado en cualquier instancia, dimensión o capacidad, y el ciudadano que no se siente Estado. Es la misma desconfianza que existe entre quien se siente parte del movimiento popular, cuando va a hablar con quien se supone que es representante de ese ciudadano ante el Estado. La paradoja actúa como que si el Estado fuera distinto a mí y yo tengo que lograr una alianza con él. Esto es producto del extrañamiento y la separación que engendra la forma Estado en el capitalismo. Y ocurre porque el Estado que hasta ahora hemos combatido sigue siendo una reedificación del Estado burgués, el Estado de la Cuarta República.

Entonces, es un aparato que actúa en correspondencia con sus propios intereses, como que si el Estado tuviese intereses distintos y separados de la sociedad. Y uno oye a compatriotas hablando de “políticas de Estado” y de “intereses de Estado”, separándose de la fuente originaria del poder constituyente que es el pueblo, asumiéndose subsumidos a una lógica.
Esa es una contradicción en la que la fuerza constituyente se desgasta. Por ello, o activamos el poder constituyente de la potencia generadora, o si no, tendremos un Estado burgués con sentimiento de culpa y, en el mejor de los casos, una sociedad más justa (¿capitalismo con rostro humano?) y “un Estado del Bienestar”.

Pero yo no creo sólo en una sociedad más justa por sí misma. No, porque me sitúo del lado de los que creemos en la libertad y la emancipación. Nosotros no somos tecnócratas, no aspiramos a manejar un léxico corporativo vaciado de pasión revolucionaria, sino que queremos arrancar de raíz al viejo Estado.

En esa perspectiva el Consejo Comunal podría ser la síntesis que resuelve la fuerza impugnadora del movimiento social versus la fuerza racionalizadora y organizadora (Weber) de la institución. De la lucha que se produce entre estas dos fuerzas, puede surgir algo nuevo: Los Consejos Comunales, en términos de Lenin: «Todo otro poder».

Porque hay que actuar siempre apelando al poder originario que es el poder constituyente. No se trata del reconocimiento clientelar por parte del Estado, porque entonces el movimiento popular queda subsumido a la lógica estatal y sin ruptura. Se des-sincroniza el movimiento, con lo cual los movimientos sociales terminarían sirviendo para establecer una relación parasitaria con el Estado. El poder comunal debe ser capaz de ejercerse sobre la sociedad, disolviendo las instituciones estatales constituidas. Asumiéndose autónomamente como autogobierno.


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Juan Barreto

Periodista. Ex-Alcalde Metropolitano de Caracas. Fundador y dirigente de REDES.

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