La victoria electoral

Bueno, si se trataba sólo de ganar, desde luego que habría que celebrar, y eufóricos, el triunfo de Chávez en las recientes elecciones. Entre otras cosas, y es esto lo que más celebra quien esto escribe, porque se evitó, por lo menos momentáneamente, la enorme catástrofe que el triunfo del candidato opositor hubiera significado para el país.

Sin embargo, como algunos resultados de esas elecciones no son a mi juicio nada alentadores, como el creciente apoyo electoral que el adversario viene recibiendo de la población, entonces lo que se impone es un auténtico y descarnado proceso de reflexión, y no la búsqueda de excusas complacientes, que lo que tratan, más que reconocer y superar fallas y deficiencias, es negar la existencia de las mismas.

Por ejemplo, desde hace mucho tiempo hemos venido sosteniendo que la tarea más urgente e inmediata que el Proceso tiene planteada es su consolidación, y no el socialismo, cuyo planteamiento, si se contrasta con la realidad, luce completamente, por decir lo menos, completamente desfasado y artificial.

¿Por qué? Porque la implementación de este sistema en nuestro país no es el producto de una necesidad histórica. ¿Qué queremos decir con esto? Queremos decir que la acción del gobierno se encontrara totalmente entrabada y obstaculizada, que casi no hubiera podido hacer nada, si no se hubiera declarado socialista. O más claramente: que el gobierno no hubiera podido hacer lo que hasta ahora ha hecho, que desde luego no es poca cosa, si no se hubiera decidido andar el camino del socialismo. ¿Es esto así? ¿El gobierno se hubiera encontrado imposibilitado de construir los metros y trenes que ha construido; no hubiera podido hacer lo que ha hecho en materia de salud, de vialidad; no hubiera podido realizar la obra social que ha realizado y muchas otras cosas más, si no se hubiera declarado socialista? A mi modesta manera de ver por supuesto que no.

Ahora, ¿cuál es el problema que para este Proceso representa el hecho de que se haya declarado socialista? Son varios. Entre ellos, la pérdida del respaldo y la solidaridad de personajes y organizaciones en el exterior, que de no haber sido por eso, no hubieran dudado un segundo en salir abiertamente en defensa de nuestro gobierno. Al principio, lo hicieron, pero luego tuvieron que desisitir, porque en muchos países como en los Estados Unidos, Europa y hasta en el mismo México, el socialismo revolucionario -no el socialdemócrata- es poco menos que un delito.

Al respecto, no hay que olvidar el entusiasmo que en sus inicios este ensayo político despertó en muchas naciones del continente y, en especial, en los propios Estados Unidos, de donde venían verdaderas oleadas humanas deseosas de conocer la nueva experiencia política; experiencia que nada tenía que ver con los viejos modelos conocidos. Una integrante de esta masiva afluencia de personas que se dirigieron a nuestro país a fin de conocer la buena nueva, fue Eva Gollinger. Sin embargo, esta inusitada expectativa por enterarse de lo que estaba pasando en nuestro país cesó, cuando se declaró socialista nuestro Proceso. Se pensó que era más de lo mismo y, decepcionados, pienso yo, dejaron de venir.

Lo otro que en aras del socialismo, omnipresente en todos los discursos, ha sido ostensiblemente descuidado, y diría que hasta sacrificado, ha sido precisamente la función pedagógica de ese discurso, En este sentido, la falla ha sido monumental. Por ejemplo, se habla, y por medios de muy reducida audiencia, del neoliberalismo. ¿Y qué se dice de él? Que es muy malo, perverso, que ha sido la causa de la ruina y la tragedia de muchos pueblos del mundo, lo cual es rigurosamente cierto. Sin embargo, son palabras, que pueden ser creídas o no según el grado de credibilidad que tenga en quien las pronuncia.

Muy diferente sería si al mismo tiempo que se habla, se exhiben las masivas protestas que la aplicación de este nefasto modelo han estado realizando los pueblos de Europa y los Estados Unidos,. Y la diferencia sería a aún mayor, si al mismo tiempo que se hace esto se muestran las consignas y se llama la atención sobre la extracción social de quienes participan en esas manifestaciones. Hasta ahora, al contrario de lo que se ha dicho, casi no se han utilizado esas demostraciones, pese las extraordinarias enseñanzas que ellas encierran. Al respeto, una modesta sugerencia: plantear, como una tarea obligatoria de los militantes del Proceso, sintonizar todas las noches el programa Dossier.

Lo mismo ocurrió en relación con el paquetazo. Según nuestra opinión, este contrabando no le fue suficientemente explicado a la población y mucho menos a la clase media. Lo más que se llegó a decir del mismo, fue que de llegarse aplicar acabaría con las misiones y con las jubilaciones y pensiones. Razón por la cual, en el caso de que esa alerta hubiera llegado a preocupar a alguien, obviamente tendría que ser sólo a un sector de la población, es decir, al sector directamente beneficiados por esas conquistas. Pero temas que también contemplaba ese programa y que tenían una mayor afectación social, como la eliminación del control de precios, el control de divisas, la privatización de los servicios públicos y PDVSA, aparte de ser sólo enunciados, casi no fueron suficientemente explicados, y si en algún momento se hizo, fue de una manera muy deficiente y tangencial. Motivo por el cual no se produjo el rechazo colectivo que ese mamotreto de programa debió provocar. Lo que pone de manifiesto el hecho de que no basta con decir las cosas, sino que importante también es cómo decirlas.

En relación con este tema del paquetazo, escribimos algunos comentarios que consideramos oportuno volverlas a repetir, puesto que no se dijeron en ningún momento. Al respecto, decíamos lo siguiente: “Pero ¿qué propone el programa neo-liberal de Capriles? Bueno, algunas medidas que ya se aplicaron aquí y que dieron lugar al Caracazo. Para empezar, se eliminarían los controles de precios, con lo cual se desataría de inmediato una brutal especulación, que afectaría gravemente la calidad de vida de las personas. Al respecto, se decretarían ajustes –hacia arriba- de precios cada dos meses y que para compensar el tiempo en que estos estuvieron congelados. Pero, además, se privatizarían los servicios públicos, como agua, gas, electricidad, teléfono, etc., con los cual las tarifas de éstos aumentarían cada vez que a sus dueños privados les diera la gana de aumentar sus ganancias. Lo mismo ocurriría con la gasolina cuyos precios han permanecidos congelados desde 1999. Por otra parte, se eliminaría el control de cambio, lo que de inmediato provocaría una indetenible y precipitada fuga de divisas, que las agotaría en cuestión de días. La consecuencia más inmediata de este hecho seria la escasez, no sólo de alimentos, sino también de medicinas, repuestos y de otros rubros indispensables para el normal funcionamiento de nuestras actividades.

Y en cuanto al petróleo, una de las primeras medidas que se tomarían sería el aumento de la producción, con la consiguiente caída de los precios petroleros, lo que se traduciría, casi ni hay que decirlo, en una considerable disminución de los ingresos por este concepto. Ahora, si se toma en cuenta la considerable reducción de las reservas de divisas, producto como ya dijimos de la eliminación del control de cambio, se podrá fácilmente deducir la inmensa tragedia en la que se verían envueltos los venezolanos si además de la reducción de las divisas, éstas disminuyeran debido a la caída de los precios petroleros.

Por otra parte, la oposición viene acusando al gobierno de haber abandonado el acampo, por lo cual, según ellos, los venezolanos, para alimentarnos, estaríamos dependiendo cada vez más de las importaciones. Y al mismo tiempo que dicen esto, prometen que de llegar al gobierno emprenderían una agresiva política agrícola capaz de garantizarnos la autonomía alimentaria. Mentiras, porque lo que en realidad harían sería suscribir un tratado de libre comercio con los Estados Unidos, igual al que México suscribió con esta nación, y que provocó la ruina de las actividades agrícolas del país azteca y la instalación en el mismo de las llamadas maquilas, que son verdaderas trituradoras humanas. Estas cosas son las que deben decirse en los programas de televisión y, especialmente en La hojilla, pero no se dicen porque su conductor está totalmente incapacitado para hacerlo.

Y aquí, en la incapacidad de algunos voceros del chavismo para comentar y aclarar hechos y situaciones relacionados con el acontecer nacional, lo que explica el bajo nivel político de nuestra población. No es que las realizaciones del gobierno no se estén dando a conocer la causa de ese bajo nivel político, porque de esas obras todo el mundo está suficientemente enterado. El problema consiste en que, como lo hemos venido diciendo desde hace mucho tiempo, no se ha podido convertir el apoyo emocional del que disfruta Chávez en un apoyo racional y consciente. Al respecto, quiero contar la siguiente anécdota. Me cuenta asombrada una señora, una semana antes de las elecciones, que una amiga se le acercó y le preguntó que si de ganar Capriles éste le quitaría la pensión que le había dado Chávez. Llena de curiosidad por tan extraña pregunta, la señora le pregunta por qué. Y la amiga le responde, porque pienso votar por Capriles. Sin comentario.

alfredoschmilinsky@hotmail.com


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Alfredo Schmilinsky Ochoa


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