El miedo y el oportunismo sólo acabarán si las luchas sociales en las calles se incrementan



1. Pensando acerca de las luchas sociales aguerridas de los maestros de la Coordinadora (la CNTE) en la República, en los estados de Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Michoacán, así como reflexionando por qué hay muchas otras entidades como Colima, Nayarit, Yucatán, Campeche, (incluso Guanajuato, Aguascalientes y Querétaro) donde no hay luchas sociales trascendentes, llegué a la idea de que todas dependen de la historia de por lo menos sus últimos 50 años. La realidad es que nada, o muy poco, se ha publicado y sabido de protestas, manifestaciones, bloqueos, contra los gobiernos y empresarios en esos estados a pesar de que la mayoría de los pobladores viven en condiciones de desempleo, miseria, y abandono.



2. El 80 por ciento del pueblo mexicano vive en la pobreza y miseria económica, por ello cualquier descontento indígena, campesino, obrero, ciudadano, tiene como base esas condiciones; pero también hay estados y regiones que aunque vivan en la miseria y el hambre, no se levantan a protestar y luchar porque no existe conciencia social para ello. Es decir, aunque la miseria es la base indiscutible de las batallas sociales de descontento, hay pueblos y estados que prefieren morir de hambre antes que salir a la calle a gritar su descontento y desesperación. Poseo la convicción de que es la creencia religiosa y los medios de información tramposamente dirigidos, los que tienen atarantado a la mayoría de la población.



3. Soy partidario de encontrar muchas causas, además de la economía, en la historia y la ideología. Pienso que en estados y regiones donde los españoles y el capitalismo barrió con la cultura original de los pueblos imponiendo todo el modelo de producción que llegó de la Europa conquistadora, se registró un acomodamiento y supeditación al modelo impuesto; por el contrario, donde los pueblos resistieron a la conquista, se enfrentaron a los europeos y durante décadas y siglos evitaron la dominación e imposición –por ese hecho- conservaron su dignidad, sus costumbres y formas de vivir y pensar que hoy los hacen diferentes. Para el capitalismo y la “modernidad” son los estados o pueblos “atrasados”; la realidad es que son los más dignos.



4. Los estados más marginales del capitalismo son los que han aprendido a “rascarse con sus propias uñas”, sin aspirar o desear entrar a la loca competencia capitalista. Lo que he visto en Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Hidalgo, Tlaxcala, Morelos, Michoacán es que -aunque viviendo en las ciudades- es la gente muy sencilla sin preocupaciones por la “modernidad” que domina en las clases medias altas y altas. Obvio, en las grandes ciudades existe alguna preocupación por parecerse al modelo yanqui o europeo, pero hay resistencia al disfraz para no verse en el ridículo. Por el contrario, no han faltado entre los conquistados, personajes de clases medias que quisieran ser gringos o europeos porque México es un país muy “atrasado en todos los aspectos”.



5. Toda esa formación ideológica que tiene mucho de sumisión a las clases dominantes lleva de manera automática al miedo al individualismo y al oportunismo acomodaticio. Por el contrario, quienes han vivido en la resistencia continua tienden a seguir por el mismo camino de la dignidad, el colectivismo y de la lucha contra cualquier forma extraña de dominación. Así me explico el comportamiento de muchos estados de la República ante la dictadura o dictablanda que por lo menos durante el último siglo ha ejercido la gran burguesía en México. Entre los maestros esto ha sido muy claro: unos tienden a vivir con los modelos de las clases altas, pero la mayoría es de maestros honestos que se integran a la vida de las comunidades.



6. El miedo y el oportunismo en la participación política, sindical, en los movimientos ciudadanos, sólo se acabará cuando las batallas vanguardistas se multipliquen arrastrando y enseñando a las demás entidades y pueblos. Por ello he propuesto durante décadas poner el acento principal de nuestras batallas en aquellos estados muy significativos en la historia de sus luchas. Si lográramos concientizar, mover, concentrar por ejemplo la CDMX –con historia de luchas, concentración de poderes, de centros educativos, instituciones y fábricas- se facilitaría el trabajo de concientización en todos los estados. Es lo que he llamado mover el “motor grande” junto al Estado de México y Veracruz, que son entidades claves que jalarían a las regiones de poca participación.



7. Hay muchos estados que no se mueven “ni con grúa” porque tienen que ser remolcados, dado que no tienen historia. La guerra de Independencia se inició religiosa en Guanajuato y Centro del país; la revolución burguesa mexicana de 1910 en el Norte, pero fue en el Sur donde se desarrolló el movimiento campesino antiburgués; la guerra cristera (religiosa) se desarrolló en el Centro del país; pero el movimiento ferrocarrilero vallejista y las guerrillas de Jenaro y Lucio se iniciaron en Oaxaca, DF, Chihuahua y Guerrero. Los movimientos estudiantiles se han desatado en Guerrero, Puebla, Sinaloa, Michoacán, pero el más grande, el de 1968 (que hoy conmemoramos los 48 años de la masacre de Tlatelolco) tuvo como único centro el DF (hoy CDMX). (2/X/16)



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Pedro Echeverría


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