El futuro de nuestra Revolución depende de la comprensión completa de los fenómenos y procesos anteriores, quien sepa leer la historia transita por caminos de éxito.
Enero de 1958, la dictadura de Pérez Jiménez entra en turbulencia y aquella inestabilidad abre la posibilidad de un cambio político. Las fuerzas revolucionarias muy débiles ideológicamente, presas del etapismo heredado de la Internacional Socialista de aquellos años, fueron capaces de planear una alianza con las fuerzas contrarias a la dictadura y derrocarla un 23 de enero de 1958, hace ya 50 años. Pero fueron incapaces de avanzar de la simple mudanza, de la forma de dominación oligarca. Se cumplió con éxito la primera etapa, el derrocamiento de la dictadura, pero el proceso revolucionario fue estrangulado por una política incorrecta.
Los revolucionarios influenciados por la pequeña burguesía no pudieron avanzar y se empantanaron en una alianza con los representantes políticos oligarcas. Esta alianza, este pacto con la oligarquía nos condujo a medio siglo de Pacto de Punto Fijo, a una recomposición de la dominación oligarca y los revolucionarios tuvieron que ir de nuevo a las catacumbas.
El 23 de enero de 1958 debemos recordarlo como la fecha de una Revolución traicionada, frustrada, mal conducida por los revolucionarios profundamente desviados a la derecha.
Hoy en Venezuela es muy importante la comprensión de esta fecha. Hay una fuerte corriente en nuestra Revolución que propone la reedición de 1958: Hacer pactos con la oligarquía, tal como se hizo en aquel momento, que se frustren las esperanzas de un pueblo. Es la misma pequeña burguesía que nos hundió en el pasado, que no podamos avanzar y que cumple muy bien su papel de bombera de la historia, de frustradora de sueños y de posibilidades revolucionarias.
Esta Revolución tiene suficientes antecedentes históricos y suficientes razones políticas como para no caer en la trampa de la reconciliación suicida que plantean sectores de la derecha, la experiencia del 23 de enero nos indica que Revolución no puede pactar con la oligarquía porque perece.
La historia indica que el camino es profundizar la Revolución, concientizar el pueblo, organizarlo.
Y como se trata de organizar y concientizar el pueblo, tenemos que tener en cuenta que estamos en tránsito de un período de Liberación Nacional, rumbo al socialismo de la revolución que necesita demoler el Estado Burgués y consolidar un nuevo estado de cosas que sea amónico y compatible con la nueva sociedad incluyente, la sociedad socialista.
El poder popular debe emerger de las bases y asumir todos los espacios del Estado y la producción, para ello la unidad más pequeña y pilar fumdamental son los consejos comunales.
Durante la transición al socialismo se tienen tres tareas fundamentales:
1.- Garantizar el funcionamiento del Estado Social de Derecho y de Justicia, lo cual conlleva a optimizar las funciones de Gobierno.
2.- Generar una economía social, que permita tener una base de valor para el intercambio, que se sustente en el trabajo y que sea la expresión del equivalente justo para todas las áreas de la producción.
3.- Desarrollar la Democracia Participativa y Protagónica, en toda su expresión posible, de manera de incluir a todos los ciudadanos y ciudadanas en la toma de decisiones guiados por el desarrollo de los derechos colectivos.
Nunca como antes se habían juntado condiciones históricas tan favorables para éstas tareas. Podemos mencionar entre otras:
1.- Una industria petrolera que genera cuantiosos recursos, que permiten financiar la construcción de todo un sistema económico armónico en la producción, distribución y consumo de bienes y servicios, que satisfagan de manera democrática las necesidades de nuestro pueblo.
2.- Un impulso y desarrollo de empresas asociativas que bajo otra óptica diferente al capital, desea producir más y mejor para cumplir su rol social.
3.- Un pueblo libertario emparentado históricamente con la aspiración de alcanzar una sociedad igualitaria.
4.- Un líder reconocido unánimemente por todos los sectores político- sociales que conforman el bloque de la transformación.
5.- El carácter cívico-militar del proceso.
6.- El perfil de una nueva hegemonía cultural con valores solidarios.
7.- No se ha atentado contra los derechos individuales ni los Derechos Humanos.
8.- Una tecnología nunca antes disponible, para permitir la comunicación de grandes conglomerados humanos y explotar al máximo la conformación de redes sociales.
9.- Un proceso constituyente en marcha y alineado en función de generar las instituciones que permitan la construcción del socialismo.
10.- La experiencia para estatal adquirida con el desarrollo de las misiones.
11.- Existe la conciencia de la unidad de todos los revolucionarios.
12.- Una gran expectativa y apoyo a nivel internacional.
Por todo esto la actual coyuntura histórica reclama que todos los sectores patrióticos, revolucionarios y progresistas nos constituyamos en todo un gran voluntariado, que despliegue la gran cruzada en pro del poder popular, se requiere formar a nuestro pueblo, en todas las destrezas y capacidades para el ejercicio del autogobierno y control territorial.
El ejercicio de la democracia demanda sujetos con capacidad de pensar autónomamente, que discutan, que investiguen, que confronten, en espacios deliberativos como las asambleas de ciudadanos y ciudadanas, libre de coerción, libre de compulsión y que sean capaces de generar consensos, debemos orientarlos para que arremetan contra el poder constituido, para arrancarle cada vez más competencias, atribuciones y recursos , debemos instarlos a constituirse en redes por área, zona, mancomunidades, federaciones y confederaciones de consejos comunales.
Nuestra línea política es rescatar la soberanía y transformar estructuralmente al país, atacando la pobreza crítica.
Para ello debemos ganar el mayor número de ciudadanos y ciudadanas patriotas, desatemos pues todo el poder y capacidad del pueblo organizado, consciente y decidido a defender sus conquistas y a ejercer plenamente su soberanía popular.