El canto de Alí es una súplica. Sigue siendo una oración desesperada que ruega a la redención del pueblo. A su bienestar. A su progreso en salud, en servicios, en vida. Sabía Alí que no era fácil y lo plasmaba con tino de profeta del pueblo…El pueblo es sabio y paciente, pregonaba. Quería Ali ver a su pueblo hermanado en el trabajo creador, apoyado por sus gobiernos que impulsaran el aprovechamiento de los recursos naturales con empresas de promoción socialista. Nunca quiso la explotación obscena del hombre por otro. Sabia Ali que el recurso natural de las regiones es mas rendidor cuanto mas equitativa es su distribución…El lagrimear de Las Cumaraguas, cantaba. Rogaba Alí a la lucha. Llamaba a los trabajadores a la búsqueda de sus reivindicaciones sociales. Era un obstinado defensor de los campesinos. Sabia que entre los más débiles se colaba el hierro de la cruda explotación. Tenía una manía por la defensa de los pescadores que tostaban su piel para traer de comer a sus pequeños. Clamaba a la organización de los pobres…Pare primo la canoa, gritaba…Jamás imaginaria Ali, que el Coro donde nació, pocos cambios de progreso social habría de tener veintitrés años después de su muerte. Que sus gobernantes, para nada intentarían abatir su lastimera creación de una ciudad casi en la tumba…Ay qué Coro tan triste, exclamaba. Abogaba por la unidad. Era displicente ante la arrogancia. Veía con rabia a quienes famélicos de poder, trastocan hasta lo mas sensible de su cordura para conservarlo. Odiaba el nepotismo. Le aturdía la prepotencia y desplazaba con rabia la adulancia… Abre brecha compañero, profetizaba. Soñaba Alí, con las necesidades cubiertas de su pueblo. No quería una familia, ni una, sin un techo que les reuniera para tomar el pan. Quería techo digno para su pueblo…Que triste se oye la lluvia, lloraba. Sostenía que no bastaba rezar. Que su rezo era el llamado a la conciencia. Y que la conciencia se buscaba con hechos, con sinceridad y con humildad. Pero además, sostenía que se debía empezar por él mismo... Perdóneme Tío Juan, rogaba. Llamaba a los hombres de bien a construir el porvenir de la revolución. Clamaba al ejemplo revolucionario y en su súplica infinita, echaba mano a la eterna dignidad de los más desprendidos…Alberto Lovera hermano, pedía. Y todo lo resumía en una excelsa poesía dirigida a su pueblo para que lo transforme en eterna lucha…Canción mansa para un bravo pueblo, remataba.
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(*) INGENIERO GEÓLOGO