Estos escuálidos y sectarios, carcomidos por el odio a todo lo que encierra y existe en el pueblo chavista, psicosiados como están, no miden ni medirán sus actos ni las consecuencias; estos tip@s vienen siendo subsumid@s en el deseo que los hace ver la muerte ajena como su salvación, aunque en el corto tiempo se les estruje una inexplicable realidad que les abordará en todos los sentidos llevándolos, cual estúpidos, a descubrir la gran mentira, porque ellos serán verdaderos muertos de espíritu.
El alcalde, en su visita pantallera al estadio repleto de escuálidos, entregando una, por demostración práctica, insignificante copa, tratando de resaltar las ferias valencianas, las mismas que reviven el recuerdo de los valencianos no godarrios, donde, pese a sus 10 años en el tiempo, siguen presentes los niños, niñas, adolescentes y adultos muertos, insiste en el afán de congraciarse con la valencianidad, unos de historia, abolengo y gentilicio, otros arrimados o huéspedes a regañadientes convenidos y temporales, creyendo ilusamente que la alfombra cosiatica es también para él, mientras, a pesar de actuar al peor estilo mediático del anterior, no se percata que en el primer descuido de su ficticia realidad, zúas, la halarán para que caiga sin que vuelva a levantarse. Piensa igual que las vallas, constantes avisos publicitarios en puentes, pendones, vehículos oficiales, prensa, radio y tv full color y precios en control de la oligarquía, le abrirá las puertas delanteras de los palacios mentales de la “Valencia del Rey”.
Sin adulancia,
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