Hace un año o más el Presidente ante la inoperancia política en la
región, lanzó en una de sus acostumbradas percibas de vida, una
estrategia para solventar un destartalado problema y, le colocó como
nombre “Operación Vida Los Andes”. Pensó en ese momento, que ante tal
urgencia, ese paciente denominado “carreteras andinas” requería una
intervención quirúrgica inmediata.
Sin embargo, muchos de nosotros, asumimos que era una operación de
tratamiento prolongado, la cual se basaría en estudios geotécnicos,
imágenes satelitales, discusión con comunidades organizadas y en donde
el PSUV- regional como partido del pueblo haría seguimiento a esa
operación, para sacar de coma a las carreteras andinas, en ese
prolongado e histórico descuido a que ha sido sometida.
La operación se inició, pensando, que si ese viejo paciente había
aguantado tanto dolor en largo tiempo, ahora, que esperara otro rato,
al igual que lo hacen los pacientes del seguro social, no le mataría.
En una romería hecha al Santo Cristo de La Grita,
El Presidente acusaba a sus Ministros por su falta de diligencia en lo
que él, por lo urgente denominó “Operación Vida Los Andes”. El PSUV,
sintiéndose no aludido, pasó en un ole taurino, el mensaje directo del
Presidente y, ahora con la caída del viaducto de Táriba, el Presidente
y todo el pueblo, encontró a Ministros y PSUV, con los calzones abajo.
Pero, como bien lo dice mi amigo Teodoro Guerrero “no estamos para
echar culpas a nadie, aunque indirectamente se señalan a los posibles
culpables: Dios y la Naturaleza o esta y Dios, el PSUV, nada que ver,
AD, COPEI y sus nuevos retoños, nada que ver, las universidades nada
que ver, el Gobierno Central nada que ver, el Consejo Legislativo,
nada que ver, los concejos municipales, nada que ver, la Iglesia, nada
que ver, los poderosos sectores económicos, nada que ver”
Teodoro solicita, que “entonces hagamos una eliminación de factores y
nos ubicamos en la posible dimensión del problema” Evoco, a que sean
los transeúntes de a pie y de carro, cuando desanden cada vía de
escape, para poder llegar a su casa para apurruñar a su bebe, o al
trabajo necesario, que con responsabilidad señalen quienes son los
culpables de haber mantenido la trochas de la metrópoli, olvidadas.
Que se esfuercen a ver ¿Quiénes fueron los galenos que asumieron la
operación? Podremos mirar, a los técnicos inoperantes de la llamada
“Operación Vida Los Andes”, pero al analizar solícitamente la verdad,
vemos a un gobierno regional, institutos de gobierno nacional y
alcaldías chavistas y no chavistas, con igual falta de gestión.
Cuando recorremos las viejas carreteras, hoy casi calles de ciudad
metropolitana, como la del Chícharo al Corozo, pasando por el Parque
“La Petrolea”, abandonado por la desidia, podremos ver y culpar los
operadores de “Vida Los Andes”, los cuales no entienden, ni
entendieron que había que escanear al Táchira y buscar sus elementos
sensibles para que el paciente saliera airoso de su operación, pero el
paciente tuvo que caer en coma para darse cuenta que el trabajo
quirúrgico estaba pospuesto y que la curitas puestas, eran sólo
ventosas, paliativos groseros para aliviar el dolor.
La caída del puente, mandó en forma obligada a todo el pueblo
tachirense a revisar y hacer el trabajo de contralores sociales para
mostrar las minusvalías y grandezas de quienes han asumido la
responsabilidad de dirigir. Al Pasar por la petrolea, vemos como la
falta de gerencia de Corpoandes e Inparques, hizo que allí se
perdieran miles de millones de bolívares aprobados para su
rehabilitación.
Siguiendo hacia Río Chiquito y buscando la Aldea de El Chícharo,
vemos algunos avisos entre el monte, mostrando aquellos tiempos de la
gloria del café y del primer pozo petrolero. Llegando a Rubio nos
perdemos en la maraña de una autopista, que semeja no tener inicio, ni
final, por no haberse concluido, parece un ejemplo visual de una vieja
catástrofe o de la referencia hipotética, de un año después sin
humanos.
Si buscamos Las Dantas, encontramos una alcabala con sus Guardias
Nacionales pegados a sus celulares, mostrándonos como insignificantes,
para su divisa de honor. Paramos un rato, imaginamos el camino hacia
Pamplona, que nos lleva sin preámbulos a recordar de seguro, el paso
cansado de Juan de Maldonado en su viejo destartalado caballo, en
búsqueda de un oro inexistente o de alguna india que alebrestaba sus
hormonas.
Quebrando, hacia las secas montañas de Peracal, se ve una carretera
llena de soledad, con una montaña que reclama sus predios a través de
una tierra escurridiza, la cual en cada tramo desafiaba golpearnos con
una roca. De pronto a pocos kilómetros, en increíble pancarta, aparece
“Operación Vida Los Andes”.
Se nos había olvidado, en forma mágica que ello era una de las
estrategias nacionales, para menguar el dolor de nuestras carreteras
olvidadas, mi esposa con su opinión, regañó mi corazón de chavista al
decirme “ese es otro de los sueños de Chávez”. Como mi meta era
recorrer las carreteras alternas a la gran ciudad, para ver cómo
estaban las posibles zonas de escape, tras las interminables colas
producto de la caída del viaducto, retomamos la carretera de Peracal-
Capacho. Se nos informó que esta había colapsado a nivel del sector de
El Valle.
Llegado a Capacho, busqué mostrarle a mi joven esposa, el desvió hacia
El Cedral, con salida al sector de Santa Ana en la vía a Rubio. La
camioneta pudo sortear algunos barrancos caídos, sin dejar de
deleitarnos de las tierras de Cania Chiquita, nombre que se le dio, en
remembranza de la gran Cania que fue todo el Valle de San Cristóbal.
Allí, en ese recodo o retiro de la vida se escondieron nuestros
indígenas, los Tamucos, Abriacas, Capachos y guardaron entre
frondosos bosques sus saberes, hoy como escondidos, se guardan
nuestros campesinos olvidados.
En esa trocha que se sale de los límites de la metrópoli de San
Cristóbal, pudimos ver la vieja carretera o camino hacia las tierras
de Mulera y Cúcuta, se observan algunos esfuerzos de arreglo de vías,
regresivas bien construidas por los Consejos Comunales.
Ya en la Carretera de Rubio - San Cristóbal, entrando a la poligonal, que
deslinda la zona metropolitana, decidimos meternos hacia Zorca y tocar
la vieja carretera de Providencia-Táriba, competencia exclusiva de la
Gobernación del Táchira en conjunto con la alcaldía de Cárdenas y San
Cristóbal. Operación Vida Los Andes, parecía salirse del paquete de
las denominadas trochas de la ciudad.
Si bien, las vías del Táchira se muestran deterioradas, las vías
alternas ubicadas hacia Municipios Torbes, Junín, Córdoba,
Independencia son un total desastre, que sin discreción tienen nombre
y apellido: Cesar Pérez Vivas y Maryori Pernía. Tomamos la vieja
carretera de Providencia, en vía Táriba, pero no había paso debido a
un puente roto, caído hace más de un año y en donde, por nada del
mundo se había asomado la Gobernación del Táchira, ni “Operación Vida
Los Andes” y menos la alcaldesa de Cárdenas.
Subimos en búsqueda del Cementerio Metropolitano, para ir a la parte
alta de Barrancas, y en descenso buscamos de nuevo la vieja carretera
de Providencia. Los sentimientos se doblegaron, al ver nuestra
memoria histórica corroída por la pésima gestión. Providencia, viejo
camino de los españoles hacia Caneyes y Peribeca, españoles o
indígenas que en forma inteligente, buscaron una traviesa que les
permitía descanso y que ahora en el problema “el puente roto”, hubiese
servido de paso expedito para cientos de tachirenses atrapados en
largas colas.
Si olemos con cuidado, el camino de Providencia- Táriba, olfatearemos
los pasos del Libertador o Rafael Urdaneta, en marcha rápida detrás
de algún español, o de quien pensara burlarse de su decreto “guerra a
muerte” o a sus percibas históricas. Bolívar fue Bolívar, porque no se
dejó mamar gallo. Imaginaremos a Cipriano Castro, agrupando sus
huestes para atacar a Juan Pablo Peñaloza, listo para tomar el camino
de recuas, que los llevaría al Mirador, Pericos, Palo Gordo, Madre
Juana y la subida de Filisco, en donde el gobierno de Peñaloza, se
atrincheraba con valor.
Si el puente no se hubiese roto, el telón que encubre el gran teatro
del absurdo, hubiese permanecido tapando culpables. Se cayó el telón,
de una obra que podremos denominar “El puente roto” y, apareció la
Venezuela del pobre, del marginado, de la historia olvidada, de
recuerdos pisoteados, de mala gestión.
Los culpables serán protegidos, la culpa será echada al General
operativo, de Vida Los Andes. Al final el PSUV, la Gobernación y la
Alcaldía de Táriba, escurrirán el bulto y buscaran mamarle gallo al
Presidente, en estos momentos tan difíciles para él y su pueblo.
Veamos que sale de la contraloría social obligada a que ha sido
sometido el pueblo del Táchira, seguro, le echaremos culpa al más
pendejo, al sueño del Presidente, sueño hecho en una de sus percibas
de vida, que él en forma responsables llamó “Operación Vida los
Andes”.
El presidente es como un santo, cuando no nos hace el favor, le
echamos la culpa. Aquí en el Táchira cuando no llueve, hace demasiado
verano, cuando no, nos envían de Caracas unos inútiles, pero lo peor
del asunto es que se olvidan de ellos.
Mientras tanto, perplejos, sorprendidos, incrédulos, los gochos vemos
más de seis alcabalas del ejército, Guardia Nacional, Policía
Regional, dejar pasar camiones repletos de gasolina hacia la frontera,
productos de la cesta básica, contrabando de papa vía EL Cobre- La
Grita, urea por El Nula, elementos que se traducen en un sicariato
generalizado para el estado.
Faltará ahora que caiga algún telón o se produzca un roto social de
significancia, para darnos cuenta de ese drama, de esa Venezuela
escondida. Los gochos guardamos el machete debajo de la almohada, por
si de repente, porsia´caso.
VIVA Chávez.
gotapias@gmail.com