Dice nuestro buen amigo, el geógrafo Jóvito Valbuena, que: “En geografía como en política no hay países pequeños porque tanto el territorio como su dinámica social son ramas amplias y complejas cuyo estudio y real conocimiento va más allá de la extensión geográfica, del tamaño de la población y de la forma de gobierno. Por tanto, la geografía de todos los países, regiones y paisajes, independientemente del tamaño de la superficie territorial, se hace amplia, compleja y dinámica”. Y, así es el paisaje social y natural trujillano: amplio, a pesar de sus 7.400Km2 de superficie; complejo, porque su proceso histórico, ha sido un constante estar haciéndose; dinámico, porque Trujillo se ha hecho en el trabajo. Soñadores, y de los buenos, hemos sido y somos. La Diosa Icaque y el Padre Ches, a diario escrutan el cumplimiento de nuestra herencia Cuica; la luz que nos viene de Quibao, de Isnotú y de Mosquey, no ha dejado de alumbrarnos; Jaruma, José Gregorio Hernández y Mario Briceño Iragorri, siguen guiándonos en el amor por el terruño. Gracias Artemio por recordárnoslo, en tus “Cuicas y sus herederos poéticos”.
¿Por qué esta reflexión?
Porque el turismo, aseguran algunos, habrá de depararle a nuestro estado grandes beneficios, incluso, hay quienes hablan de convertir a Trujillo en una potencia turística. Acúsennos de lo que se quiera, pero la cosa no es tan fácil, debemos ser realistas. Ni tenemos “vocación turística”, ni poseemos la infraestructura necesaria, para esta actividad. Todo está por hacer. Lo cual, no significa que no pensemos en el turismo como una actividad importante para el desarrollo socioeconómico de nuestro estado.
Para nosotros, el turismo debe ser considerado una actividad amplia, compleja y dinámica; debe ser concebido de manera integral y, no sólo como una actividad económica; debe colocar la recreación, el esparcimiento, la salud, la educación del ser humano como sus objetivos superiores; por ello hablamos del agroturismo, ecoturismo, turismo de aventura, turismo de salud, turismo educativo, etc.; en los cuales, deben desarrollarse actividades a partir de un relacionamiento armónico y equilibrado hombre-naturaleza.
Por lo que, la formulación de una política sobre turismo, tendrá que ser producto de un amplio proceso de consulta con los sectores involucrados e interesados en dicha actividad; debe definir, con absoluta claridad, cuál es la oferta turística que podemos garantizar, cuáles son las ventajas comparativas que tenemos con respecto de otras regiones, cómo vamos a hacer para que ésta actividad no dependa -de manera exclusiva- del financiamiento económico gubernamental, cómo vamos a hacer para atraer inversión extranjera. Son variables que debemos definir; hacerlo con éxito, dependerá del realismo y la pertinencia de los planes que se elaboren para la misma.
En tal sentido, sugerimos que:
Se conforme un organismo que sirva de encuentro del sector público y privado, dedicado o relacionado con dicha actividad, para la elaboración, coordinación y dirección de los programas y políticas que ambos sectores formulen.
Brindar al sector privado toda la atención, apoyo y asesoramiento en los emprendimientos que éste se proponga adelantar, con el objetivo de ofrecer a los turistas momentos de distracción, recreación y esparcimiento, cónsonos con sus exigencias y expectativas.
Promover la inversión pública y privada en infraestructura turística, garantizando la seguridad jurídica de las mismas, a través de claras definiciones sobre la propiedad y titularidad de la tierra, ante los organismos competentes.
Aunado a ello, como parte de una nueva visión del turismo regional, debe elaborarse un plan de divulgación de las potencialidades turísticas del estado Trujillo. La diversidad de climas y relieves generan una amplia variedad de paisajes, que son nuestra riqueza natural; la misma, debemos complementarla con las manifestaciones culturales y las arraigadas creencias religiosas existentes en el estado, para convertirlas en nuestra potencial oferta turística.
Estimular, promover y edificar, un intenso plan de construcción de posadas y otros tipos de albergue con fines turísticos, con el propósito de garantizarle, a quienes nos visiten, una infraestructura habitacional cómoda y confortable; asimismo, la apertura de pequeños y medianos expendios de alimentos, en donde se oferten los platos típicos de la gastronomía y la artesanía trujillana.
Hacernos de una visión turística que, junto a lo local, abra sus puertas al turista nacional e internacional.
Convertir a Trujillo en una potencia turística, no es una tarea fácil, son muchas las carencias que tenemos para una actividad como ésta, las cuales no podrán ser superadas, si el turismo no es concebido como una actividad que forma parte del Plan de Desarrollo Integral del Estado.
El autor es: Profesor ULA
npinedaprada@gmail.com