Si en algo estamos de acuerdo los cristianos es que Jesús de Nazaret vino a redimirnos a todos, por encima de nuestras diferencias, incluyendo las políticas. Así como el sol sale para todos, así está Jesús con sus brazos extendidos y abiertos en el madero, para expiar nuestras culpas y redimirnos de nuestros pecados.
No obstante, existen diferencias y ritos que han proyectado nuestras creencias y nuestra fe agrupadas en liturgias y creencias religiosas las cuales se expresan en los diferentes credos e iglesias que existen en el mundo, para venerar a Jesús y a los santos como se manifiesta en la Iglesia Católica, la de mayor número de creyentes en Venezuela.
Alrededor de sus ritos están las leyendas religiosas e historias, como la que existe en la ciudad de La Grita, estado Táchira, alrededor del “Santo Cristo de los milagros” o de “la montaña”, como bien lo bautizara el fallecido Presidente de los venezolanos, Hugo Chávez Frías en sus asiduas visitas, a la venerada imagen en su Santuario como ícono de la Iglesia del Táchira y del país, proclamado ahora como “Patrono de Venezuela”.
En varias oportunidades nos hemos referido a este importante símbolo de la fe de los tachirenses y de otros feligreses de Venezuela y del mundo, por su proyección y amor que le profesan sus hijos como redentor de la humanidad.
En artículo publicado en medios de comunicación del país, hicimos referencias a unas palabras pronunciadas por Monseñor Mario Moronta en ocasión de la celebración de los actos del 6 de agosto, fecha en la cual se venera la imagen sagrada:
El obispo hizo una reflexión sobre los mercaderes del templo, los cuales podrían ser arrojados de las iglesias con sus estampas, afiches, tazas de cerveza y franelas para el próximo 6 de agosto, para separar los actos religiosos de las ferias populares que siempre han existido, pero que nada tienen que ver con la fe y las promesas de los peregrinos que se inclinan ante el Santo Cristo de Los Milagros, el santo de devoción de los gritenses y de quienes vienen de lugares remotos a venerar el futuro patrono de Venezuela.
En días recientes un candidato presidencial, de cuyo nombre no quiero acordarme, con todo su derecho, se acercó al Santo Cristo de La Grita, pero sin el mayor conocimiento y respeto por las tradiciones cristianas y sus ritos; se inclinó ante la imagen, con ademanes propios de los judíos, quienes se inclinan ante el muro de los lamentos, no con la misma devoción que le profesan los cristianos y católicos, al hijo de Nazaret a quien precisamente crucificaron los judíos.
En las visitas realizadas ante el “Cristo de la Montaña” por el Comandante Chávez, mostró el mismo respeto que por el Santo Cristo de La Grita guardó el Libertador Simón Bolívar quien al despedirse no le dio la espalda, sino retrocedió de frente ante la imagen sagrada de los griteños.
Podremos tener diferencias, pero no confundamos los ritos judíos con los católicos... ¡Por Dios!