Por decisión de una Alcaldesa de cuyo nombre no quiero acordarme y gracias a la asesoría, de ilustres consejeros culturales de la conocida como “Atenas del Táchira”, decidieron restaurar la Plaza Bolívar y dejar como monumentos, dos estatuas del Libertador.
Una de las manías por no decir tradiciones que han puesto de moda en las Alcaldías de Venezuela, en la IV y en la V República, es la remodelación de sus plazas y bulevares; cosa que hacen en tiempo record, pero no precisamente la relacionada con los trabajos de restauración, sino con los de destrucción.
La rapidez con la que actúan las contratistas o empresas en estas obras en la demolición o destrucción de dichas infraestructuras es sorprendente; sobre todo, cuando actúan con las que puedan representar una huella histórica para nuestro país. Esto podría ser un buen recaudo para cualquier record guinness.
En La Grita se han realizado, como en la mayoría de ciudades de Venezuela, un número indeterminado de remodelaciones o restauraciones que a la final han resultado un adefesio y una manera muy singular de dilapidar los dineros públicos, porque al final de la jornada, nadie sabe el costo exacto de las obras y los alcances de la mismas son abultados, cuando se estiran los presupuestos y los burgomaestres tratan reparar los entuertos.
Para el Cuatricentenario de La Grita, en tiempos de la IV República, unos ilustres asesores plantearon al Presidente de entonces, mejor conocido por las siglas de CAP que hiciera una obra de envergadura en la ciudad del “Valle del Espíritu Santo”, un ilustre general quien presidió la Junta del evento y sus adulantes, se les ocurrió la brillante idea de remodelar la plaza. Demolieron los bancos históricos, sus pinos y cominerías y construyeron un mamotreto que al poco tiempo el pueblo bautizó como la “caballeriza”.
En la búsqueda de una reelección que resultó infructuosa, la Alcaldesa que con el tiempo desaparecería del escenario, se dejó llevar por un consejero que resultó más que espiritual, quien trajo un artista para construir una de las obras más alegóricas que jamás se hayan construido de Bolívar y a la cual definirían prestigiosos escultores y arquitectos del país como un adefesio.
Por ejemplo sobre la obra Fruto Vivas dijo: "Considero, con el mayor respeto, que esta escultura viola el mensaje
de libertad, ya que el caballo se encuentra encima de la silueta que representa a Bolívar y además la espada señala hacia abajo, es como si fuera un mensaje subliminal de decadencia, por eso se puede argumentar conceptualmente este hecho de la manipulación de la imagen de Bolívar,dado que la clásica imagen de Bolívar es la de emancipador olibertador, no la de atropellado por un caballo en su cabeza".conceptualmente este hecho de la manipulación de la imagen de Bolívar, dado que la clásica imagen de Bolívar es la de emancipador o Libertador, no la de atropellado por caballo en su cabeza”.
Por su parte, el cronista de la ciudad Néstor Melani había sugerido que la obra pedestre, construida en 1916 por el escultor italiano Fose V. Lera, en los Talleres de la Vía Reggio de Florencia, por encargo de la Compañía Roversi se colocará en la Casa de Bolívar.
Según otros historiadores, la verdadera estatua que debería lucir la Plaza Bolívar de La Grita, es una hermosa ecuestre que luce muy airosa la población de Cordero, también en el estado Táchira, porque la otra pedestre similar a la que está con la ecuestre en la plaza actual, donde hay dos Bolívar, es la que se exhibe en una plaza de la isla holandesa de Curazao.
En la Grita se han puesto de moda los duplicados. Por eso en la Plaza Bolívar tenemos dos estatuas y en la Basílica del Espíritu Santo dos Santo Cristo: “Ni tan calvos, ni con dos pelucas”.