A grandes rasgos la política editorial venezolana ha sido excluyente, con tendencia a publicar solamente trabajos de autores arrastrados a los gobiernos de turno; obras de “intelectuales” pertenecientes a la élite; y escritos de una u otra forma procapitalistas. De manera que el resto de textos ha sido despreciado abierta y descaradamente, si bien pudo haber aportado algo a un mejor país y una mejor humanidad. Desprecio que ha ido de la mano de la cosmovisión burguesa.
Ante tal situación, y en el marco de un proceso político teóricamente izquierdista, fue creado el Sistema Nacional de Imprentas en el 2007, con la Fundación Editorial El perro y la rana como órgano visible. El “objetivo fundamental fue consolidar en los 24 estados un sistema que permitiera la publicación de libros de autores inéditos, éditos y otras publicaciones culturales, enmarcadas dentro de las políticas públicas del Ministerio (…), es una propuesta donde la imprenta deja de ser una entidad institucional, elitesca, para formar parte de todo un macro proyecto ideológico en pro del proceso revolucionario en curso, que llama a la integración y formación comunitaria” (tríptico del Ministerio del Poder Popular para la Cultura).
De la cita anterior destáquese la idea de publicar a autores inéditos en el marco de una actividad editorial incluyente. Sin embargo la realidad no parece ser muy diferente a la de otras editoriales en Venezuela, al menos en el caso de la sede de Mérida. En este sentido es pertinente señalar que en noviembre de 2011 entregamos un manuscrito a El perro y la rana-Mérida, ilusionados por el buen trato y lo que habíamos leído y oído de esta fundación. Luego de unos meses la coordinación local informó lo siguiente, vía correo electrónico:
“Buenas tardes, su libro ha pasado a la segunda evaluación por parte del consejo editorial. Le agradecemos su confianza al traer su manuscrito ‘Las comunicaciones y el poblamiento colonial en la cuenca alta del río Chama (siglos XVI-XVII)’ (…). Le daremos más información a finales de Abril de este año.
Los días Jueves se atenderá cualquier duda en la sede del S.N.I. ubicado en el sótano del C. C. Tulio Febres Cordero” (06-03-2012).
De ahí en adelante sólo obtuvimos información ambigua y evasiva sobre la posibilidad de publicar nuestra obra, y desde hace más de un año no hemos recibido ningún tipo de notificación, a pesar de que “La Editorial contactará al autor o autora una vez se obtenga una respuesta definitiva a la propuesta por parte del Consejo Editorial Popular Regional” (tríptico del Ministerio…). Debido a tan extraña situación, decidimos consultar a El perro y la rana-Caracas, quienes respondieron lo siguiente al correo: “Referente a su caso buscaré información directamente con los compañeros de Imprenta Regional, me estaré comunicando con usted por esta vía” (12 de mayo de 2014). Pero no se comunicaron con nosotros al respecto, y no sabemos si llegaron a establecer contacto con la sede merideña. Es evidente, por tanto, que el trabajo aquí referenciado no sólo no fue tomado en cuenta para ser publicado; quizá no fue evaluado una segunda vez por el Consejo Editorial.
Si bien El perro y la rana-Mérida no se interesó en publicar el escrito por nosotros presentado (sus razones tendrán), lo que molesta es que la coordinación de la sede andina no fue capaz siquiera de notificarnos el resultado de su evaluación (si es que en realidad se hizo), violando así una de sus propias normas. Por este motivo consideramos que la Fundación Editorial El perro y la rana, sede de Mérida, desprecia a los autores inéditos, en especial si son ciudadanos “comunes”, sin vínculos con el poder político, económico o de otra índole. Entonces, ¿qué pasó con el carácter incluyente que se supone es la esencia del Sistema Nacional de Imprentas?, ¿hay preferencia hacia los oportunistas y la élite intelectual?, ¿responde finalmente a los intereses del Estado burgués?
Por cierto, ante la sospecha de que nuestro trabajo ya no sería publicado, nos dirigimos un jueves a la sede merideña de El perro y la rana y preguntamos si podíamos entregar otro manuscrito, recibiendo como contestación un rotundo no. ¿Qué tiene que ver esta postura con el objetivo fundamental y con la propuesta del Sistema Nacional de Imprentas?