Este sábado 29 de noviembre con motivo de los 499 años de Cumana, acepté la invitación de algunos amigos para participar en un pequeño congresillo que tenía como objetivo discutir los 499 años de la primogenitica y las deudas que con ella tenemos los venezolanos y venezolanas.
La reunión tenía la finalidad de preparar una especie de declaración y hay un papel de trabajo que no sé si sea posible publicarse. La invitación no me la saqué en una rifa, estaba muy justificada.
Pero no es la invitación a este congresillo, el punto de este articulo. El punto fue una cosa que oí y que debía saber, pero no conocía. En la reunión hubo una ponencia en la cual se describió el desarrollo gasífero y su impacto en Sucre. Culminada la ponencia, una persona que no estaba como ponente pidió un tiempo para hacer una consideración que después de oírla y ver unos detalles me dije: ¡Ay cumana! Quién te ve.
Oí al ponente sobre el proyecto gasífero y como “margariteña/tigrensa”, no me fue ajeno el proyecto. Ese proyecto gasífero que se desarrolló y desarrolla en este siglo XXI en Sucre, es exactamente el oleoducto de casi 155 kilómetros que se construyó en la década de los cuarentas del siglo XX entre el pozo campo oficina a la refinería de Puerto la Cruz en Anzoátegui. Casi setenta años después, por ahora, es el mismo proyecto de oleoducto Campo Oficina/Puerto la Cruz, que para ese momento era el más largo del mundo.
La persona que pidió la palabra, cuestionó duramente la ponencia sobre el desarrollo gasífero y en nos presentó varias láminas de un Plan de PDVSA de la Faja. Este plan, según esta intervención, tiene a Sucre como un elemento importante porque PDVSA, según lo que oí en la ponencia, tiene proyectado un puerto en Araya para servirle a PDVSA.
Una lámina me permito entender que ese oleoducto que se construyó hace más de 70 años, es exactamente el mismo proyecto de hoy. Observé en una lámina, que PDVSA proyectaba un esquema de ciudades y me asombró ver que el plan de la faja define una estructura o jerarquía de ciudades donde aparece Caracas y Maracay, pero la primogénita no aparece. ¡Ay Cumana! Quién te ve
Siendo Margariteña/Tigrensa, me duele Sucre. Esta dolencia me lleva a preguntarle al camarada Maduro: ¿Ama al estado Sucre? Es posible que el camarada Nicolás Maduro ame al estado Sucre, pero creo que PDVSA no la quiere, aunque sabe que en sus costas, la actividad de extracción de gas pude estar en el orden de 1.200 MMPCD, pero sucre no llega a calificar en esta jerarquía de ciudades que presenta el Plan de la faja.
Duele Sucre, porque fue una cenicienta de la democracia representativa y en esta protagónica, dando su importante aporte, no calza como ciudad, aunque tiene una historia oficial de 499 años.