Si mal no recuerdo el titulo de este trabajo lo leí en "Doña Bárbara", de Rómulo Gallegos", primeramente y más después lo refiere Fernando Calzadilla Valdez en "Por los Llanos de Apure"; se trataba allí de las inmensas dificultades, que en el Apure de antier, encontraban nuestros navegantes para remontar caños y ríos en plenas crecientes, bogando con palanca y canalete, sin contar con los motores fuera de borda que surgieron tiempo después y hoy día son muy comunes para facilitar el traslado de todo tipo de embarcaciones por nuestras vías fluviales.
En aquellos tiempos remotos, de finales de Siglo XIX, y un poco más allá de la primera mitad del XX, el Apure fue un espacio territorial de supremas dificultades para el establecimiento y desarrollo social, las limitaciones superaban con creces la posibilidades para el éxito de empresas ganaderas que pudieran equipararse con otras similares en la Europa, los Estados Unidos o la misma Argentina de nuestra propia subregión. Sin embargo, con toda y más de esas dificultades aquí emergió y se destacó siempre el hombre llanero, quien por su capacidad laboriosa y profundo apego a su tierra, se levantó sobre las dificultades con voluntad y constancia férrea, logrando incluso domesticar en parte al medio, aunque sin perder la rusticidad, que nos es característica a los naturales de estas pampas infinitas y libertarias del extremo Sur de Venezuela.
Nacimos y crecimos entre nuestros padres que siempre nos advertían: "Quien trabaja no pasa hambre", "El Hombre que no trabaja para llevar a la casa el Pan para él y su familia, no merece el respeto de los demás", "El que aprende desde pequeño a trabajar, cuando sea adulto buscará el pan mediante su esfuerzo y trabajo, mientras que el flojo se dedicará a saltar tapiaos ajenos para robar el alimento que necesita"… y así podemos encontrar muchas más reflexiones de nuestros abuelos, convertidas en aforismos de cotidiana expresión y consejo permanente.
Hoy día los sabios y nobles preceptos de aquellos antecesores adquieren una vigencia particular y son aspiraciones colectivas de quienes entendemos que gran parte de nuestras angustias, carencias e infelicidades, son producto de la exagerada flojera de muchos y de la notable descomposición social que amenaza con convertirse en epidemia. Son tan comunes las cosas inaceptables que el estoicismo se generalizó en la población y lo más peligroso es que también se ha generalizado la validación de conductas impropias, con la desgraciada frase: "Esto no tiene remedio"… ¿Cómo es que se te aparece en la casa uno de los hijos con un objeto cuyo valor supera todo el ingreso anual de los padres y ninguno va a indagar o preocuparse sobre cuál es el origen de eso? ¿Por qué un padre o madre permite que, bajo el subterfugio de la moda, el muchacho llegué a casa parecido a un espantapájaros, exudando marihuana y ni una sola palabra de corrección conductual le exprese? ¿Qué buen ciudadano puede resultar un niño cuyos padres lo lleven hasta su adultez sin enseñarle a realizar ningún esfuerzo productivo? ¿Podrá ser padre o madre responsable el pequeño que desde su nacimiento tuvo como modelos a padres viciosos y haraganes?
Pues bien, muchos otros casos pudiéramos mencionar pero el espacio no lo permite. Con todas estas interrogantes queremos destacar que el progreso social tiene como primer término y base indispensable a la persona y su conducta, y la persona a su vez tendrá una conducta social idónea si desde el hogar devino una formación cónsona con los mejores valores sociales y la conciencia de superar carencias, lograr metas y conquistar objetivos con el propio esfuerzo sumando a las voluntades de los demás, sobre todo siguiendo el ejemplo de quienes transitan hacia mejores estadios de superación individual y colectiva.
Atravesamos en el presente un conjunto de problemas y penurias que no tienen razón valedera para que sucedan; por ejemplo: ¿Por qué en Apure, tierra de grandes ríos y lagunas, un kilogramo de pescado cuesta muchísimo más que uno de Carne, Cerdo o Aves obtenidos con tanto esfuerzo e inversión? No creo jamás que los tipos pescadores se hayan dedicado con afán a darle alimentación con teteros a los Coporos, Bagres o Curvinas para que estos animales crecieran hasta hacerse aptos para el consumo humano… Así mismo suceden otros tantos asuntos inaceptables y la gran mayoría de los ciudadanos nos encontramos entre la tolerancia exagerada de algunos que con similar actitud lo justifican y de otros tantos funcionarios corruptos, descarados y aguantadores, que subsisten lucrándose entre la podredumbre y el latrocinio.
Es sin duda una situación muy difícil para el gobierno y la población en general superar tal degradación social sin que se levante la decisión y acompañamiento unánime de los afectados, que somos la mayoría, para sumar esfuerzos y detener el asedio que la minoría corrupta nos impone. Por ello la llamo "Tarea de Galeotes", porque galeotes fueron aquellos prisioneros que convertidos luego en esclavos, se les confinaba a remar en las Galeras y terminaban su existencia reventados por dentro del agotamiento, para luego ser tirados como alimento a los carroñeros marinos. Sin embargo, si la conciencia social se decide a superar manipulaciones de todo tipo y asumimos algunos sacrificios imperiosos, podemos vencer las dificultades porque existen disponibles los recursos necesarios para lograrlo: mucho talento humano que puede incorporarse, inmensos recursos materiales potencialmente aprovechables y cuantiosos recursos financieros que provienen de la renta petrolera, la cual si bien ha disminuido un tanto su valor de cambio, seguirá descollando durante incontable tiempo por ser la principal fuente de energía mundial y nuestro país el de mayores reservas probadas.
El reto está planteado y la decisión de ser mejores corresponde a todos los hombres de buena voluntad… sin excepción.