En fecha reciente; sábado 21 próximo pasado fui cordialmente invitado a participar como ponente en un foro organizado por los participantes del Programa Nacional de Formación Avanzado (PNFA) del Ministerio del Poder Popular para la Educación, que se lleva adelante en nuestra región deltaica. Se abordó la temática referida a "Experiencias significativas para el desarrollo de una educación basada en el trabajo productivo en el marco de una visión socialista". En lo que a mi corresponde, inicie un recuento histórico breve, respecto a la presencia humana milenaria en la planicie Deltaica-orinoquense, para luego referirme al hecho que la adopción de las actividades agrícolas en esta gran región escasamente roza los ciento cincuenta años. La introducción de cultivos y cría de animales domésticos y sus correspondientes técnicas de manejo, corresponden a la presencia humana foránea de misioneros de la Orden Capuchina-Franciscana, fundamentalmente en el bajo Delta y en el alto Delta de grupos migrantes de otras regiones del oriente venezolano; estado Sucre e Isla de Margarita principalmente.
Considero que a todas estas, nuestra región, planicie de desborde de una de las cuencas hidrográficas más grandes e importantes del planeta, amerita una atención especial. Particularmente en lo que respecta a considerar los efectos de la intervención antrópica ocurrida hasta el presente; pristinidad hecha añicos con el bloqueo del caño Manamo, hecho del cual se están cumpliendo cincuenta años, ¿Motivos de celebración o pena?. Esa o esas múltiples intervenciones aún no evaluadas seriamente en su impacto hasta ahora, tomando en cuenta la importancia estratégica que significa el Delta para Venezuela y el caribe oriental, más allá de nuestra fronteras nacionales. Ante tal hecho, en cuanto a la actividad agrícola, se requiere abordar líneas de investigación para: lograr un mayor conocimiento de los ecosistemas deltaicos para así entender su funcionamiento, su dinámica ante la introducción y/o dependencia de insumos externos de la actividad agrícola, hasta alcanzar conocimiento y tecnologías para un uso sostenible, haciendo posible minimizar los impactos y convertirla en una actividad genuinamente productiva. Encarar seriamente la trashumancia y su impacto ambiental, aportando soluciones con y para los productores. Entonces, debemos propiciar y repensar una nueva agricultura que diversifique y utilice sostenidamente la amplia y generosa biodiversidad territorial, con su correspondiente valoración y respeto. Ejemplo de ello es el pueblo Warao, con presencia territorial desde hace más de siete milenios.
Los nuevos escenarios incluyen primordialmente, los educativos formativos de nuestra población. Articulación de los distintos Programas Nacionales de Formación (PNF); incluido el recién creado en Medicina Veterinaria, entre otros que se seguirán sumando y su correspondiente articulación con políticas, instituciones y programas nacionales como "Manos a la Siembra", CIARA, INDER, y otros. Con todo ello, profundizar la municipalización universitaria; "la Universidad va a las comunidades". De modo que estaríamos retomando el camino que circunstancialmente abandonó nuestro Grande Simón Bolívar, en aras de la Libertad. Consolidémosla entonces asumiendo la soberanía en la producción sostenida de nuestros propios alimentos.
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