La nueva forma urbana será avalada y confirmada por el poder político
No amparamos la nueva formalización de la Residencia Federal de Gobierno de Cumaná, porque se pretende la sobrevalorización en cuanto a lo impropio de esa arquitectura, su funcionalidad y sus valores estéticos.
Esa nueva formalización entorpeció la presencia de la escala humana de la fachada-calle y la vida comunitaria que creaba aquella forma urbana. Asimismo, obstaculizó la relación de la tapia perimetral del jardín nobiliario con su arco triunfal trilobulado y los lugares de reunión social: la biblioteca, el salón de fiestas, la terraza, el patio central, el jardín y la capilla palatina. Como contraposición, la vieja formalización del Palacio del Márquez de Cajigal, ya no tiene escala humana, no tiene calles, ni fachadas, no existen lugares de reunión que fomenten la comunicación, convirtiéndose en la causa de la pérdida de la vida comunitaria y de todos aquellos valores pretéritos.
Un análisis más imparcial sobre lo viejo diría que lo propio no es tan propio; que el plano arquitectónico de patio nace en el Mediterráneo hace milenios; que el adobe como material constructivo es aún más viejo; que los techos de caña, barro y tejas se multiplican en los Andes y sin tejas holandesas; que la celosía y las persianas son de origen árabe; la pavimentación de ladrillos hidráulicos es de origen italiano; los plafones en latón martillado y repujado traídos de Paris; las grandes alfombras persas; los candelabros araña de cristal; los muebles Luis XV; el comedor con sillas para 22 comensales de estilo victoriano-inglés; los paneles de madera acristalados; las vitrinas con la platería de servicio y la vajilla de porcelana blanca mandados a hacer en Inglaterra y, por si fuera poco, las obras de arte del siglo XVIII.
Pregunto, entonces: ¿Habrá nacido esa arquitectura como respuesta funcional al mercado de artes?, ¿Era el material recuperado producto de las demoliciones apropiado para la venta o la reutilización ? Además, ¿No era el mercado inmobiliario impuesto por la ausencia de reglas de contratación claras?
No obstante, reconozcamos algunas ventajas de la formalización antigua sobre la actual:
Las construcciones respondían más al valor de uso que al valor de cambio; sin que esta afirmación trate de negar la existencia del negocio inmobiliario, que tiene antecedentes muy lejanos y del que se dice que ya Cicerón en sus tiempos explotaba con éxito. Afirmamos simplemente que "la burguesía de la época" antes del capitalismo inmobiliario fue mucho menos exigente y científico que el actual advenedizo boliburgues y ello redundó en menores distorsiones formales.
Otra ventaja fue que no era obra de arquitectos que trataban de exaltar su ego creador, y entonces la producción artesanal resultaba casi estandarizada en sus unidades y elementos, imponiendo además el parcelamiento estrecho, una contigüidad generadora de un continuum espacial de horizontalidades, donde se inscribía la verticalidad de los ritmos de vanos y pilastras. Como contraposición, la formalización actual hace que el papel del diseñador desaparezca y, mucho más grave, el profesional de la arquitectura pierde preeminencia y jerarquía. Y, con ello, los elementos estructurales ambientales, culturales, históricos y patrimoniales no juegan papel relevantes.
Toda arquitectura popular dio siempre resultados de armonía parecida, como lo comprobamos en cualquier pueblo andino o en cualquier aldea europea, como consecuencia de una mayor homogeneidad social correspondiente a menor división en el número de clases o fracciones de clases. Y en nuestro caso, ya desde los comienzos de la homogeneidad social de los cascos urbanos de los colonizadores blancos, fue defendida por la segregación del indio a poblaciones colaterales, como se hipotetiza en mi trabajo de investigación histórico-urbana sobre Cumaná.
Sobre esto, afirmamos, que la estructura espacial no es independiente de los niveles económicos, políticos, ideológicos y técnicos de las sociedades que la ejecutan. Y si bien podemos admitir en el nivel formal autonomía, no es posible prescindir de la articulación de la forma con los otros niveles y mucho menos con el económico como determinante. Y, al mismo tiempo, aseveramos que la nueva forma urbana de la Residencia Federal de Gobierno de Cumaná, será avalada y confirmada por el poder político, que modificará a través de sus organismos de planificación, reglamentos, decretos, normas y disposiciones para legitimar y sancionar la nueva práctica de apropiación y modelaje del espacio urbano-arquitectónico.
Por eso solicitamos que el Instituto del Patrimonio Cultural (I.P.C.) debe poner las cosas en su lugar y con fundamento en lo denunciado la oficiosidad del Ministerio Público y de la Defensoría del Pueblo.