En Homenaje a nuestro Patrono de Maracaibo en este 20 de enero. Su día
Mucho se ha comentado las razones del porqué los Maracuchos no se han conformado con venerar a su Virgencita de la Chiquinquirá, sino que les dios por adorar de paso a Sebastián, un Santo traído de tierras del emperador Diocleciano, quien llegó a nombrarlo jefe de la primera cohorte de la guardia pretoriana imperial; por supuesto, no sabiendo que Sebastián era un activista del cristianismo.
Unos comentan que fue en el viaje de Alonso Pacheco, cuando llegó por primera vez una imagen de San Sebastián. Nosotros imaginamos y no aseguramos que, quizás fueron los primeros Misioneros Católicos, quienes trajeron la fe de este Santo Patrono, cuando llegaron a estas orillas, llenas de día, de palmeras, cocotales y arenas calientes; y de noche, de estrellas y relámpagos intermitentes como nuestro Catatumbo.
Esta devoción a San Sebastián data desde los orígenes de Maracaibo como poblado. Incluso, hay quienes cuentan de cómo en tiempos de la Peste Negra, traída por la Europa Invasora, entre 1779 y 1884, tan sólo a punta de rezos, ruegos y otros petitorios, los enfermos de aquella pandemia diabólica, comenzaban a sentir mejoría y hasta algunos lograron salvarse del fulminante virus imperial.
Aquí en Maracaibo las primeras misiones de capuchinos en llegar, fueron las que el Rey de España envió el 19 de agosto de 1744. Ella constaba de doce religiosos Capuchinos provenientes de las regiones de Navarra y Cantabria. Será posible que hayan sido estos Capuchinos quienes trajeron entre sus Santos al ahora Patrono de Maracaibo. Es Probable
En su afán misional en 1749 España resolvió enviar más misioneros, quienes venían resueltos en nombre del Señor a cumplir el sagrado, pero riesgoso propósito ecuménico, debido a la resistencia obstinante que tenían nuestros indígenas, a ser convertidos a la religión católica.
Veamos quienes fueron esos Misioneros, que tuvieron la dicha y la osadía de venir a parar a estas tierras acostumbrada a la Yaguasa en coco y el armadillo asao con plátano verde.
Aquellos misioneros colmados de aventura y de la palabra de Dios, que se acercaron a estas tierras fueron: Pedro Felipe de Cintruénigo, de 46 años, canoso y con una cicatriz en la cabeza. Francisco de Tafalla, de 42 años de edad y poca barba. José de Espronceda, de 42 años de edad y pelo castaño y Francisco de Allo, de 42 años y de barba negra.
Entre los Misioneros que también bordearon nuestras costas y quizás les gustaron como cocinaban nuestros indígenas añú, paraujanas y Guajiras, estaban León de Zuazu, de 50 años de edad, pálido de rostro y moreno. Adrián de Los Arcos, vicario, de 32 años de edad, corpulento y barbado; y Francisco de Urroz, quien fuera propuesto para lector, tenía 38 años de edad y era algo calvo cuando apareció por los lados del convento.
Cuidado si no fue este Francisco Urroz, quien, entre sus lecturas, leyó sobre la fe que había que profesar a nuestro San Sebastián, Patrono de Maracaibo.
Es probable que nadie lo sepa, pero lo cierto es que a este nuestro Patrono, hoy le celebramos un año más de infinita veneración y también le volvemos a pedir, que nos ayude junto a nuestra Virgen de Chiquinquirá y la mismísima Santa Lucía, a salir de esta pandemia, que hoy nos ha golpeado muy duro.