Cara del Indio y yo entablamos un diálogo sobre aquel piloto, Aldino Garanito, de la línea Santa Bárbara, vuelo 518, que aquel 21 de febrero de 2008, tomó la repentina e insólita ruta que provocó la muerte de 46 personas. Mucha gente se quedó asombrada viendo cómo aquel avión, después de despegar del aeropuerto, en lugar de seguir su acostumbrado giro a la izquierda, para pasar a un lado del Pico Bolívar tomó la vía contraría, dirigiéndose hacia la Cara del Indio. No pudo aquel aparato remontar el elevado picacho.
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En una ocasión –le voy contando a Cara del Indio-: mi esposa y yo viajamos con ese mismo piloto. Nos dirigíamos a Caracas, y Aldino Garanito volvió hacer otra de las suyas; se acercó al Pico Bolívar mediante sorprendentes maniobras, luciéndose con los pasajeros, a la vez que nos daba explicaciones que a nadie en ese momento interesaba. En verdad que estábamos más bien aterrados viendo la nieve como si estuviese a menos de dos metros de nosotros. Cómo todos deseábamos salir cuanto antes de aquellos inmensos desfiladeros, erizados y desérticos, metálicos filones que se nos tornaban tan atemorizantes. Luego de la muerte de aquel Aldino Garanito, Cara del Indio, corrieron muchas historias en Mérida, entre ellas, recuerdo, que el referido piloto quedó profundamente prendado de una muchacha preciosa, que yo conocía y que trabajaba una famosa imprenta merideña. Se decía que Aldino para saludarla, daba varias vueltas sobre la ciudad antes de aterrizar llamando su atención. Chao, Cara del Indio.
En ese vuelo se mataron varios comerciantes árabes. Uno de los pasajeros era el alcalde del municipio Rangel, Alexander Quintero y su hijo Eisberth Quintero de 11 años de edad. También perdió la vida el abogado y analista de geopolítica internacional Italo Luongo. En ese vuelo que yo había hecho por la mañana, de ese mismo día, estuve conversando con Italo Loungo sobre petróleo, él estaba invitado para dictar una conferencia en la Facultad de Derecho de la Universidad de Los Andes. Resulta que Italo Loungo terminó temprano la conferencia, y en lugar de quedarse en el hotel donde tenía reservada una habitación, con salida al día siguiente, optó intempestivamente regresar en ese vuelo 518, que despegó a las 5:29 de la tarde.