A propósito del encuentro de crónicas e historia merideña.
Dedicado a Don Ramón Darío Suárez y Don P. N. Tablante Garrido, eximios y honestos historiadores.
"Las fuentes constituyen la materia prima del historiador. (…) Historia sin fuentes, parece una fábula o un mito y en el mejor de los casos, un sublime ejercicio de creación, pero nunca historia. (…) …no es otra cosa que hacer metahistoria"
Arístides Medina Rubio. Teoría, fuentes y método en historia regional.
A modo de presentación quisiera compartir y sintetizar algunas ideas sobre lo que puede y debe ser la misión del cronista y del investigador histórico.
Los cronistas y los investigadores del siglo XXI que aspiremos cumplir cabalmente nuestras funciones debemos satisfacer al menos estos tres requerimientos: reputación, indiscutible trayectoria intelectual y formación adecuada. Una de las tareas prioritarias en la actualidad es la investigación y acopio de las fuentes historiográficas que permitan contrastar la historia de las ciudades, para deslindarlas del cuento, la fábula y la leyenda, e instaurar servicios informativos eficientes en cada pueblo, que sirvan no sólo a los estudiosos y estudiantes, sino a cualquier interesado, entre otras cosas esos Centros de Documentación de los Saberes deben contener información de lo arqueológico, etiológico, nomenclatura de calles, iglesias y capillas, vocabulario, juegos infantiles, el refranero, la toponimia, registro de testimonios y de informantes claves, álbumes de familia, colecciones de arte y antigüedades, el derecho consuetudinario (practicas, costumbres y reglamentaciones tradicionales) y las biografías de los héroes, civiles notables y de personajes populares que son el alma de los pueblos. En síntesis, todo lo que nos permita conectar el pasado, con el presente y el futuro.
Aunque suene una tarea difícil, ambiciosa e inalcanzable, a ella debe unirse el político, el sacerdote, el concejal, el dirigente comunal y los hacedores culturales. Es una labor colectiva. Ya no podemos seguir indiferentes ante el archivo que se pierde -pocos existen en nuestro Estado y los que hay están abandonados-, el museo que no se funda o crea, el monumento que se derriba, el busto que se roban, la cruz del cementerio que fue mutilada, el vestigio arqueológico surgido al abrir los cimientos que se oculta rápidamente, el hallazgo que se destruye o desaparece, el paisaje que se borra, el árbol que se tala, la colección que se deja de adquirir, la tradición o costumbre que se pierde sin que nadie lo evite, la personalidad que no se defiende, la historia propia que se desconoce y las fechas que se inventan. Al cronista y a los investigadores el Estado debería darnos el apoyo para que sigamos atentos a lo que sucede cada día en el pueblo y también para que evite lo predecible que puede suceder. Muchas situaciones todavía estamos a tiempo de revertirlas.
Por ello, los cronistas y los investigadores debemos ser soñadores, aún a sabiendas que siempre vamos a ser objeto de incomprensiones, de desdén y de ironías; pero quien gana es la cultura nacional, porque el juicio de la historia es inexcusable y quien veló probadamente y se desvivió en afanes culturales sabe de antemano que lo tiene fallado a su favor. Siendo está la misión del cronista y del investigador, debe mantenerse apegada a esos principios a despecho de desalientos, contra viento y marea, con propósito perseverante, con lo que no podemos fallar es con el ideal y el amor a la Matria. Pero esto no nos da una patente de corso para convertir la historia en lugares comunes y a conveniencia de circunstancias familiares o políticas, como muchos hacen. Construirse su propia historia como trajes a la medida.
Perdonadme amigos lectores por esta introducción, pero era necesaria antes de dar inicio a una columna semanal, quincenal o que saldrá cuando pueda, que tendrá por título: Los cronistas ante la historia: Errores que no deben repetirse que desde el 2017 tengo en mente y adelantada, pero por diversos motivos la he venido postergando, llego la hora de darle rienda suelta cuando algunos cronistas se han convertido en nocivos para la historia por su osadía, prepotencia y falta de investigar para aseverar con tanta seguridad hechos que por sí solos se contradicen o que no resisten la menor crítica histórica e historiográfica. En su mayoría serán rectificaciones históricas fruto de las lecturas y la investigación que quizás sean mal vista por los aludidos, entendida por conocedores del tema y criticada por quienes consideran de forma simplista que se debe respetar el trabajo de otros… si y es cierto, siempre y cuando no afecte los intereses de la mayoría. Da grima también como ahora algunos políticos con ínfulas de conocedores de la historia reescriben algunos acontecimientos de forma errada y con tanta vehemencia que muchos terminan creyendo el cuento y los aplauden sin cesar. Pendientes estaremos de ellos. Lo vi y oí en el Congreso de Historia de Mérida.
La idea es no crear ni caer en controversias, sólo me anima el propósito de cuidar y velar por una historia reafirmada en las fuentes, nada contradictoria para que las futuras generaciones no tengan que seguir repitiendo medias verdades. La historia de los pueblos no puede ni debe convertirse en una prueba de ensayo y error, que mientras aparece la fecha precisa cualquiera es buena con tal de celebrar. Que si no tengo el dato a mano lo invento. Ese conformismo es triste y aterrador más cuando viene de autoridades municipales. Sucedió recientemente con La Historia Básica de La Playa, donde se toma de las mechas una fecha inexistente y cuando fui al Concejo a pedir un punto de orden, la respuesta casi unánime fue necesitamos celebrar una fecha en La Playa y si esa no es después la cambiamos por otra. Como les parece, la historia no puede ni debe convertirse en un juego de tira y encoge a conveniencia de quienes nos gobiernan. Aunque con gran acierto dijo el filósofo, historiador y teólogo argentino, recientemente fallecido Enrique Dussel (1934 - 2023), que: "La historia es, desde luego, exactamente lo que se escribió, pero ignoramos si es exactamente lo que sucedió"
Y eso lo vemos a diario en las crónicas y relatos donde se abusa de la repetición de datos sin contrastar su veracidad. Es más fácil repetir que investigar y la verdadera historia está en las fuentes documentales, periódicos amarillentos de época y la tradición oral tomada al pulso de los acontecimientos. Los libros en la mayoría de los casos muestran la posición subjetiva de sus autores.
Néstor Abad Sánchez
Cronista de la Ciudad de Bailadores de 1991 al 2000
La Abadía, julio 21, noviembre 10, 2023
(*) Nota bene:
Por "Falsos positivos" se hicieron famosos y fueron denunciados por la prensa los casos de asesinatos de civiles no beligerantes haciéndolos pasar como bajas en combate durante el conflicto interno armado de Colombia, donde resultaron involucrados principalmente miembros del Ejército Nacional de Colombia.
Por falsos positivos de la historia quiero señalar y dejar en evidencia en un seriado de crónicas intituladas: Los cronistas ante la historia: errores que no deben repetirse, una sarta de aseveraciones temerarias que de primera resultan creíbles, pero que no resisten el menor análisis histórico e historiográfico. Son medias verdades que le hacen mucho daño a nuestra historia local, escritas sin consultar las fuentes que las sustente, lo más lamentable es que esos artículos y/o textos se convierten en la referencia más inmediata de los educandos, que es repetida y repetida bajo el auspicio de los entes oficiales.