El más acabado ejercicio clasista de la Propiedad Privada sobre bienes que por su naturaleza deben respetarse como colectivos data de viejísimo tiempo. Primero lo fue sobre la tierra de cultivo y sus concernientes habitantes.
El patriarca, cacique o pater familias, reyes y reyezuelos, monopolizaron esa propiedad, y en Europa y sus mal habidas colonias lo siguieron haciendo hasta finales del siglo XVIII. La propiedad privada esclavista rigió en las colonias americanas hasta bien entrado el siglo XIX, y en la Rusia zarista la propiedad feudal se mantuvo hasta finales de este mismo siglo.
Contemporáneamente, la propiedad capitalista, eufemísticamente llamada industrial, rige desde hace varios siglos, y su perfeccionamiento ha involucrado hasta los bienes colectivos menos susceptibles de privatización, como lo son los bienes intelectuales, las ideas innovadoras que de alguna manera pudieran cristalizar en bienes fungibles apropiables por compradores con suficiente poder económico y políticamente imperialista. Se trata de los COPYRIGHTS, una palabra que ya desde su propia génesis idiomática implica apropiación privada por parte de sus acuñadores.
Y hablando de COPYRIGHTS, el sistema informático Linux, presentado como un competidor libre de los tradicionales sistemas operativos: Microsoft, Apple, Mac, IBM, etc., representa fehacientemente una prueba de cómo hasta la manera de escribir en cualquier idioma, por castizo que este sea, está restringida a los derechos de propiedad intelectual impuesto por los sistemas pioneros.
Es así cómo expresiones de uso cotidiano y coloquial: ELIMINAR, GUARDAR, BORRAR, ARCHIVAR, ACEPTAR, CANCELAR, etc., han sido convertidas en verbos cuya misma grafía ahora forma parte inviolable de los derechos de propiedad intelectual registrados por los industriales de la Informática que tuvieron en suerte picar adelante.
Los invitamos a darse un ligero paseo por este sistema, Linux, para que convaliden esta denuncia que ahora hacemos, sobre estos COPYRIGHTS, mismos que calificamos como uno de los más perniciosos, oprobiosos y perfeccionados ejemplos de abuso industrial, de ventajismo capitalista mundial, que hasta ahora ha conocido la humanidad.