¿Alguien recuerda la vida y obra del famoso Cyber-Café? Ese proliferado establecimiento tecnológico y comercial, que ofrecía a los venezolanos la posibilidad de conectarse a la red telemática Internet y a los servicios de la Web, y que a finales de los años noventa y a principios de la década del 2000, se popularizó en todos los rincones de la extensa geografía venezolana.
Gracias a la sofisticada invasión de los Cybers en Venezuela, los hijos y las hijas de Bolívar copiaban y pegaban con rapidez los trabajos estudiantiles, se divertían conversando con gente desconocida en las anónimas salas de Chat, se tiroteaban por la espalda con las balas ensangrentadas de los juegos en línea, se sorprendían descargando la misteriosa fotografía de Hercólubus con los veloces 56k, y mataban el bendito tiempo real frente a la ventana virtual del ciberespacio criollo.
El aroma del café recién coladito en los Cybers venezolanos, se mezclaba con la magia acelerada del procesador Pentium, con el batallador sistema operativo Windows 98 o Xp, con el monopolio mediático de Microsoft, con los monitores obesos de tantos rayos catódicos, con el grito pegajoso de los productos Yahoo, con las eternas claves pirateadas de los documentos de Office, con la solitaria soledad de una deprimente partida de Solitario, y con el espíritu revolucionario de navegar en las mejores aguas cableadas de modernismo.
Pero con el crecimiento global de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), el manso público que asistía con religiosidad a los "Cybers de la calle", empezó a privatizar el olor de los peces digitales en la red, para beber el manantial de sal sin los ojos de la muchedumbre. El resultado de la gran ingesta tecnológica del siglo XXI, se tradujo en un mayor control personal del espacio de entretenimiento virtual, junto a la oportunidad de surfear las olas de madrugada con un teléfono celular, con una laptop, con una tableta, con una videoconsola, y hasta con un sincronizado condón de piedra.
La explosión de las redes inalámbricas se comió el dilema Y2K, y la pinza ponchadora RJ45 se quedó sin bolas, sin strikes y sin cables, por culpa de la omnipresencia narcótica de la espectacular red Wi-Fi, que ganó la corona del cielo con sus módems de Banda Ancha Móvil, con sus zonas descafeinadas de acceso gratuito, con sus furiosas antenas a prueba de montañas, con sus diversos planes de recarga de saldo, con sus chips liberados en el pecado, con sus codiciados puntos de venta, y con los esclavos venezolanos que no pueden vivir sin la letanía 2g, 3g, 4g, 5g y 1000g.
Sin embargo, NO todos los esclavos venezolanos tienen la suficiente estupidez mental y el suficiente dinerito en los bolsillos, para masturbarse a diario con el motor de Google, con la manito de Facebook y con la nube de Apple. NO todos los venezolanos son tan idiotas como para comprarse un Iphone o Galaxy, mientras los perros y los gatos mueren de hambre frente a sus narices. NO todos los venezolanos son tan endemoniadamente malditos, para endeudarse el alma con el grandioso smartphone chino y cochino que nos trae Movistar, Digitel y Movilnet.
Por desgracia, existen muchísimos venezolanos y muchísimas venezolanas de a pie, que NO tienen derecho a la exitosa vida inalámbrica de los demonios, por lo que siguen dependiendo en calidad y visitando en cantidad los arcaicos Cybers de la calle, para aplacar la injusta brecha comunicacional que carcome las hojas más frondosas del Araguaney.
He allí la traicionera realidad cibernética que enfrenta Venezuela. Pese a que estuvieron a un suspiro de desaparecer, los Cybers han vuelto a resurgir de las cenizas en las calles venezolanas, debido a que la grave crisis económica sufrida en el territorio nacional, no permite que los ciudadanos de escasos recursos monetarios puedan adquirir un equipo inalámbrico, capaz de proveer la tecnología informática necesaria para navegar en la World Wide Web.
No obstante, los propietarios de muchísimos Cybers venezolanos ya detectaron el auge de la miseria venezolana, por lo que vienen practicando el libertinaje moral y ético en sus establecimientos, aprovechando que las leyes venezolanas siempre brillan con la astuta ausencia de la Lopna, que la Sundde ni siquiera etiqueta el peor valor agregado, y sabiendo que Conatel siempre conduce con la dirección Ip equivocada.
Venta de cigarrillos y bebidas alcohólicas, permisos de administrador para entrar libremente en páginas pornográficas, accesos directos a videojuegos bélicos desde el escritorio. Niños y adolescentes fumando sin sus padres y respirando con el uniforme escolar, abuso descarado en el precio de las horas de navegación, distribución de golosinas con exagerado sobreprecio, abuso en el costo de las fotocopias y de las impresiones en papel. Usurpación de datos y estafas al ofrecer recargas de megas, transferencias bancarias, generación de planillas fiscales, y demás servicios que rayan en la ilegalidad y en la delincuencia de los operadores del Cyber.
Lamentablemente, muchísimos venezolanos humildes, de buena fe y con un corazón lleno de nobleza, se siguen sorprendiendo por la novedosa red telemática Internet. Abuelos, madres solteras, obreros, estudiantes becados, inválidos, campesinos. En pleno mes de diciembre del año 2016, esos ciudadanos piensan que es justo pagar 500bsf por navegar una hora en la gloriosa Internet, porque no saben que el dueño del Cyber paga menos de 500bsf, por disfrutar TODO un mes del rentable ABA Cantv.
Esos inocentes internautas venezolanos no saben del "truco" de los megabytes por segundo, no saben del magnífico switch que extiende 16 puertos, no saben de los gestores de las subidas y las bajadas, no saben de la suciedad de los hackers, ni tampoco saben del descomunal engaño ocasionado.
Son hermanos y hermanas de nuestro tricolor patrio, que necesitan realizar una actividad conectados a la Internet, y terminan siendo estafados por el libre albedrío venezolano. De igual manera, se vienen abriendo Cybers que utilizan las redes inalámbricas gratuitas implementadas por el gobierno bolivariano, para poder navegar y cobrarles a los usuarios por el uso de una red pública, que acaba colapsando por el alto tráfico que se concentra en las manos de la anarquía.
Venezolanos robando el pan de los venezolanos. Eso no es culpa del socialismo, no es culpa del humanismo, y no es culpa de la quinta república. Simplemente, es la típica y legendaria poción de "viveza y desvergüenza" que yace en los venezolanos, y que se agudiza con el errante discernir de su tremenda idiosincrasia.
Las irregularidades sociales relatadas en el artículo, ocurren diariamente en las carreteras asfálticas de Venezuela, y las fechorías se esconden detrás de una pantalla, de un teclado, de un ratón, de una cámara y de una llave USB. El conformismo, el silencio, y la aceptación de un espacio cibernético totalmente viciado, están consolidando la tragedia de una sociedad venezolana mentalmente insana, cuya salud emocional no vale más que un lento golpe al costado.
La hipnosis del capitalismo salvaje y del consumismo presente en los venezolanos, obstaculiza el porvenir de la brújula tecnológica que ignora la solidaridad, el altruismo y la fraternidad. Por eso ayer me dijeron que la Internet era la obra maestra del Diablo, y hoy estamos viajando por la mejor superautopista de la desinformación.