Salud Mental y Carnaval en clave decolonial

En la semana que finaliza mañana, también concluye el ciclo de las festividades carnestolendas en muchos paises del mundo. El origen del carnaval, no es del todo claro, hay versiones que señala que proviene de las fiestas paganas, como las realizadas en honor a Baco, el Dios romano del vino, otras versiones vinculan estas festividades con el calendario cristiano. En su origen las festividades carnestolendas estaban pensadas como un periodo de excesos y desenfreno, casi todo estaba permitido, antes de la Cuaresma, época de austeridad y abstinencia. Sin entrar en polémicas históricas, la incertidumbre del origen de esta festividad, nos coloca en la disyuntiva metodológica de seleccionar la más conveniente para el analisis en clave decolonial de estas festividades, no es ni la dilemática, ni la dicotómica, sino la dialéctica materialista, en clave decolonial.

El carnaval es una festividad social que combina elementos como: disfraces, grupos que cantan coplas, desfiles y fiestas en la calle. A pesar de las diferencias de su celebración actual en el mundo, la característica común, es la de ser un período de permisividad, de cierto descontrol temporal, coyuntural del pueblo que participa en dichas festividades. Son muchos los valores que se manifiestan en el carnaval: la belleza, la armonía, la fraternidad, la igualdad, el trabajo en equipo, la alegría, el arte, la celebración, algunos de los cuales, no practicamos en la convivencia cotidiana.

Al carnaval como festividad histórica cultural lo caracterizan ciertos aspectos: vincular el presente con el pasado como bien cultural intangible, expresión que combina música, danza, disfraces, rituales, participación, al parecer originariamente era totalmente participativo, pero con el correr del tiempo se fue diferenciando la participación del espectáculo, ¿Divide y venceras? Es decir, ha pasado de valor patrimonial de los pueblos (valor de uso) a espectáculo como valor mercantil (valor de cambio), otra característica es la polisemia y la capacidad para adaptarse, con flexibilidad al cambio social, vincular los sujetos a la comunidad.como principal desinhibidor social que reclama su derecho a expresar aquello que le es limitado a los pueblos por las ataduras a los dictámenes de los aparatos ideológicos oficialistas del Estado

Existe un propósito histórico y colonial de estas festividades, las cuales son liberar las tensiones, antagonismos sociales y de clase, mediante la catársis festiva, los pueblos practicantes de estas riquezas culturales requieren urgentemente, resignificar de manera permanente esta praxis, desde una visión crítica y decolonial, más allá del activismo festivo, que devele el potencial emancipador de estas festividades, para superar la dominación, la imposición y la sumisión de nuestras subjetividades, como incentivo para el despertar de la conciencia y superar, la inferiorización y subalternización a la que estamos sometidos como pueblo; para que las generaciones presentes, a partir de su organización social, pueden reconfigurar el rumbo de su quehacer cultural.

Reivindicar la esencia de la naturaleza y condición hipercompleja de lo humano, la vida y existencia armónica con la naturaleza y con nuestros congéneres, por encima del consumo superfluo y banal de las festividades, apropiadas por el afán de lucro del modelo económico capitalista que todo lo convierte en mercancía (valor de cambio), ve al mundo como un gran mercado; debemos develar los mensajes coloniales de la fiesta como espectáculo reivindicando, las estructuras patrimoniales, democráticas y participativas del carnaval y otras festividades comunitarias que trascienden su ancestralidad.

La esencia, el espíritu de lo festivo, popular, comunitario, ritual, ancestral de interpelación y cuestionamiento del carnaval, lo debemos rescatar para que no sea efimero, sino continuidad para un cambio de conciencia, motor de las luchas, reivindicaciones presentes y por-venir. Una lectura decolonial y su impacto en configurar la salud mental de los pueblos, debe reivindicar los legados bio-culturales, las memorias, los principios de solidaridad, el papel de la imaginación creadora radical, la autogestión y la participación popular como colectivos coreográficos, las fiestas populares, los encuentros de creación musical, el bicicarnaval, la danza y el arte popular.

Guerrero (2022) sugiere una lectura de las fiestividades desde dimensiones simbólicas, rituales, económicas, políticas y los sentidos que se configuran mediante la cooptación y usurpación simbólica, para ser repensados, resignificados y resimbolizados en clave decolonial, para la emancipación y liberación humana y no solo como catarsis festiva que facilita el control social y limita la autonomía patrimonal de esas festividades. Necesimos un despertar crítico y decolonial de conciencia de nuestros pueblos para que estas festividades cumplan un papel emancipador y liberardor.

El carnaval como patrimonio inmaterial, es un derecho de los pueblos por su liberación cultural, contra el consumismo y la usurpación cultural mercantilista de las tradiciones culturales, para evitar se convierten "inconscientemente" en parte del imperio hegemónico cultural. Es un alerta parar obstaculizar los procesos de las industrias culturales intensivas como el turismo que promueven prácticas folclorizantes de las culturas ancestrales, con agendas no solo nacionales sino supranacionales, que tras la figura de "patrimonialización" mercantilizan la fiesta y afirman las usurpaciones simbólicas, políticas, demagógicas-partidistas de los sectores dominantes, trastocando los sentidos históricos de la celebración cultural de los pueblos, para gritar enfáticamente que el patrimonio cultural de esta y otras festividades, no está en venta (Eloisa Carbonell,2022).

Existen estudios que señalan cómo el poder mediático logra posicionar en el imaginario colectivo, representaciones sociales y discursivas sobre esta celebración y otras festividades ancladas a las industrias culturales que promueven el turismo comercial, invisibilizando la memoria histórica que estas fecha simbolizan culturalmente para los pueblos, que son subalternizados por la mercantilización del capitalismo y su publicidad, que ha convertido y puesto a su servicio la creación e imaginación de los forjadores de la cultura festiva carnestolenda como la voz colectiva de nuestros pueblos y el espíritu diverso y libertario de los carnavales.

Jefferson Moreno y Alexis Mena (2022) se aproximan al carnaval y otras festividades desde: el tiempo, la religiosidad y el sentido de la fiesta. Estos autores señalan respecto al tiempo como espacios necesarios alejados de la normalidad, respondiendo al criterio cíclico y repetitivo de la tradición cultural. "El carácter de la religiosidad, el tiempo de la fiesta crea una ruptura entre el tiempo profano y el tiempo litúrgico, con la celebración de este segundo, los pueblos son inducidos a alcanzar de alguna forma, la misma eternidad de aquello que conciben como sagrado". Las celebraciones y festividades generan un proceso de renovación comunitaria y purificación de quienes participan de las festividades.

.El patrimonio, lo que cada pueblo selecciona de su tradición, se expresa en la identidad. La tradición implica una cierta selección de la realidad social. El patrimonio son las formas de vida relevantes y significativas culturalmente para quienes las crearon y las usan. Cuando hablamos de patrimonio y de bienes culturales intangibles, nos referimos a representaciones y símbolos, no hay que perder de vista el principio que la cultura material e inmaterial son indisociables. No existe patrimonio cultural inmaterial que no se apoye en elementos materiales, los rituales festivos comprenden diversas manifestaciones materiales: espacios culturales y escenarios sociales, imágenes y símbolos, cabalgatas, carrozas, disfraces, instrumentos musicales.

El carnaval como bien cultural intangible está relacionada con: la memoria colectiva, la tradición, los mecanismos de aculturación/socialización, la transmisión de valores culturales intangibles, la capacidad simbólica de representar la identidad social, la capacidad para generar autoestima, afectos y sentimientos compartidos, la creatividad estética y las artes populares: artes rítmicas, artes plásticas, artes escénicas, artes kinésicas..

Decolonizar la experiencia y esperanza utópica del carnaval, como alternativa transitoria al mundo decolonial, como experiencia y vivencia de emancipación y liberación, de eliminación de las relaciones jerárquicas entre la diversidad de sujetos que participan, (los espectadores no asistían en el carnaval patrimonial), sino que lo vivían el carnaval, el cual estaba hecho para todo el pueblo, como revancha de los subalternizados e inferiorizados, negación/inversión de las posiciones sociales, trastocamiento de las reglas, los valores y una sátira de las costumbres.

El propósito colonial del carnaval, es la catarsis festiva sin meta emancipatoria para lograr la cohesión y sometimiento social en sociedades capitalistas y economías de mercado: aunque el carnaval en sus modalidades convencionales se presenta como un ritual de rebelión, en realidad opera como estrategia para reconducir al pueblo participante, tras cierto estado de catarsis festiva, a la situación de dominación, imposición y sometimiento colonial, durante el paréntesis que significa la fiesta.

De manera que hay que ver el proceso ritual como mecanismo institucionalizado y regulador del control y de equilibrio social. Es decir, una función del carnaval sería la de reforzar los valores y las jerarquías, en suma, las desigualdades existentes dentro de las sociedades divididas en clases sociales.

Se trata, en definitiva, de dos cuestiones bien diferentes: la fiesta y el espectáculo. Mientras que en la primera, que responde al modelo inconsciente, el que transgrede la norma y subvierte lo establecido, se da la activa participación, la segunda se distingue por la pasiva recepción de la exhibición que ejecutan unos pocos trastocados en actores, despojados de lo histórico, lo emancipador y libertarios como pueblos.

En ambas, aunque en grado dispar, la dramatización teatral, histriónica, es un componente fundamental. Entendida la noción de espectáculo, basándome en su etimología, por aquello que entra por los ojos; o sea, para que haya espectáculo es necesario la existencia de un grupo de protagonistas y de otros, los más, en el papel de auditorio, coro o comparsa, con subjetividad y conciencia colonializada.

La parte festiva del carnaval sólo se vive y percibe cuando concluye el espectáculo. Es cuando la gente protagoniza la calle, cuando se culturizan y cargan de contenidos y significaciones sociales los espacios abiertos, espacios públicos, nunca privados, rituales, hay quienes explican el carnaval como la destrucción simbólica del orden social establecido; otros, en cambio, lo entendemos justamente como su refuerzo

Cuando hablamos de decolonizar el carnaval y otras festividades patrimoniales, nos estamos refiriendo a visibilizar lo invisibilizado, convertir las ausencias en presencias, de explorar nuevas formas de pensar acerca de lo que sabemos y no acumular nuevos conocimientos bajo viejas fórmulas. Queremos visibilizar lo ocultado por una razón instrumental homogeneizante, las macrohistorias de la colonialidad que desde el Renacimiento quedaron ocultas, invisibilizadas, en todas las macronarrativas eurocéntricas modernas, es imprescindible visibilizar la relación entre el discurso y poder durante la expansión colonial, que nos encubrió como pueblos desde 1492 (Dussel, 1994)

De lo que se trata es de repensar, resignificar y resimbolizar las vivencias, experiencias culturales intangibles al servicio de la vida y una salud mental que tome muy en cuenta la unidualidad biocultural del ser humano, de la humanidad, que de acuerdo a Edgar Morin (2000), se sintetiza en tres bucles como un "todo estructurado e indivisible" a saber: El bucle Biocultural fundamental que nos humanizó por medio del lenguaje y múltiples vivencias y experiencias histórico culturales intangibles, dando origen a la psique humana como mentalidad singular históricamente colonizada y colonializada, pero tambien imágenes mentales emancipadoras y liberadoras a través de imaginarios colectivos y del inconsciente colectivo.

De manera que lo biocultural unido al bucle Bioantropológico del impulso instintivo como herencia de especie viviente, que permanentemente nos recuerda nuestra ontología, unida a la razón, también nos humaniza a traves de sentipensares (sentimientos, afectos, emociones)culturales creativos e históricos, que hacen trascender la humanidad como necesidad humana de inmortalidad y el bucle Biosocial, que como sujetos colectivos e historicos, producto de la evolución desde lo voviente animal, nos permite una convivencia comunitaria como sociedad que se actualiza y fortalece con los acervos culturales tangibles e intangibles como encrucijada de afectos, encuentro de saberes creativos, festividades patrimoniales como expresión de imaginarios colectivos, nos significa y resignifica como creadores y parte de lo creado, interpelándonos permanentemente a tomar la senda "otra" de lo decolonial que nos reconoce como semejantes, pero distintos, que nos desvíe y permita bloquear la otra senda, que nos coloniza, colonializa y nos borra la memoria histórica emancipadora, que nos recuerda que somos pueblos conquistados colonizados y aún colonializados en la memoria histórica, por la colonialidad del poder como dominación, colonialidad del saber como imposición única de hacer ciencia, tecnología y cultura, fragmentandonos con alienación, cosificación y extrañamiento de nuestras subjetividades del ser y el amar. Hasta la próxima semana.

 

alcalaafanadorp@gmail.com



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Pedro Alcalá Afanador

Doctor en Ciencias Gerenciales - Doctor en Ciencias Sociales - Especialista en Salud Pública - Psiquiatra - Médico Cirujano

 alcalaafanadorp@gmail.com      @alcalaafanadorp

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