El dominio del capital financiero sobre el planeta está conduciendo a una hecatombe global. Tiene trancados los acuerdos para eliminar las causas y corregir las consecuencias del cambio climático, también la posibilidad de lograr los objetivos del milenio; trata de bloquear la cooperación Sur-Sur, liquidar la soberanía y a los Estados nacionales, destruir los movimientos sociales, multiplicar la pobreza y sostener un estado de guerra que multiplica el gasto militar como factor que dinamiza la economía mundial.
Menos de 1% de los capitales que se mueven en Wall Street se dedica a impulsar la actividad económica. Los "productos" financieros multiplican ganancias sin producir una aguja. Aplicar impuestos severos a esa actividad permitiría obtener los recursos necesarios para enfrentar el cambio climático, las metas del milenio, etc.
Quitarle poder al capital financiero puede facilitar la reducción de los gastos militares y reorientarlos hacia el gasto social, lo que podría colocarnos en el camino para resolver el hambre, los déficits de vivienda, educación, etc.
Una vez más, como en AL, la deuda justifica el neoliberalismo. La deuda tóxica de los especuladores financieros fue transferida a los gobiernos para que la pagaran los contribuyentes. Entonces son los Estados los que han entrado en bancarrota. Los bancos, con el FMI a la cabeza, gritan que ello se debe a los gastos sociales e inmediatamente comienzan los recortes, el crecimiento de la pobreza, una mayor caída de la demanda, más deterioro de la economía real, para que los bancos cobren las deudas y multipliquen los "productos" financieros.
El Gobierno de Venezuela debe aplicarles a esos "productos" fuertes impuestos y en esa misma proporción rebajar el IVA y forzar los recursos hacia la producción. Lo mismo debe acordarse en la ONU para enfrentar los desmanes del FMI.
Defendemos al Estado frente a la ofensiva neoliberal, como instrumento para la transición y defensa de la soberanía. No como un fin en sí mismo. Es el poder comunal el que garantizará la producción, resolverá la inseguridad personal y otros problemas. No hay keynesianismo progresista aun cuando sea mejor el déficit fiscal que los recortes presupuestarios para enfrentar la recesión.
No es fácil, pero inventamos o erramos.
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