El uso de medios aéreos – aviones, misiles, cohetes y aviones teledirigidos,
satélites - para la determinación de las grandes guerras modernas, unido a la
creación de medios explosivos holocáusticos, ya forma parte de las
definiciones estratégicas de todos los grandes Estados, lo que deja al pie de
fuerza de infantería y marinería y sus sistemas de armas, como elementos de
apoyo y complemento dentro del propósito de doblegar y vencer la resistencia del
enemigo en un conflicto bélico internacional.
La contundencia de los daños materiales, los efectos sicológicos aterradores
sobre los efectivos militares en tierra y, especialmente, de la población civil
en el área de combate y, su incidencia virtual y precisa en las operaciones es,
de tal grado determinante en la guerra moderna, que el uso de estos múltiples y
efectivos medios de aéreos se han convertido en el instrumento de guerra mas
formidable de los últimos 70 años, aleccionados por sus efectos determinantes en
el curso de la Segunda Guerra Inter-imperialista (1939-1945), Korea, Vietnam,
ִárabe-israelíes, Irak-Irán, y Afganistán y, cuya expresión más trágica y
emblemática lo constituye el uso de la bomba atómica contra las ciudades
japonesas de Hiroshima y Nagasaki, cuyo genocidio norteamericano se conmemora en
este mes de agosto.
Esa realidad tiene diversas razones: limita el coste en vidas humanas de las
fuerzas propias, desorganiza y reduce la capacidad de resistencia bélica del
enemigo, destruye con precisión y contundencia el sistema de transporte y
abastecimiento de las fuerzas contrarias, y de la base económica del país que
la sustenta, perturba las líneas de mando y control enemigas e influye en la
capacidad de la población para apoyar un esfuerzo bélico que arruina su vida
ordinaria y reduce la resistencia de la población propia a tales acciones
bélicas.
No sorprende entonces que las inversiones mas importantes del imperialismo
norteamericano y sus secuaces de la Organización del Atlántico Norte e, incluso,
de potencias medias regionales en Asia, Africa y America Latina, están
privilegiando el desarrollo y adquisición de tales medios bélicos y sus cargas
explosivas, tanto para disuadir potenciales ataques derivadas de conflictos
limítrofes o políticos, como para prepararse para enfrentar potenciales
agresiones de países interesados en sus recursos estratégicos (petróleo, coltan,
uranio, etc) o motivados por controles geoestratégicos o geopolíticos en
regiones del planeta.
En el caso de planificada e inminente agresión – en opinión del comandante
Fidel Castro – de sionismo-imperialismo-otanismo contra la República Islámica de
Irán, el uso de tales sistemas de armas y medios de comando y dirección bélica
serán, para ambas partes, los instrumentos fundamentales que operaran en el
campo de la “Batalla de los Cielos” y decidirá el curso y la finalización de la
guerra, porque, además de las consideraciones anteriores, todo parece indicar
que, por los cuerpos militares estacionados y movilizados por los agresores
hacia el escenario de la guerra – portaviones, submarinos y fragatas
misilísticas, bases aereas -, no existe voluntad ni capacidad de invasión ni de
apoderamiento y control permanente de espacios territoriales, sino la decisión
de destruir la mayor suma de capacidades militares, económicas, científicas y
civiles que obligue al pueblo y gobierno iraní a doblegarse ante la pretensión
hegemónica de los Estados Unidos y sus aliados sionista-otanistas en el cercano
y medio oriente.
En el caso de que la demencia sionista de Netanyahu, con el apoyo de los
factores del complejo militar industrial de los Estados Unidos y la aceptación
del presidente Barak Obama se materialice en una agresión bélica contra la
República Islámica de Afganistán, la ‘Batalla de los Cielos” será corta, rápida
y altamente destructiva pero, que para los agresores, será la primera etapa,
quizás “victoriosa” para ellos, de una guerra que se extenderá a la entidad
sionista, a las tropas imperialistas estacionadas en la vecina Irak y la
cercana Kuwait, avanzando a la base naval de los Estados Unidos en Omán,
posiblemente afectando también a Arabia Saudita, por el posible uso sionista
de su espacio aéreo y recrudeciendo la guerra de Afganistán.
La nueva “Batalla de los Cielos” se puede calificar como una operación
experimental en escenario real que podría confirmar los nuevos conceptos y
estrategias del complejo militar-industrial imperialista-otanista, acerca del
diseño, comando, despliegue, dotación y operación del Ejército Global como una
nueva fuerza bélica disuasiva, represiva, insuperable e indesafiable, dirigida a
la modelación y condicionamiento de escenarios políticos regionales e
internacionales, con el fin de adaptarlos a su estrategia de dominación global.
Lo que no esta claro es si la alianza imperialistas-otanistas-sionistas, será
capaz de vencer la indoblegable voluntad de resistir del pueblo y el gobierno
iraní y, si el precio de esta aventura no hará, aún más profunda y definitiva,
la crisis terminal del Capitalismo.
yoelpmarcano@yahoo.com