Allende-Afganistán

Del 11 de septiembre de 1973 -derrocamiento de Allende- al 11 de septiembre de 2001 -derrumbe de las Torres Gemelas-, se va cumpliendo un ciclo de cambios que modifica el panorama geopolítico del mundo y culmina hoy con un proceso mundial de carácter totalitario.

Tiene bases como la globalización neoliberal, las estrategias antiterroristas, la militarización de las relaciones internacionales, y una de sus consecuencias, la securitización, pues la cohesión social no se establece con propuestas de pacto social donde los trabajadores tengan un espacio de participación sino a través del miedo y la violencia, lo que convierte la seguridad en un eje de la existencia personal y colectiva; el monopolio mediático que se manifiesta en monopolio de la información; algunos lo definen como estar informados de todo, pero enterados de nada, que se expresa en monopolio cultural, en diseño de la visión del mundo y de la vida, que va penetrando todos los intersticios de la sociedad y de las personas modelando el inconsciente.

Visión que tiene como eje los intereses individuales y, por tanto, la fragmentación social en la medida que se impone la ideología del mercado.

Fragmentación social que se corresponde con una fragmentación del pensamiento y la imposibilidad de tener una visión de conjunto, no sólo parcial, que impide comprender los procesos que vivimos y la maduración de la capacidad para cuestionar y rebelarse.

El totalitarismo se basa en el complejo militar-financiero que gobierna al mundo y avanza multiplicando la guerra, la destrucción de la diversidad humana, cultural y natural y subordinando la democracia a golpes de Estado e invasiones militares.

El derrocamiento de Allende es esencial en la derrota del auge popular de Latinoamérica de los años 60 y 70, y el asesinato de Lumumba y el triunfo de Israel en la guerra de los seis días significó la derrota del socialismo y el nacionalismo árabe y africano.

La caída del muro de Berlín en 1967 y la desintegración de la Urss en 1991, van marcando una ruta que culmina con el cerco a los gobiernos progresistas como el de Venezuela, las guerras de Irak y Afganistán y la amenaza de una guerra nuclear contra Irán.

Es decir, la destrucción de la humanidad y la naturaleza como vía para consolidar el dominio imperial.

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Julio Escalona


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