Los órganos territoriales pueden hacer mucho para crear empresas de interés social, utilizar mejor los equipos y los recursos secundarios, así como para formar la infraestructura de la producción. Aquí, tales órganos cuentan con vasto campo de acción. Importante objeto de atención es para la atención territorial, el sector social, claro está. La primera, relacionada con la defensa de los intereses del sector social en las grandes ciudades, donde hay que frenar el abuso de los empresarios en defensa del desarrollo social. La segunda atañe al papel que desempeñan los órganos territoriales en cuanto a denunciar, recuperar y organizar las tierras en poder del latifundio y la actividad laboral cooperativista e individual. Al respecto, hoy disponemos, de hecho, de todas las decisiones necesarias a nivel nacional. Muchos trabajadores quieren formar empresas de producción social. Muchos desean dedicarse a la actividad laboral individual. Parece que existen todas las condiciones para impulsar este importante proceso. Más se desarrolla con mucha dificultad y lentitud. La causa es una: falta de iniciativa por parte de las autoridades locales, desinterés hacia la cuestión, corrupción y, a veces, falta de deseo de ocuparse de ella, toda clase de obstáculos burocráticos. Esta es obligación directa de las autoridades locales, por lo cual ellas deben asumir plena responsabilidad.
Se debe reorganizar el sistema de salarios y estímulos por el trabajo. Es particularmente importante que el salario real de cada trabajador esté estrechamente vinculado con su aporte laboral individual al resultado final y que no se le ponga límite. Sólo puede existir un criterio de la justicia: que el salario esté bien ganado. La intensificación de la producción social y la articulación del correspondiente mecanismo económico nos inducen a aplicar un nuevo enfoque al problema del empleo racional. Tal redistribución de la fuerza de trabajo debe ser objeto de atenciones especiales y requiere medidas orgánicas bien estudiadas. Deber del Estado es dar a los trabajadores las garantías sociales del empleo, asegurar el ejercicio del derecho Constitucional al trabajo. El pueblo va a la vanguardia de la lucha, porque las reformas se realizan por medio de él. Esto quiere decir que su mentalidad y su postura tendrán una significación decisiva para el éxito de la Revolución. Así, pues, debemos dialogar siempre con el pueblo, utilizando las inmensas posibilidades de los consejos comunales. El criterio, es uno solo: más socialismo, más democracia. Todas las respuestas a las nuevas interrogantes hay que buscarlas en el marco del socialismo, no al margen del socialismo. El imperativo de la época consiste en crear un buen sistema de estimulo que incite al pueblo a desplegar más plenamente sus dotes, a trabajar fructíferamente por la revolución, a utilizar con eficacia los recursos de la producción.
La experiencia de la etapa inicial del proceso renovador mueve a examinar atentamente las contradicciones entre los intereses de los distintos grupos en confrontación. Es incuestionable que el socialismo suprime el antagonismo de intereses. Es una tesis bien conocida y certera, más no significa que el liquidar el carácter antagónico de los intereses equivale a unificarlos o nivelarlos. Generalizando, se puede decir que el pueblo comprende que es imposible seguir viviendo y trabajando conforme a criterios viejos, que la renovación y los cambios profundos son una necesidad objetiva. No obstante, cuando el proceso renovador comienza a cristalizarse en hechos concretos, a penetrar en todos los sectores de la sociedad, a llegar hasta la persona concreta, percibimos que está emergiendo la contradicción entre los intereses, marcadamente particulares —inclusive propósitos egoístas de determinadas personas y grupos— y los intereses del pueblo, los intereses a largo término de los trabajadores. Somos conscientes de cuán difícil es el proceso de cambios en las organizaciones sociales y en los organismos económicos prueban cuántas dificultades hay que vencer para sacar adelante el proceso renovador. Los confirman asimismo los primeros pasos dados a fin de implantar la autogestión y aplicar las formas de remuneración del trabajo cuando el salario depende enteramente de los resultados finales. Son procesos reales, contradicciones que debemos verlos y tomarlos en consideración.
La clase trabajadora avanza con audacia por el camino de la renovación. Diríamos que en todos los campos la clase obrera es la primera en volcarse para realizar los cambios. Lo que tiene importancia decisiva para que la renovación se corone de éxito. Las colectividades laborales acometen enérgicamente la solución de los problemas clave del desarrollo económico y social, promoviendo al primer plano el estricto cumplimiento de los compromisos respecto a los suministros contratados. Teniendo por fondo la postura verdaderamente cívica de los trabajadores; especialmente indecorosa aparece la actitud de quienes, persiguiendo objetivos egoístas, entorpecen las transformaciones sociales, se oponen a los cambios. Creemos que el pueblo y las organizaciones gubernamentales han de asumir una actitud firme intransigente, hacia tales grupos. Es preciso señalar una vez más que la verdadera igualdad puede ser garantizada únicamente empleando todos los recursos políticos, económicos, sociales y jurídicos de que el socialismo dispone. El pueblo tiene razón al decir que quien haya querido ponerse al día ya lo ha hecho y se ha incorporado al trabajo. Quienes no acaban de comprender las nuevas tareas, siguen aferrándose a lo viejo y con esa actitud suya sabotean el cambio.
Ahora, lamentablemente, afrontamos una situación en la que mucho se habla de la renovación, pero poco o nada se hace, de hecho, para satisfacer las demandas elementales de la población. En muchos ministerios e instituciones estatales ha calado profundamente el parasitismo. Siguen señalando hacia el Presidente y esperando ayudas, incluso allí donde para resolver el problema se necesita leve esfuerzo y mínima atención. Esta actitud no sirve, debe ser firmemente censurada y eliminada. ¡Aquí es donde se necesita el ojo del Comandante, exigencia y control por parte del mismo! No resulta fácil introducir nuevos enfoques a la labor política, organizativa e ideológica. Hay quienes asumen con dificultad la transparencia informativa; hay quienes no digieren la crítica, las denuncias en la Prensa; hay quienes acostumbran considerar “infalibles” sus opiniones. Veamos cuál es el fondo de estos fenómenos. La democratización descontenta a quienes temen caer bajo el control del pueblo. Saben bien que las excusas que pueden valer ante sus superiores no valen para el pueblo, ante el cual tendrán que responder en plena medida. El socialismo lo pone todo en su sitio, evidenciando las verdaderas actitudes de cada cual.
Gringos ¡Ho Home!
¡Libertad para Gerardo!
¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad!
Hasta la Victoria Siempre.
Patria Socialista o Muerte ¡Vencemos!