Csi cuatro han pasado desde que Robert E. Jolicoeur, Director de la Oficina del Servicio de Inmigración y Control de Aduana de Estados Unidos (ICE) en El Paso, Texas, le dirigía al inmigrante ilegal Luis Posada Carriles, entonces detenido, una carta cuya claridad, en el contexto norteamericano, sigue asombrosa.
El terrorista internacional se encontraba preso en el llamado Centro de procesamiento del ICE de esta localidad, esperando desde cerca de un año que sus abogados mafiosos y su tropa terrorista lo saquen de ahí. La decisión del jefe local de los servicios migratorios no fue la que esperaba.
“Se ha determinado que, en estos
momentos, no será liberado de la detención por parte del Servicio de Inmigración y Control de Aduana de Estados Unidos (ICE), porque, tal como se especifica más adelante, usted continúa siendo un peligro para la comunidad y un riesgo para los vuelos”, empezaba el funcionario Jolicoeur en una misiva de dos cuartillas.
El lenguaje del jefe del ICE para El Paso era límpido: “Su historial de participación en actividades delictivas, de vínculos con personas involucradas en actividades delictivas e intervención en actos violentos, indica que usted hace caso omiso de la seguridad del público en general y que es propenso a participar en actividades proscritas, las cuales constituyen un riesgo para la seguridad nacional de los Estados Unidos. Además, ha mostrado una actitud displicente hacia la repercusión que sus acciones han tenido para la seguridad y el bienestar de las personas y sus bienes”.
Acerca de los atentados de La Habana provocados por mercenarios contratados por Posada no había duda: “Las informaciones provenientes de fuentes abiertas y sus propias declaraciones lo vinculan a la planificación y coordinación de una serie de acciones de colocación de bombas en hoteles y restaurantes, que tuvieron lugar en Cuba durante un período de varios meses en 1997.”
Jolicoeur siguió con la misma transparencia que sus colegas del Departamento de Justicia luego aparentemente extraviaron.
¿El intento de magnicidio de Panamá? “El 20 de abril de 2004, usted fue declarado culpable en Panamá de cometer Delitos contra la Seguridad Nacional y Falsificar Documentos Públicos, por lo cual fue condenado a siete años y un año de privación de libertad, respectivamente”.
¿La destrucción en vuelo de un avión civil cubano? “Un análisis de su detención y su historial delictivo muestra que, a raíz del juicio y de la absolución por las acusaciones criminales formuladas en Venezuela, su absolución fue anulada en la apelación y que, mientras estaba pendiente de un nuevo juicio por las acusaciones, usted hizo varios intentos de fuga y, finalmente, logró escapar de prisión”.
Entonces… “Debido a su largo historial de actividades delictivas y actos de violencia, que provocaron la muerte de civiles inocentes, liberarlo de la detención plantearía un peligro para la comunidad y la seguridad nacional de los Estados Unidos”.
“USTED ADMITIÓ QUE MINTIÓ A UN AGENTE”
En cuanto a la entrada ilegal en Estados Unidos, Jolicoeur resume el caso en unas líneas. Con perfecta objetividad. “Usted afirma haber entrado por última vez en los Estados Unidos sin inspección al cruzar de forma ilegal la frontera mexicana el 26 de marzo de 2005. Posteriormente admitió que poco después de su entrada, mintió a un agente de la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos, alegando que usted era viejo y olvidadizo y había dejado sus documentos de inmigración en casa”.
“Desde el momento de su entrada ilegal en los Estados Unidos hasta su detención, usted fue refugiado ilegalmente por sus asociados de Miami. Por lo menos dos de estos asociados, Santiago Álvarez y Rubén Darío López Hernández, alias Rubén Darío López-Castro, tienen antecedentes penales. Mientras usted se encontraba escondido en los Estados Unidos, presentó una solicitud de asilo a los Servicios de Inmigración y Ciudadanía de los Estados Unidos, pero no compareció en la entrevista programada, alegando que estaba enfermo. Sin embargo, antes de que terminara ese mismo día, apareció en un lugar no revelado para conceder una conferencia de prensa, acompañado de varios de sus asociados radicados en Miami, incluido Santiago Álvarez, quien hizo de moderador de la conferencia de prensa y le sirvió de intérprete”.
Con la larga lista de sus seudónimos, el funcionario recordó a Posada que no era en nada confiable.
“Usted ha sido conocido por los alias siguientes: Bambi o Bamby, Juan José Rivas, Ramón Medina, José Ramón Medina, Basilio, Bebe, Franco Rodríguez Mena, Juan R. Medina, Ramón Rodríguez (Medina), Ramón Medina (Rodríguez) y Franco Rodríguez (Mena), Solo, Lupo, Louis McClaud y Juan José Rivas López”.
“Su pericia para asumir identidades falsas, su desestimación de las leyes de inmigración de los Estados Unidos, sus antecedentes de fuga y la presencia de la solicitud de su extradición internacional pendiente, demuestran que usted representa un riesgo de fuga considerable, si resulta liberado de la detención”.
La consideración sigue cierta.
Sin embargo, la carta de Jolicoeur, hecha después de un estudio minucioso del personaje, fue rápidamente engavetada.
Al ser remitido por la Administración de George W. Bush a la mal llamada Sección antiterrorista de la “División de Seguridad Nacional” del Departamento de Justicia de Alberto Gonzales, el caso de Luis Posada Carriles entró en el laberinto judicial donde no ha salido hasta ahora.
jean.guy.allard@gmail.com