1. Sin el apoyo yanqui nadie podrá ser presidente de México. Más aún, todos los candidatos deben obtener la aprobación del gobierno de los EEUU para recibir su apoyo contundente. De Wikileaks se publica hoy: Las “amenazas” de López Obrador, “los insultos” que le llegaban del liderazgo del PAN, su partido y el desprecio que le había demostrado el presidente Vicente Fox, “erosionan inevitablemente la finísima línea de legitimidad” que tiene el presunto ganador. Frente a todo esto, Calderón “va a necesitar mucho apoyo del gobierno de Estados Unidos”. El embajador Garza recomendó que el presidente Bush volviera a llamar a Calderón apenas se hiciera oficial el fallo del TEPJF y que lo invitara a EU. “Desde la embajada nos embarcaremos de inmediato en un proceso de planificación de la transición con el equipo de Calderón, empezando por una reunión con Camilo Mouriño y Vázquez Mota”. El embajador también recomendó que la Casa Blanca enviara a la toma de posesión en México a una delegación presidida por la primera dama Laura Bush, “en señal de amistad y estima”.
2. Mientras el movimiento lopezobradorista concentraba toda su batalla en el plantón del Zócalo, Calderón se echaba sus buenos tequilas y wiskies con el embajador Tony Garza; en tanto pensaba AMLO en cómo hacer avanzar el movimiento exigiendo el recuento de los votos, contactando con algunas personas para que el TEPJF diera razón a su lucha, el embajador Garza –como si no estuviera enterado de lo que pasaba- escuchaba de Calderón acusaciones contra Fidel Castro, Hugo Chávez y el gobierno de Irán de estar apoyando a López Obrador y el terrorismo. Garza buscaba tranquilizarlo porque él estaba mejor enterado de los que sucedía, por más que Calderón buscaba aterrorizarlo. En tanto que todas las actividades de los que estuvimos plantados en el Zócalo y la calle de Madero se redujeron a los mítines vespertinos, a algunas reunioncitas y a presenciar actividades artísticas, desde la embajada yanqui se daban instrucciones a los medios de información, a inversionistas extranjeros, a empresarios hoteleros y a funcionarios de EEUU, para que actúen en apoyo de Calderón.
3. A esto se llama el trabajo “en lo obscurito”, tras bambalinas o los “acuerdos de recámara”. Durante décadas hemos defendido que “hay que hacer trabajo de base” y hemos repetido que “los movimientos no triunfan porque no hay trabajo a flor de tierra”; pero sucede que los izquierdistas reparten 10 mil volantes y sus actos no son tan concurridos y los derechistas sin hacer trabajo de base les basta con que la prensa, la TV burguesas o la iglesia los anuncie para lograr acarrear masas. López Obrador ha visitado cuatro días de cada semana, durante más de seis años, tres veces, uno por uno, todos los municipios de la República Mexicana y ha organizado comité en cada uno de ellos; mientras tanto todos los medios de información (prensa, radio y TV) han silenciado durante todos seis años esas giras semanales. Sólo sus seguidores están enterados, sus simpatizantes un poco y el 80 por ciento de la población nada. Y es que ni juntos los 10 políticos principales de México ha recorrido el 10 por ciento de municipios.
4. La realidad es que la política burguesa –única conocida hasta ahora- nunca ha tenido que ver con los de abajo: indígenas, campesinos, obreros, colonos, etcétera. No es un asunto de que te conozcan, que seas honesto o hayas luchado por los de abajo. Parece ser un asunto de relaciones en escala superior: a) relaciones con el gobierno yanqui; b) relaciones con los más poderosos empresarios; c) relaciones con la clase política de alto nivel; d) relaciones con los medios de información; e) relaciones con los jerarcas de la iglesia. Los únicos presidentes que eran conocidos por andar en armas, rebeliones y revoluciones, fueron: Díaz, Madero, Carranza, Obregón, Calles, un poco Cárdenas y no se si Ávila Camacho; ninguno de los llamados “presidentes civiles”, que se inician en 1946 con Miguel Alemán, salió de otro lugar que no sea de sus relaciones de partido, de clase política y empresarial, obviamente, con la autorización de los EEUU. A todos sólo les ha servido estar en una secretaría de Estado al servicio del poder.
5. Cuando el PNR-PRM-PRI en 1929 se estrenaba como partido electoral, Vasconcelos, que era muy conocido como escritor y por impulsar la educación y la alfabetización, pensó ilusamente que siendo “muy conocido” le ganaría la elección al desconocido candidato oficial Ortiz Rubio. Vasconcelos no sabía que no era un asunto de personas, sino de relaciones políticas. El mismo embajador yanqui se burló de él al decirle que no sea tonto, que siga con sus libritos y su cultura y deje que los políticos hagan política. Obviamente los callistas habían arreglado todo con los gringos. Los siguientes candidatos opositores al partido oficial: Almazán (1940), Padilla (1946), Henríquez (1952), Cárdenas (1988) y López Obrador (2006), que incluso llamaron a rebeliones y protestas –como Vasconcelos- no pidieron permiso a los EEUU y así les fue. Aunque también debe decirse que ninguno de ellos ha denunciado a los yanquis como imperio mundial y saqueador de nuestras riquezas.
6. Dijo el embajador Garza en 2006: “Desde la embajada nos embarcaremos de inmediato en un proceso de planificación de la transición con el equipo de Calderón, empezando por una reunión con Camilo Mouriño y Josefina Vázquez Mota”. El respeto de los gobiernos y políticos a los yanquis ha sido absoluto, por lo menos desde que triunfó la revolución en 1911. No ha existido gobernante o alto político mexicano que pudiera pronunciar algún discurso antiimperialista, como los dichos por Fidel Castro, Salvador Allende, Hugo Chávez, Evo Morales, Daniel Ortega o el mismo Rafael Correa, para enseñarle a nuestro pueblo cómo los EEUU se han apropiado de nuestras riquezas, las de América Latina y del Mundo. ¿Quién ha explicado al pueblo mexicano lo que significa la dependencia, el endeudamiento, las inversiones extranjeras, las armas yanquis, el intervencionismo de las embajadas, el secuestro de nuestras políticas, la miseria publicada por el TLC, los asesinatos de mexicanos?
7. ¿Se imaginan a un político electoralista –el honesto entre toda la suciedad- dando vueltas y vueltas y más vueltas, haciendo mítines en todos los municipios del país, sin tener al mínimo competidor en este campo, que después esté siendo arrinconado por todo el poder político, de los medios y los empresarios? Por el contrario, ningún político candidato tendrá la necesidad de recorrer el país: le bastará contar con el apoyo del embajador, de los medios de información, de los empresarios y la iglesia. Lo demás, en la política burguesa que conocemos, no cuenta. El 99 por ciento de los que votan son guiados en las urnas por la inmensa publicidad de los medios, por las encuestas bien dirigidas, por agradecimiento a los regalos y promesas y por la iglesia. Pero también por la sucia o negra campaña anticomunista como la que se difundió desde la embajada yanqui en 2006 contra Hugo Chávez, Castro y el gobierno de Irán. ¿Acaso la intervención de Aznar, los españoletes y Vargas Llosa, no fue parte del plan?