No tiene porque dudarse de la sincera y honesta posición de algunas organizaciones de izquierda obrera y popular que en Venezuela, América Latina y el planeta que mantienen una posición de apoyo a lo que califican de “revuelta popular” contra el gobierno de la Gran República Arabe Libia Popular y Socialista y, al mismo tiempo, declaran su posición de condena a la criminal agresión militar del imperialismo, la OTAN y el sionismo contra ese mismo pueblo libio.
El problema de su aparente contradicción es la posición concreta, “ en el terreno” que están asumiendo las fuerzas levantadas en armas contra el gobierno libio y su relación, cada vez más supeditadas, en lo político y en lo militar, a las decisiones tomadas por los gobierno y los centro de mando y control de las fuerzas imperialistas de los Estados Unidos de América, la OTAN y el sionismo israelí, en su estrategia dirigida al derrocamiento del gobierno libio, con el fin de imponer un gobierno sumiso a sus intereses, controlar los ricos yacimientos petrolíferos libios e influenciar el curso de la rebelión de otros pueblos árabes por la Justicia, la Democracia y el Bienestar.
Es evidente que los grupos armados que responden al exgadaffista Mahmud Yabril, presunto Jefe del Consejo Nacional Transitorio Interino Libio, están recibiendo información sensible de las agencias de inteligencia y espionaje del gobierno imperialista norteamericano y sus socios subalternos de la OTAN y del ente sionista israelí y, coordinando sus operaciones en tierra, con las acciones aéreas y marítimas que los imperialistas y sus socios subalternos desarrollan sobre las ciudades, instalaciones petroleras y unidades militares del gobierno legítimo de Libia, no para proteger la “población civil”, sino para apoyar los fallidos intentos de avanzar de sus nuevos socios subalternos de los grupos armados rebeldes, que pretenden recuperar las ciudades y las instalaciones petroleras de donde fueron desalojados por la fuerzas leales al gobierno libio.
Para defender la soberanía de Libia y rechazar los planes de dominación que los imperialistas norteamericanos y sus socios subalternos de la OTAN y el sionismo israelí tienen contra el pueblo libio, no es suficiente denunciar la ingerencia, sino rechazar todo apoyo económico, político y militar de parte de los gobiernos imperialistas y separarse radicalmente de las fuerzas políticas burguesas dominantes que ya han pactado con el imperialismo la subordinación a sus estrategias de dominación y que, en el caso no deseado que llegaran a triunfar, se convertirían en un nuevo protectorado al servicio de la contrarrevolución en el mundo árabe. El caso de la República de Irak es ejemplo doloroso de ello.
Si los grupos rebeldes en Libia y quienes los apoyan quieren dar demostraciones inequívocas de su Independencia política en defensa de la unidad del pueblo libio, su Soberanía y Patrimonio e integridad territorial, deben y tienen que demostrarlo en los hechos, volviendo sus armas contra el enemigo histórico de TODO el pueblo libio y de la Humanidad: el imperialismo; hasta su derrota y expulsión del sagrado suelo libio y, con la ayuda de otros pueblos y gobiernos verdaderamente amigos, alcanzar una solución política negociada al conflicto social y armado que dolorosamente ha partido al alma del pueblo libio.
Lo demás sigue siendo discurso ecléctico, confusionista y, hasta oportunista, que no favorece la unidad antimperialista del pueblo y los trabajadores y trabajadoras de Libia, ni mucho menos, la recuperación del proceso de cambios antifeudales, nacionalistas, soberanistas y de Justicia Social iniciado con la “Revolución de los Coroneles”, de 1969 y consagrados en la Constitución de 1.977.
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