La guerra fratricida que vive Colombia tiene el mismo origen que la mayoría
de las guerras de la historia: el hambre, la miseria y la negación de los
poderosos a ceder espacios y brindarle oportunidad a las grandes multitudes,
que sólo tienen por propiedad sueños e ilusiones.
La represión contra el pueblo y el asesinato de sus líderes, como medidas de
contención de la lucha popular, han dado el resultado de siempre… una parte
del pueblo alzado en armas contra el orden establecido.
Hoy, sin embargo, más allá de lo justa o no, que pueda resultar la lucha
armada como vía para resolver las grandes desigualdades que vive el vecino
país; conveniente es que sus protagonistas, y sus víctimas, sepan que un
tercero saca ventaja de la misma y se convierte en el único beneficiario. El gobierno norteamericano calificó de terrorista a la insurgencia
colombiana y allanó con ello el camino, para que un gobierno servil y
vendido al imperio, como el de Uribe, le diera luz verde al Plan Colombia y
tras él, a la presencia de la CIA y los militares norteamericanos en esta
parte de la América.
Invadiendo Panamá y arrestando a Noriega los gringos retrasaron por varios
años la recuperación del canal por parte de esa nación; pero consumado el
hecho unos años más tarde, perdieron junto con la administración del canal
la libertad e impunidad con que actuaban en esta parte del continente. Lo propio le ocurrió con la presión que el pueblo chileno le puso a
Pinochet. Con la caída del gorila que les sirvió por varios lustros, los
gringos perdieron otra posibilidad de seguir operando impunemente dentro de
nuestras naciones.
La victoria de Chávez en Venezuela y el fortalecimiento de grupos
nacionalistas, progresistas y de izquierda en Bolivia, Brasil, Ecuador,
Argentina, Uruguay, Nicaragua y Panamá; sumados a la imposibilidad de
derrotar a Cuba y a los grupos armados de Colombia obligaban al gobierno de
Bush a desarrollar nuevas estrategias para intentar frenar los vientos de
independencia, integración y justicia que por aquí soplan.
Esa nueva estrategia puesta en práctica a través del Plan Colombia, tiene
como objetivo mantener la guerra interna tanto tiempo como sea necesario. No
tiene el gobierno Norteamericano, a través del mencionado plan, la
posibilidad de derrotar la guerrilla colombiana y tampoco es esa su
intención.
Su verdadera intención es vender la imagen de que la guerrilla colombiana es
terrorista y está vinculada al narcotráfico. Creada esta matriz de opinión,
el siguiente paso es asociar la guerrilla con los gobiernos de Chávez y
Castro, y posteriormente con el de Lula y el de los sandinistas (cuando
estos ganen sus elecciones).
No les interesa, en estos momentos, derrotar a la guerrilla; perderían un
arma de lucha poderosa contra los gobiernos que quieren derrocar. Por ahora,
la estrategia es sacar ventaja del conflicto, brindarle impunidad a la CIA
dentro del territorio suramericano y continuar beneficiando a sus perros de
la guerra. Esto, aunque Colombia se siga bañando en sangre.
No pretendo afirmar que la guerrilla colombiana le hace el juego al gobierno
de Bush, se trata de que éste ha diseñado una estrategia para defender sus
intereses, en la que poco importa cuanta sangre se derrama en Colombia y
cuanta se pueda derramar en países como el nuestro.