De que tenemos problemas, tenemos; pero…

Cierto que tropezamos con problemas y dificultades en nuestro país. Se ha dicho de distintas maneras y lo decimos con franqueza. Existen también no pocos problemas y dificultades en otros países hermanos. Para muchos pueblos latinoamericanos, los narco traficantes, el dolor, la miseria, el analfabetismo y las destrucciones generadas por las guerras civiles y la Naturaleza, son el pan de cada día. Pero, ¿acaso no los hay en los países imperialistas, incluido Estados Unidos? Es más, allí los problemas más agudos crecen y se acumulan amenazantes, el pueblo es esclavo de las grandes corporaciones y no tiene ningún poder de decisión, su única participación es votar y asisten como borregos cada vez que se lo exigen; la deuda exterior alcanza cifras astronómicas, y una vez más comienza a cobrar dimensiones amenazadoras el ya enorme desempleo. Se ahondan las contradicciones sociales.

Por lo que respecta a nuestras preocupaciones económicas, el Gobierno Bolivariano ya sabemos que quisiera solucionarlas pronto y bien. Por esta razón, saludaríamos toda la posibilidad de pasar los medios y fuerzas de la esfera de la defensa del pueblo, dedicarlo a elevar su nivel de vida. Y hacer todo lo posible para lograrlo. Jamás el Comandante Presidente sacrificará nuestra seguridad ni hará concesiones en este respecto, y es que el pueblo venezolano tampoco lo permitiría. En este mismo plano, el trabajo cualitativo de los venezolanos, es, también al mismo tiempo, un aporte a la causa de la paz. Si mostramos un punto débil, se fuerza la presión de los enemigos del socialismo sobre él. Si nos hacemos más fuertes, más sólidos en el plano económico, en el social, en el político, aumenta al unísono el interés de los países hermanos por tratar de imitarnos, se disipan las ilusiones de que es posible dar marcha atrás a la historia.

Debemos seguir luchando intransigentemente contra todo fenómeno negativo, contra los abusos de cargo de los ejecutivos; contra la quinta columna infiltrada; contra la delincuencia y el crimen organizado; contra los delincuentes de cuello blanco; contra el comportamiento amoral de Gobernadores y Alcaldes, ¿son revolucionarios?, tenemos que recordarles que están al servicio del pueblo; luchemos contra la infracción de la disciplina y el orden; contra el tráfico y consumo de drogas; contra el alcoholismo. Todo el pueblo debe participar activamente en este proceso. Lo nuevo se enfrenta a lo viejo, adquiriendo a veces formas graves. La lucha se debe desarrollar bajo la dirección del Comandante Presidente. En el PSUV se debe iniciar un proceso de rectificación, debemos exigirles más a los dirigentes, se debe exigir más también a los militantes. Los hay satisfechos con lo habitual y viejo, con su posición. Ahora les debemos recordar cuál es su deber ante el pueblo venezolano.

Las reformas exigirán tiempo y esfuerzo. Pero podemos afirmar con seguridad que avanzaremos por el camino acertado y que tenemos que contar siempre con el apoyo del pueblo. Apoyemos todo lo que esté al servicio del socialismo y creamos premisas para que sean utilizadas todas las posibilidades. También con mayor eficacia utilicemos los instrumentos de sus beneficios, todos los estímulos materiales, los factores económico-sociales y las posibilidades relacionadas con el perfeccionamiento de las relaciones monetario-mercantiles. En este contexto se debe promulgar la Ley del Trabajo y Seguridad Social. Todo esto no rebasa el marco del socialismo. Continuemos avanzando por nuestro camino. No nos cabe la menor duda. Creemos que esto tendrá enormes consecuencias para nuestro país, y considerando el papel que desempeña en nuestra América, para nuestros hermanos de todas las razas y credos.

Las tenazas de la parásita burguesía nacional y del imperialismo retienen nuestro progreso. La adquisición de armamento sofisticado, tan necesario, para nuestra seguridad, consume recursos muy numerosos para resolver candentes problemas de la vida de millones de seres. Los intereses de la supervivencia del pueblo deben ponerse por encima de cualquier otro, y la seguridad de cada uno es inconcebible sin la seguridad de los demás. Si verdaderamente deseamos del modo más radical mejorar la vida de nuestro pueblo, entonces los medios necesarios para ello deben sacarse de los presupuestos del burocratismo, eliminando la corrupción, socializando la salud, suspender el subsidio a la educación privada; eliminar las ayudas al clero, y aumentarle los impuestos a las ganancias de la burguesía trasladando los medios economizados a capítulos de desarrollo. Cuando sufren muchos de nuestros hermanos, cuando están privados de lo más indispensable, es imposible vivir como si ello no nos afectase a todos.

Una vez ganada la independencia política el pueblo venezolano quiere, como es natural, fortalecer también su independencia económica, quiere poner bajo su control los recursos que le pertenecen, humanos y naturales. Pero esto afecta a los intereses de aquellos que se estuvieron lucrando a lo largo de decenios y siglos de la explotación de otros, de la utilización de los recursos del pueblo, que hipotecaron los beneficios de nuestro desarrollo. Naturalmente, semejante vía y semejante opción del pueblo va en interés de él. Pero eso no agrada a quienes se aprovecharon como saqueadores, de los recursos del país. Esas fuerzas no quieren aceptar la economía y la independencia del pueblo. No quieren reconocer la realidad de que el país ha cambiado. Es otro. No aquel que era hace once años. No aquel que sufrió cuarenta años de dictadura de la IV República. En la renuncia de reconocer esas realidades están la raíz y la causa principal de los llamados problemas de Venezuela.

El pueblo quiere marchar por su propio camino, el hizo su opción, pero los viejos amos, insisto en llamarles saqueadores, no quieren aceptar esa opción. Los razonamientos de que aquí manda un dictador, la mano del “castro-comunismo”, u “otra mano”, son intentos de ocultar las verdaderas causas de los conflictos.

Estos criterios se basan en el respeto del derecho del pueblo a la opción económica y política, solidaria e independiente. Ésta es una cuestión de principios. Si no se reconoce este principio de partida, entonces no nos imaginamos sobre qué base pueden asentarse las relaciones entre pueblo y burguesía. Si se renuncia a ese principio y no se utiliza en la construcción de las relaciones, estamos condenados al caos. Estamos convencidos —y nos lo enseña la filosofía social— que el pueblo venezolano a fin de cuentas, el mismo, determinará y trazará su propio camino hacia un futuro mejor, independientemente de la burguesía, de los decenios o siglos que le impidieron realizarlo.

El mismo pueblo venezolano sabrá cómo tiene que vivir, que es lo que tiene que copiar, y que no, de otros sistemas y pueblos y cómo utilizarlo, cómo estructurar, en general sus relaciones con otros Estados. Hay y habrá dificultades dramáticas enormes, gigantescas en este camino de independencia y progreso, pero venceremos.

¡Gringos Go home!

¡Libertad para Gerardo! ¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad!

Patria Socialista o Muerte ¡Venceremos!


manueltaibo@cantv.net


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Manuel Taibo


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