Nuestro terrores tiene su trono en los cuentos infantiles. Su imagen es siempre la idea de una figura imposible que nos atormenta y causa pesadillas. Muchos comenzamos a sufrirlos con el cuento de la niña Dorothy de la película el Mago de Oz. La bella heroína que representaba al idílico y desinformado pueblo americano, en tal condición se le atribuye batallar con un terrorífico Mago y asigna un estrafalario ejercito: un espantapájaros el hombre de hojalata, el león cobarde, que según William Jennings Bryan, logra por su falta de coraje terminar traicionando la causa de Dorohty que casi es derrotada por el terrorífico y escondido Mago.
Con este escuálida ejercito de personajes truncados se enfrenta al terrible mago de OZ , y a las malvadas brujas del Este, lugar de origen de los malos de la época, los rusos y chinos.
Los tiranos son símbolo del cuento y viven para cumplir el plan de infundir terror, crear miedo, a los adultos pues los niños se burlan del asunto. Todos, los malos y los dominados habitan ahora en el país de Nunca Jamás capitaneado por un Peter Pan negro con una Campanita que habita en su Casa Blanca. Todos se sirven para sus fines del terror mediático.
La violencia del cuento nos condena como objetos de una fatalidad como país, somos sociedad condenada en este cuento de terror a vivir bajo sospecha. Nuestros insignias y símbolos, tenidos por patrios, para ellos no tienen ningún valor, por eso son víctima sacrificial de ese terrible Mago Atroz que todo lo valida o lo destruye.
Tiene su campaña de control que busca aterrorizar nuestra alma, someterla a la duda y crearle la inseguridad, para eso crearon un famoso e inapelable Consejo de la Inseguridad. Todo nuestro patrimonio y posible y precaria moralidad como república parece no es prueba valida ni sustente la mas mínima credibilidad y cualquier resfriado que ellos nos diagnostiquen puede llevarnos a ser tenidos como país ingobernable, pirata, salvaje, en línea con lucifer.
Mi memoria como sujeto mediatizado ha visto la forma como sufrimos la difamación y degradación de nuestro pueblo, mostrado como si correspondiera al retrato de algún pernicioso y solapado malandro o irrecuperable e inculto cuya conducta y aspecto anda mal en todo sentido.
Sabemos con absoluta claridad que nuestro destino final en este cuento terrorífico se dirige a descertificarnos como país; la vía es lenta y continuado y parece que no va terminar nunca hasta lograrlo. Explicable si consideramos a quienes desde la derecha la promueven con el apoyo de ese Mago Atroz y los asociados de su MUDa mesa, ellos solo cumplen el mandato de acatar su voz. Es estrecho su pensamiento, pero, parece ser, que es la única política que han podido cuajar, sin embargo, para ellos es la que mas promete y muestra eficaz y capaz para producir, por que no, desde un embargo, bloqueo, magnicidio, bombardeo selectivo con asesinatos y golpe de estado.
No hay duda que nuestro Mago certificador no está desarmado, hoy “exhibe pruebas”, que hijos de una mala patria les han brindado desde Venezuela, como regalo para fortalecer sus fines, el cuento es: “asesinato de ocho periodistas”, “cierre de canales de televisión”, “entrega de ayuda a los damnificados de países vecinos”, “donación de una ambulancia” y otros desatinados juicios del mismo calibre, que no resisten el mas mínimo análisis.
Lo cómico de este cuento infantil de terror es que mientras el Mago certificador asesina gente, destroza dignidades, y hospitales y fabricas de medicinas en su circo mortal de Palestina, mancilla decencias y alardea con virtudes que el no posee, su premio Nobel de la Paz es pieza cínica y habla, no se si en parábolas o historias, sobre falaces procederes diplomáticos, así fantasea con Resoluciones sobre “Zona de exclusión aérea, que sencillamente producen profunda impotencia y acojonan el espíritu ante la imposibilidad para reaccionar en contra de este Mago y los secuaces que se le arrodillan y acompañan en su “lucha” disfrazados según el cuento del Mago de Oz, de Espantapájaros y su carga de déficit de inteligencia oral, hasta decir “que especulan pero dan empleo”, junto el Hombre de hojalata con déficit de corazón y expresa que el nuestro es “ pueblo de desdentados y tierruos e indios” y muy cerca, el León, con déficit de valor y nobleza, que bosteza: “prefiero que nos invadan “.
Acción donde se muestra la real cara de aquellos que se apiñan en ese contingente de desvencijados carromatos con que quieren impulsar un cuento inexistente, cuyo final es el de ofrecer palancas perdedoras con un candidato presidencial que en seguro ferrocarril llevan al barranco.
Ese Mago y quienes lo siguen, no creen en Cristo quién todo lo certificaba con el ejemplo y un necesario escarmiento, si era necesario. En contrario orden, tienen su OTAN que todo lo bombardea, nada ejemplifica, ni justifica ni prueba y menos si de lo humano se trata.
Es terrible advertir que el pobre terrible cuento infantil de terror que nos montan con desvergonzada presunción y soberbia tiene el apoyo de esta hiena certificadora que todo embrutece y que para los privatizadores, en gran contradicción, es su única luz, salida, esperanza, casi su grial.
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