Libia y su contexto

Si existe algún elemento que debe sustentar el análisis de una situación o proceso socio-político determinado, este es el contexto histórico en el cual se desarrolla, porque la ausencia de las circunstancias que pudieran influir el referido estudio y sus conclusiones lo convierte en un opinión subjetiva que le impide a sus receptores la posibilidad de confirmarla o cuestionar.

En el interesante debate sobre la agresión imperialista a Libia y la conducta pasada y presente del líder libio Muhamar Al Gadaffi, se siguen haciendo múltiples afirmaciones, muchas veces carentes de la contextualización necesaria, lo que desorienta el interés del lector sobre los elementos que concurrieron para que se produjera tal situación y lo induce a considerar las circunstancias personales del dirigente libio como los aspectos determinantes de la prewsente situación política.

A pesar de las diversas versiones que se han expuesto en este debate, pareciéramos estar de acuerdo que la “Revolución de los Coroneles de 1969”, transformada después en la “Revolución Verde”, con la aprobación de la actual Constitución de 1.977, abrió para el pueblo libio un proceso extraordinario de su historia política, al romper con el colonialismo europeo y enterrar los vestigios del viejo régimen feudal aliada del colonialismo, realizando importantes transformaciones que, contrario a las prácticas tradicionales de los pueblos con elevada presencia cultural árabe, le dio al pueblo libio un protagonismo político sin precedentes y se atrevió a recoger las mejores valores de la cultural tribal tradicional, incorporar la identidad religiosa islámica y fundirla con las corrientes políticas nacionalistas y socialistas-estatistas árabes, como instrumentos de construcción de un nuevo proyecto de país soberano, independiente y de Justicia Social, en el marco de una propuesta de unificación de la “Nación Arabe”; siendo ese papel popular y esa novísima organización del Estado con participación directa del pueblo, el fundamento del proyecto político particular de Libia.

En ese proceso, el gobierno de Libia desafió a las viejas familias feudales árabes del Medio Oriente y el norte de Africa, se asoció y apoyó a corrientes del nacionalismo árabe, se articuló en los gobiernos y movimientos anticolonialistas, antimperialistas, anticolonialistas, progresistas y socialistas de Africa y se solidarizó con las luchas de los pueblos de Asia y América Latina, provocando el odio de todas las fuerzas imperialistas, burguesas y petro-feudales que oprimen esa región, las cuales hicieron causa común para aislar y derrocar al gobierno de Libia, por constituir una amenaza a sus planes de control el Medio Oriente y Africa, aprovechando para ello la traición del nacionalismo árabe, a la muerte de Gamal Abdel Nasser, (1.971), la derrota del movimiento de liberación de Palestina de la revuelta en Jordania (1970) y la guerra contra la alianza cristianomaronita-sionista en el Líbano (1.983), quedando la dirección Libia aislada y debilitada en sus alianzas internacionales, lo cual fue reforzada con la todavía no esclarecido caso “Lokerbie”, (1988), atribuida a los servicios secretos libios y sus secuelas de durísimas sanciones financieras, políticas y militares impuestas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Pero, aún así, Libia resistió más de diez años de bloqueo, agresiones, bombardeos y desestabilizaciones.

En ese contexto, agravado por el triunfo estratégico que significó para los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN y el sionismo internacional, la posterior desaparición de la Unión Soviética, (1991), se inician los importantes cambios de Libia, con el fin de conseguir reinsertarse en la comunidad internacional, para lo cual le fueron impuestos condiciones políticas y financieras extremadamente difíciles de aceptar, pero que eran ineludible para poder recuperar su devastada economía, repotenciar su capacidad productiva petrolera, conseguir tecnologías y mercados para sus productos y, de esa manera, mejorar las condiciones de vida del pueblo libio, severamente afectadas por el cerco-bloqueo de sus enemigos. Esa decisión estratégica – sin cuya existencia hubiese sido imposible la sobrevivencia del proceso político libio - no pudo haber sido el fruto de la voluntad unipersonal de Al Gadaffi, ni la imposición de su tribu, sino la consecuencia política de los acuerdos de las tribus y de los órganos colegiados del Estado en donde se encuentran y negocian consensos tales organizaciones político-sociales, quienes ratificaron al Al Gadfaffi como el líder – no gobernante - de la Nación, pero mantuvieron los órganos del Poder del Estado en una organización tribal-popular-colectiva que sigue siendo la base del Poder del Pueblo Libio.

Sin embargo, el imperio no perdona y las monarquías feudales y las elites neo-coloniales árabes no olvidan que fue y cual sigue siendo el papel de la revolución Libia en el complejo ajedrez del norte del Africa y el mundo árabe y, aprovecharon las contradicciones inter-tribales libias por la distribución del Poder y la renta petrolera, para crear una fisura en el liderazgo libio y alentar una revuelta tribal-separatista que, cada vez más, demuestra su condición antihistórica y contra-revolucionaria, al enarbolar la bandera del Rey Yidris, promoviendo la xenofobia contra los miles de trabajadores inmigrantes y, lo que es más que evidente, compensando su falta de apoyo popular con su sometimiento a la estrategia terrorista de la alianza imperialista-otanista-sionista-petrofeudal, que ha desatado una guerra de agresión contra el pueblo Libio en nombre de la “Democracia y la Libertad”, pero cuyos únicos propósitos son el controlar la riqueza petrolera y hacer desparecer del tablero mediterráneo y meso-oriental la inédita experiencia política del pueblo libio y su incontrolable e insumiso coronel Huhamar Al Gadaffi

Una consideración final. Reducir la confrontación Imperio-Nación que hoy se vive Libia, al liderazgo de un individuo, obviando el valor del proceso político de un pueblo de origen y articulación tribal, con 40 años de revolución, es y seguirá siendo, una forma muy subjetiva y parcial de estudiar los hechos de trascendencia histórica, lo cual conduce a conclusiones erróneas y, lo que es peor, a posiciones políticas equivocadas, que no favorecen la lucha de los pueblos por su soberanía, independencia nacional y Justicia Social. Es más, si aplicáramos con la Mesa de la Unidad antiDemocrática, MUD, y el gobierno de los Estados Unidos, el mismo análisis en Venezuela, miremos desde ya el gravísimo error que estaríamos cometiendo. Y de esos errores, difícilmente los pueblos salen victoriosos.


yoelpmarcano@yahoo.com


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Yoel Pérez Marcano


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