Estados Unidos vive hoy la más negra etapa en términos de respeto por las ideas discrepantes de los códigos del Establishment, basados casi siempre en prejuicios, medias verdades o mitos. La libertad de cátedra comienza a recibir el embate de los personajes y medios más reaccionarios. Recientemente se ha producido un caso verdaderamente ominoso, el de la censura impuesta a Ward Churchill, académico indígena de la Universidad de Colorado, jefe de su departamento de estudios étnicos y activista por los derechos de los indios de su país. Churchill posee una vasta obra como escritor dentro la que descuellan Agentes de la represión: la guerra secreta del FBI contra el Partido Panteras Negras y el Movimiento Indio Estadunidense y Un pequeño asunto de genocidio, holocausto y negación en las Américas: de 1492 a la actualidad. Debido a su excelencia académica y sus agudos análisis Churchill ha sido invitado a impartir decenas de conferencias en otras universidades y este año se había programado una plática suya en febrero en la Universidad de Hamilton, estado de Nueva York sobre las prisiones y los derechos de los nativos estadunidenses. El patrocinador era el proyecto Kirkland para el estudio de género, sociedad y cultura de esa universidad, dirigido por Nancy Rabinowitz. El foco de las conferencias de Churchill ha sido exponer el genocidio y la actual opresión contra los indígenas estadunidenses.
Pero esta vez una muy bien orquestada campaña propagandística exigió que se le prohibiera hablar en la Universidad de Hamilton. El ataque se centró en un ensayo escrito por Churchill después del 11 de septiembre. Se dijo que el autor comparó a las víctimas de los atentados con los nazis. Lo que argumenta Churchill en el ensayo es que los atentados no se pueden separar de la política de terror que Estados Unidos ha venido siguiendo en el mundo y enfatiza en las consecuencias del bloqueo a Irak. En un pasaje del ensayo asemeja a muchos que murieron en los atentados con los “buenos alemanes” que se mantuvieron en silencio en el periodo nazi. Argumenta que muchos de ellos “formaban parte de un cuerpo tecnocrático en el corazón del imperio financiero de Estados Unidos –la poderosa máquina de la ganancia a la cual la dimensión militar de la política estadunidense ha estado siempre sujeta- y ellos lo hacían voluntariamente y con conocimiento.”
Con el método tradicional de la caza de brujas se amplió sucesivamente el golpeteo contra Churchill tomando sus ideas fuera de contexto. Desde que se anunció su plática varios sitios web derechistas arremetieron contra el profesor. Se activó una red nacional denominada “Estudiantes por la libertad académica”, que se dedica justamente a lo contrario: hostigar a los profesores progresistas, interrumpir sus clases, grabarlos y usar a los medios más conservadores para acusarlos de su “odio a América”.
Rápidamente la cadena Fox News se sumó a la campaña contra Churchill, colocándola en la agenda nacional y luego lo hizo gran parte de la maquinaria mediática. Ya instalado el ambiente de histeria el gobernador de Nueva York George Pataki denunció públicamente a la Universidad de Hamilton y dijo que “hay una diferencia entre la libertad de hablar e invitar a un fanático que apoya el terrorismo”. Al día siguiente la universidad anunció que no se le permitiría hablar a Churchill porque la amenaza de un ataque físico lo hacía imposible. La jefa del proyecto Kirkland, Nancy Rabinowitz fue despedida. Por su parte el gobernador republicano de Colorado Bill Owen exigió a la universidad del estado que expulsara a Churchill, lo que ocurrió al día siguiente de su cargo de jefe de departamento, aunque todavía no como profesor por no haberse podido demostrar que hubiese infringido la ética, tal como exige el reglamento. Pero se abrió una investigación obviamente dirigida a ese propósito.
Churchill está invitado también a hablar el 1 de marzo en la Universidad de Winsconsin donde ya el gobernador y la legislatura asumieron la postura de exigir su prohibición. Hasta ahora la universidad mantiene la invitación y afirma que no dará marcha atrás. Tal vez, pero el dedo en la llaga lo puso Maurice Isserman, profesor de historia de la Universidad de Hamilton: “Dado el clima político prevaleciente y el poder de instituciones como Fox News para levantar la histeria colectiva, esto no parará con Ward Churchill ni parará con la Universidad de Hamilton.”