Las guerras de la actualidad
comienzan en los medios. En cada guerra, los medios del imperialismo
tratan de convencernos de que sus gobiernos están actuando bien y utilizan
para ello 5 estrategias: 1. Ocultar la verdad, que los intereses
económicos son la causa. 2. Poner a la víctima como agresor y culpable
y al agresor como el defensor de la justicia. 3. Desprestigiar a las
víctimas. 4. Monopolizar la información.
5. Ocultar la historia.
Estas estrategias se
han vuelto a aplicar contra Libia, una revuelta espontánea rápidamente
transformada en guerra civil, aprendiendo del caso Egipto,
en el cual, aún existe el peligro de que se les vaya de las
manos. Podemos decir: Nada en política cae del cielo.
1. Ocultar la verdad, que los intereses económicos son la causa. Los imperialistas siempre tienen que persuadir a la opinión de que ellos no actúan para obtener beneficios económicos, sino para eliminar una grave amenaza, será Sadam Husein, Bin Laden, el comunismo, las FARC, las drogas, o cualquier otra excusa. Dicen que sus guerras son para liberar al pueblo del tirano, o para evitar que utilice armas de destrucción masiva, para defender los derechos humanos, para evitar el bombardeo de la población, etc.. Luego de invadir y tomar el control se evidencia que mentían en forma descarada. En el recién caso de Libia, que Gadafi estaba bombardeando su pueblo, y Telesur les salió al paso con un corresponsal en el sitio desmintiendo tales bombardeos. Aquí han pretendido sembrar la matriz de que hay gente de Al Qaeda en Margarita y de campamentos de las FARC en nuestro territorio, para justificar una agresión o persecución en caliente de Colombia, para usarla como instrumento de la agresión o para en caso que la cosa se complique, luego ellos intervenir en defensa de Colombia. El caso del conflicto Libio se explica porque África es estratégica para las multinacionales porque su prosperidad se basa en el pillaje de sus recursos.
2. Poner a la víctima como agresor y culpable y al agresor como el defensor de la justicia. En cada guerra, sus adversarios han sido siempre presentados como crueles asesinos, inmorales y peligrosos, con las peores descripciones de sus atrocidades. Más tarde, muchos de esos relatos, a veces todos, se van desinflando; pero no importa, ya cumplieron su objetivo, justificarse, y manipular la emoción del público para impedirle analizar los intereses que están realmente en juego.
3.
Desprestigiar a las víctimas. En esta línea estratégica se trata
de poner al adversario como lo peor de entre los seres humanos, que
golpea las mujeres, que él o sus colaboradores están asociados al
narcotráfico, con Makled, con Marulanda, bueno con el camarada no porque
ya murió, que la familia roba, y así por el estilo.
4. Monopolizar la información. La información se muestra en una forma completamente sesgada, dando sólo a conocer un lado de la historia, claro sin decirlo, por ejemplo, la media imperial muestra un solo lado de Gadafi, el que ellos catalogan de malo, pero en absoluto muestran algún aspecto positivo, ¿Quién nos ha informado de su ayuda a los proyectos de desarrollo africano? ¿Quién nos ha dicho que Libia conoce, según las instituciones internacionales, el más alto ‘índice de desarrollo humano’ de toda África. Otro ejemplo sería cuando en 1992, 45 países africanos tratan de obtener un satélite africano y hacer caer los costos de comunicación en el continente. Telefonear desde o hacia África tenía la tarifa más alta del mundo ya que había un impuesto de 500 millones de dólares que Europa cobraba al año sobre las conversaciones telefónicas, incluso al interior del mismo país, por el tránsito de voz por los satélites europeos.
El satélite africano
costaba justamente 400 millones de dólares pagables de una vez y no
los 500 millones de alquiler al año. Pero ¿cómo puede el esclavo
liberarse de la explotación servil de su amo solicitándole su ayuda
para lograrlo? Así estuvieron el Banco Mundial, el FMI, EE UU, la Unión
Europea enredando inútilmente a estos países durante catorce años.
Entonces Gadafi puso encima de la mesa 300 millones de dólares, el
Banco Africano de Desarrollo, 50, el Banco Oeste-Africano de Desarrollo,
27; y así es como África, desde el 27 de diciembre de 2007, tiene
su primer satélite de comunicación de su historia. Vemos cómo un
simple gesto de unos 300 millones, puede cambiar la vida de todo un
continente. La Libia de Gadafi hizo perder a Occidente, no sólo los
500 millones de dólares al año, sino los miles de millones de dólares
en deuda e intereses que esta misma deuda permite generar hasta el infinito
y a escala exponencial, contribuyendo así a mantener oculto el sistema
de expolio de África. Esto seguro es parte de lo que Europa le cobra
ahora a Gadafi.
También hay muchos indicios de desinformación, por ejemplo, los “seis mil muertos supuestamente víctimas de los bombardeos de Gadafi sobre la población civil”. ¿Dónde estaban las imágenes? ¿No había ninguna cámara, ningún teléfono móvil allí, como los hubo en Gaza, en la plaza Tahrir, o en Túnez?. Es como lo que pasa ahora con el asesinato de Osama, dónde están los videos y las fotos que mostraban como cuando asesinaron al Ché o a Hussein. Ahora ninguna prueba, ningún testimonio fiable, bien rara la cosa. Esto en parte fue desmentido por Telesur, por los satélites rusos, pero no hubo retractación.
En una guerra civil
una información parcial siempre intentará hacernos creer que las atrocidades
se cometen de solo un lado y por tanto hay que apoyar al otro. Pero
siempre es una información sesgada por los intereses político- económicos.
5. Ocultar la historia. Esta línea de desinformación es complementaria de las anteriores, todas actuantes en modo sinérgico. Para ejemplificarla basta un ejemplo, el caso de la invasión a Kuwait, donde en todo momento se ocultó el hecho histórico de que el territorio Kuwaiti fue parte del territorio Iraquí, y que le fue desmembrado por las potencias imperiales por sus grandes yacimientos petroleros. La historia de cruel explotación de los recursos naturales y del esclavismo, de los países colonizados nunca será contada en los medios imperiales.