En la misma medida en que la revolución venezolana ha venido consolidándose, el discurso del presidente Chávez, con relación a la ubicación ideológica y filosófica de la misma, se ubica más claramente en los predios del socialismo.
En las primeras de cambio el discurso del Comandante planteó la lucha contra el neoliberalismo salvaje y el imperialismo, en términos de supervivencia para nuestros pueblos. El pensamiento y la acción revolucionaria surgieron a partir de las grandes líneas maestras legadas en las ideas eternas de Bolívar, Zamora y el maestro de maestros, Simón Rodríguez.
A la luz de los hechos, la estrategia no puede ser sino calificada de magistral. El haber intentado profundizar en ese momento hubiese sido un error muy costoso. Después de más de veinte años de alienación permanente y de un “agringamiento” indecente; intentar pasar por alto las necesarias etapas de organización popular, creación de la masa crítica y elevación del nivel de conciencia y de participación ciudadana hubiera dado al traste con la incipiente, y aún débil, revolución bolivariana.
La estrategia permitió obtener victorias tempranas, que no por ello pequeñas. La constitución vigente y las leyes habilitantes fueron el parto más importante de esta etapa del crecimiento ideológico y político del pueblo venezolano.
El deslinde ya no del capitalismo salvaje, sino del capitalismo como sistema político fundamentado en la explotación de los hombres y el abrazo al concepto de integración latinoamericana, marcan la segunda etapa dentro del crecimiento político - ideológico del proyecto bolivariano.
En esta etapa, ya Chávez comienza a indicar el camino que hacia el socialismo habrá de tomar la revolución venezolana; pero antes habrá que resolver gigantescas contradicciones.
La propiedad privada como derecho que garantiza la constitución y que claro estamos no puede estar por encima de los intereses del colectivo, no puede ser vista ni tratada de la misma forma que lo hizo el socialismo clásico. El Presidente está claro en que la realidad del orbe impone una convivencia con la economía de mercado, pero que ello no puede limitar los poderes controladores y reguladores de un Estado con una clara orientación social.
El socialismo es la vía, ha expresado el Comandante en sus últimas intervenciones, ha pesar de que aún la inmensa mayoría de quienes le siguen estamos “digiriendo” la confrontación que nos hemos planteado con el capitalismo y muy especialmente con el imperialismo como fase superior de este.
De prematuro calificarán algunos lo expresado; como inconveniente definirán la acción, aquellos a los que la palabra socialismo les produce urticaria; y de riesgoso lo harán los que prefieren vivir bien con Dios y con el diablo.
Lo cierto es que el Presidente ha abierto el debate y de la frase “hay que trascender el capitalismo” se ha movido, en lo que bien pudiéramos definir como la tercera etapa, a “tenemos que inventar el nuevo socialismo del siglo XXI”.
Es entonces el momento de iniciar el debate de las ideas, que es el verdadero significado de la revolución dentro de la revolución. Ya no pueden ser los procesos electorales los que marquen la pauta, necesario es profundizar el debate sobre el tipo de sociedad en la que queremos vivir.
El pueblo organizado en cooperativas altamente productivas y tecnológicamente actualizadas es la garantía de que la explotación de los hombres vaya perdiendo terreno dentro de un sistema social cada vez más injusto, pero con el cual debemos compartir espacios por un largo periodo.
El fin de la comercialización con la educación y la salud; por la vía de garantizar niveles de calidad iguales o superiores en la administración pública, nos moverá hacia la justicia social que del socialismo del siglo XXI esperamos. La tierra en manos de quienes la trabajan, la desaparición del latifundio y la independencia agroalimentaria sino es socialismo puro, es por lo menos la forma como lo queremos.
Que las empresas multinacionales y las nacionales son una realidad que atentan contra el socialismo, es una afirmación que evidencia el error de querer seguir viendo el socialismo del siglo XXI, con los espejuelos que vimos la experiencia cubana y el socialismo europeo durante el siglo pasado.
Conveniente es que entendamos que la expresión “tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario” no es simplemente una consigna, es el camino que nos permitirá convivir con un capitalismo, que no por injusto desaparecerá por simplemente desearlo.
Inventamos o erramos, pero la vía después de doscientos años de injusticia, hambre, explotación y miseria no puede seguir siendo el capitalismo, y el Presidente ha lanzado la primera piedra.
Alexis Arellano