Palestina bien vale u TLC

Por mucho que la Cancillería colombiana se empeñe en tratar de justificar el cuestionado voto de su país en contra de la admisión del Estado Palestino como miembro pleno de la Organización de Naciones Unidas, en la necesidad de negociaciones entre ambas partes, desconociendo la colonización sionista de la mayoría del territorio asignado al Estado Palestino por la ONU en la Resolución 181 de 1.947; es evidente que la causa inexplicada de tan anti-histórica posición esta directamente relacionada con la presión que el looby sionista en el Congreso de los Estados Unidos hizo para negociar tal posición, ofreciendo a cambio el reinicio del proceso de aprobación del Tratado de Libre Comercio, TLC, que durante seis años se ha mantenido congelado en ese parlamento.

No puede sorprender entonces, que una decisión que tenía una oposición mayoritaria de senadores y representantes demócratas y republicanos, sin que se modificaran esencialmente las razones que justificaron esa posición, haya sido aprobada, “fast track”, por una Comisión del Congreso norteamericano, lo que evidencia que tal instrumento neo-colonial será ratificada por el pleno de las Cámaras de Representantes y la Cámara de Senadores, incorporando a la República de Colombia al conjunto de países que se subordinan, aún más, sus economías, a los dictadores económicos y financieros de los Estados Unidos y renuncia, al desarrollo de un proyecto nacional autónomo e integracionista con América Latina y el Caribe y abierto a la economía mundial.

Cierto es que durante el largo proceso de debate sobre el TLC colombo-usamericano, el Congreso de los Estados Unidos de América se vio interpelado por diversas organizaciones nacionales y extranjeras, especialmente colombianas, quienes denuncian que la firma de ese TLC, en las condiciones en que fueron presentadas por ambos gobiernos, no eran garantía de protección de los derechos humanos en Colombia y, en especial, de la defensa de la dirigencia sindical y sus organizaciones, diezmadas por la acción del Estados y sus aliados del paramilitarismo, con el apoyo financiero de algunas empresas transnacionales del carbón, el banano y la producción de gaseosas, aunque las razones fundamentales de tal posición congresional, era el impacto que ese tratado tendría en el mantenimiento de puestos de trabajo en los Estados Unidos de América, en momento en que arreciaban los problemas recesivos de su economía.

Bastó que la República de Colombia ingresara al Consejo de Seguridad como Miembro No Permanente y el debate sobre el ingreso del Estado Palestino a la ONU fuese incorporado a su agenda anual, para que el lobby sionista usamericano moviera todas sus financiadas piezas dentro del Congreso, para conseguir, casi por “arte de magia”, que el moribundo Tratado de “Libre” Comercio, entre Colombia y los Estados Unidos de America, iniciara su rápido recorrido hacia su aprobación definitiva, creando las condiciones para que muchas inversiones de capital, generadoras de empleos en los Estados Unidos, pudieran “fugarse” a Colombia, en momentos en que la tasa de desempleo usamericano alcanza ya una cifra histórica cercana al 12%.

El sostenido apoyo de la República de Colombia a los Estados Unidos de Norteamérica en los debates del Consejo de Seguridad y en las votaciones de la Asamblea General sobre el tema de Palestina, Libia y Siria y otros importantes asuntos de la agenda de ambos organismos, no pueden ser considerado como un cuestión meramente bilateral y solo enmarcada dentro del ejercicio de la soberanía del Estado Colombiano, por cuanto su elección fue del consenso – forzado por demás – del Grupo Latinoamericano y del Caribe en la ONU, cuyos integrantes, mayoritariamente se han pronunciado en favor del reconocimiento del Estado Palestino por lo que, quien fue electo por la voluntad de los Estados Miembros del GRULAC, debería considerar tales opiniones a la hora de pronunciarse y, especialmente votar, sobre los temas controvertidos de la agenda de la Naciones Unidas. Una actitud distinta es sinónimo de inconsecuencia y deslealtad.

Yoel Pérez Marcano
yoelpmarcano@yahoo.com


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