Se me ocurre pensar que nuestros libertadores nos vigilan contentos. Lejos de aislarnos y consumirnos en el egoismo y en el esfuerzo particular nos damos la mano, nos abrazamos y miramos hacia el futuro. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños –CELAC-, comienza en este diciembre de 2011 a dar firmes pasos hacia el logro de ese sueño de nuestro Libertador de construir una Latinoamérica unida, en combate con el lastre heredado después de más cinco siglos de colonización y su secuela que se traduce en pillaje, humillación y explotación de todo tipo.
Estamos conscientes que el camino no será fácil. Será espinoso y con altibajos. Estará lleno de obstáculos y muchas piedras que el enemigo común, se empeñará en poner para obstaculizarlo, También se empeñará en descalificar y desconocer nuestros logros. En fin, su empeño será el de siempre. Ponernos e pelear entre sí, propiciar conflictos internos e invocar la intervención militar para “poner orden”. Tal como lo han hecho en Libia y lo hacen en Siria. Tal como lo han intentado recientemente en Honduras, Bolivia, Ecuador y Venezuela para borrar de un plumazo sueños, esperanzas y evidentes logros sociales, económicos y políticos.
Hay que destacar que la iniciativa de creación de la CELAC no es una casualidad. Hay un marco político en esta América que lo hace posible y es precisamente la presencia mayoritaria de gobiernos de signos progresistas. Casi todos con una problemática económica y social común, independientemente de los niveles de avance y logros de cada quien. Casi todos, también, dotados de una envidiable diversidad natural que nos convierte en región rica en variada y cuantiosa materia prima que debe ser racionalmente utilizada para beneficio de sus habitantes.
Como expresión de unidad, integración o coincidencia de los países latinoamericanos y caribeños en la búsqueda del bienestar común, creo que la dirigencia política mundial mira con atención e interés hacia nosotros. Nadie puede dudar que la creación da la CELAC es un acontecimiento histórico y ejemplo claro de los nuevos tiempos que vive América Latina y el Caribe. Ya no es el sueño de nuestro Libertador Simón Bolívar. Es la realidad del siglo XXI, labrada en preciosa madera con el cincel de la Revolución Bolivariana y con el liderazgo del Presidente Hugo Chávez.
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