El nacimiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), con la Declaración de Caracas, es una clara señala contra las pretensiones hegemónicas de las potencias imperiales, de Europa y Estados Unidos, que quieren revivir el pasado a través de la ocupación de territorios, que en aquella oportunidad, en el caso de América Latina y el Caribe, solaparon la invasión, la expansión, el saqueo y el genocidio con los términos descubrimiento y civilización, que ahora sustituyen por libertad, democracia y protección a los civiles de los países supuestamente bajo dictaduras desde la óptica imperial.
Siempre hemos creído y así lo hemos escrito en diversas oportunidades, que el gran bloque mundial, contra los abusos del occidente blanco, tiene que surgir de la unión de los diversos pueblos sojuzgados y pisoteados, por la llamada “raza superior”. La puesta en el escenario internacional de un nueva organización con nueva visión del mundo y abogando por la pluripolaridad, nos da una idea de lo que esto representa para la modificación de la arquitectura económica y política mundial.
La CELAC, no es una mera integración para negocios, sino una integración holística, donde se fortalece el sincretismo que desde diversos ángulos representan los pueblos latinoamericanos y caribeños. Esto es la integración multiétnica, cultural, religiosa, económica, comercial y militar, más importante que se da en este siglo y pudiéramos decir sin temor a equivocarnos, que en el continente es única, despúes del intento de El Libertador Simón Bolívar, en 1826, cuando convocó el Congreso Anfitiónico de Panamá, porque ya avizoraba la amenaza que representaba el coloso del norte para los países que recien emergían tras liberarse del yugo español. Cabe destacar que nacimos muy debilitados, porque precisamente la marca de la dominación, con la destrucción de nuestras raíces nos dejó como herencia la división en pequeñas entidades, que luego fueron fácilmente sometidas por las transnacionales, espécialmente las bananeras que se apoderaron de Centroamérica.
La unión de 33 países decididos a preservar su dignidad y soberanía, con una población de 540 millones de almas, sobre un territorio de 20 millones de kilómetros cuadrados, con las reservas energéticas más grandes del mundo, reservas hídricas y sociadiversidad más importantes del universo, con mares que son fuentes de riquezas diversas, con el parto en proceso de una moneda (El Sucre) única con amplio respaldo en oro, recursos mineros, madereros, con un despertar ideológico y tecnológico, que preocupa a quienes le consideraban su patio trasero es como para ponerse a pensar.
A esto tenemos que agregar el mensaje de adhesión a la iniciativa del gigante asiático, la China, más las expectativas que ha generado allende los mares este movimiento, que seguramente va a provocar una reacción en cadena a lo interno de los diversos organismos existentes en África y Asia, que se han dejado confundir con las acciones de las agencias criminales imperiales, que han estado muy activas en este año 2011, provocando ingobernabilidad en diferentes países.
Cuando volvemos la mirada a nuestro continente, encontramos, que la CELAC, es la concreción de los esfuerzos de la CALC, Cumbre de América Latina y el Caribe sobre integración y desarrollo, reunida en 2008, en Salvador de Bahía, Brasil y el Mecanismo Permanente de Consulta y Concertación Política, Grupo de Río, Alba, Unasur y Caricom. Tenemos entonces que bajo los principios de respeto a la autodeterminacioón de los pueblos, a la soberanía y la integridad territorial, con las insoslayable diferencias existentes, con dos lenguas predominantes y con la diversidad cultural, los pueblos hicieron de estos instrumentos, una herramienta de avanzada para desembocar en el Gran Polo Integral, que con la cooperacción Sur – Sur, que nos recuerda la sentencia del poeta y luchador social,Mario Benedetti, con su poema “El Sur también existe,” impulsará cambios inexorables en la arquitectura económica, política y militar del mundo, puesto que al proclamar esta parte del globo, como zona de paz y tolerancia, libre del virus de la guerra y con la defensa de los Derechos Humanos, como punta de lanza, este nuevo mecanismo le está diciendo al mundo, que la guerra no es la herramienta para solucionar la estructural debacle mundial, producto de estafa gigantesca que ha propiciado el predominio del dolar como moneda mundial y la banca internacional, como elemento de poder en los gobiernos del mundo capitalista.
El despertar de los pueblos del llamado tercer mundo, que buscan sus raíces como arma de fortaleza en el avance liberador, a través de los diferentes mecanismos de unidad que van surgiendo en este histórico proceso, estremece las bases del venido a menos capitalismo mundial, que se está devorando así mismo y cavando su propia fosa, en la medida que oprime a los pueblos con las recetas Merkel y del FMI.
La situación no es nada fácil y de manera especial para la gran potencia gobernada por el Complejo militar, industrial, financiero y comunicacional, donde el movimiento de los indignados aunque tímidamente con su consigna de tomemos Walt Stree, está encendiendo la mecha, en un país que es un archipiélago de naciones, silenciadas por la fuerza y la discriminación impuesta a sangre y fuego, que al explotar será un volcán en erupción que nadie detendrá, pese a la represión racista, por eso decimos que el fin de la hegemonía imperial se acerca.
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