Peña seguirá lamiéndole las botas al gobierno de Estados Unidos, igual que desde Salinas a Calderón

1. Emilio Lozoya -hijo de quien fuera alto funcionario salinista- probable secretario de Relaciones o embajador en EEUU, acaba de declarar a la revista Proceso: “No nos interesa si el apellido del capital es estadounidense, brasileño, chino o noruego, siempre y cuando se comporten como agentes económicos responsables. Con la apertura del sector energético a la inversión extranjera Peña Nieto buscará la modernización de PEMEX, lo que incluye creación de empleo. Si las empresas petroleras de infraestructura de gas de los EEUU invierten en México van a generar empleos en ambos lados de la frontera”. Recordar: hace 40 años nuestra dependencia fue del 60 a 70 por ciento, hoy es del 90 y ni siquiera nos damos cuenta. ¿Es México es un estado más de los yanquis?

2. ¿Puede olvidarse que el dictador Porfirio Díaz decía a principios del siglo XX que había que alentar la inversión de capitales europeos para que EEUU no nos termine de engullir? Y parece ser que eso han hecho los gobiernos yanquis con México y parte de América Latina: los ha atrapado entre sus redes de saqueos y endeudamiento y sólo le falta deglutirlos. El joven Lozoya sabe hasta qué grado los EEUU nos tienen arrinconado y con las manos apretándonos el cuello con una gigantesca deuda, millones de trabajadores migrantes, el control de nuestro mercado, el intercambio de armas por droga, además de decenas de miles de agentes de la CIA, FBI y DEA metidos en toda la estructura de control; pero dado que es el “pensamiento de Peña Nieto” hay que llevarlo adelante.

3. Al júnior Lozoya, flamante asesor de Peña Nieto, no le interesa de qué país llegarán los capitales extranjeros que saquearán las riquezas mexicanas, le basta con que vengan porque –según él-  “crearán riquezas y empleos” aunque estos –como las famosas maquiladoras- superexploten a los trabajadores mexicanos, no les den derechos y seguridad y sufran la falta de organización sindical para defenderse. Pero tampoco le interesa a Lozoya-Peña que el solo hecho de la entrega de nuestro petróleo y nuestra electricidad significa que nuestras últimas riquezas, que de acuerdo a la Constitución Política significan la identidad nacionalista, sea vendida al mejor postor. Pero ello no interesa a los ignorantes de nuestra historia.

4. ¿Cómo mover a Peña si tiene comprometido hasta los calzones? La entrega del petróleo y el gas, de la electricidad, así como el total apoyo a Televisa, es un enorme compromiso que no puede venirse abajo con protestas muy pacifistas como las conocemos; pero si paralizamos la ciudad de México (bloqueando carreteras) y dos a tres ciudades más, en menos de una semana se invalidará la elección. Hasta los panistas podrían participar si dos o tres gobernadores del PAN sienten que fueron defraudados. Quizá la toma del Zócalo sea indispensable, pero sólo para coordinar acciones; nunca para permanecer encerrados e inmovilizados en él, aunque todas las tardes –como en 2006- tenga que dar su mensaje López Obrador.

5. Un gobierno de Peña –si logra imponerse como hasta ahora- sería mucho más que los gobiernos de Fox y Calderón, la continuidad directa del salinismo y el zedillismo con los mismos programas e incluso con muchos de los viejos funcionarios. El PRI seguirá la misma dirección de los dos gobiernos panistas anteriores, pero será más apegado a las viejas normas de control.  Peña, como lo hizo Calderón, buscaría arreglarse con un sector del narcotráfico mientras se enfrenta a otros grupos. Seguirá permitiendo el tráfico de armas de los EEUU hacia México porque es uno de los grandes negocios que se hace a través de la frontera, además de permitir el lavado de dinero. Una vez implantado sería muy difícil frenar ese sistema de relaciones que llevan ya muchas décadas.

6. Por ello la batalla del Movimiento Progresista encabezado por López Obrador –aunque no se haya declarado antiimperialista- es muy importante en este momento porque reivindica la defensa de los recursos de los mexicanos representado por sus riquezas básicas, el petróleo y la electricidad; pero también porque se opone a la aprobación de las llamadas “reformas estructurales” que quieren imponer la reforma a la Ley del Trabajo para eliminar la contratación colectiva, imponer el trabajo temporal por horas y eliminar los derechos conquistados; así como aprobar un reforma fiscal que beneficie a los empresarios más poderosos. La realidad es que el gobierno yanqui seguirá actuando en México como lo ha hecho con los gobiernos panistas, absolutamente libre y sin límite.

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Pedro Echeverría V


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