Atrapamos al que mide el viento, el que dispara entró a Venezuela. El magnicidio está en marcha.
En el ejercicio de mi oficio como conspiranoico, debo hablar tan claro como acostumbro: el mercenario que atrapó el gobierno de Venezuela entrando por Cúcuta, era un francotirador. Nunca hay un francotirador, siempre son dos: el que mide el viento y escoge el sitio y el momento de matar y el otro que simplemente dispara.
Atrapamos al que mide el viento, el que dispara entró a Venezuela. El magnicidio está en marcha. Aunque aparezca su esposa diciendo que es un pobre narcotraficante de poca monta evadido de la cárcel de La Ceja, llamado Eduardo Acosta. Si el señor Acosta estaba huyendo de prisión: ¿Cómo tiene un pasaporte con tantas marcas de países donde el imperio a contratado sicarios francotiradores?
Estudiando las teorías de magnicidios y de francotiradores, entendí muy bien esta situación que mediáticamente anunció al país que atrapamos a un mercenario que venía con un pasaporte lleno de sellos migratorios por países donde el imperio a realizado golpes de estado, un mariner creo que dominicano a quien se mantiene detenido. Se me prenden mis alarmas terroristas y comienzo a ficcionar: este que atrapamos es el que mide el viento, el otro ya esta dentro, el que dispara esta esperando el relevo que designe el mismo imperio, estamos en riesgo de que Hugo Rafael Chávez sea asesinado por él este próximo 8 de Octubre.
¿Medir el viento? Pregunté a quien vino a pedirme que escribiera este tema. ¡Sí! Nunca hay “un francotirador” hay dos: uno dispara, pero el otro es el que monta la operación. Uno entrenado para acertar tan delicada operación como es no fallar un disparo a mil metros de distancia, reservado y silencioso, militar frustrado convertido en sicario y el otro que hace el trabajo de campo: escoger el lugar desde donde se dispara, el momento en que se dispara y la medición de estos detalles que desconocía: el viento que sopla que puede desviar la bala mercenaria, el momento de dispara entre los dos latidos del francotirador como para que ni su corazón distraiga la intención asesina que les están pagando. Ese que atrapamos es el el medidor del viento y el que llamaría por su celular al otro, al que disparará a Chávez para decirle el momento de hacerlo. Gente de la mossad, o de Uribe Vélez y sus paramilitares, seguramente.
Le dispararán probablemente una vez que sea imposible llamar a un golpe de estado por fraude, un día después de los resultados, quizá cuando salga a plaza pública a celebrar con el pueblo.
Ese soldado gringo, el mariner que atrapamos entrando a Venezuela era el segundo francotirador, el venía a medir el viento, a escoger la azotea del edificio en el centro de Caracas desde donde su par debería dispara, a entrenar a los distractores, a crear la estrategia del magnicidio contra nuestro comandante Chávez. Lo atrapamos, pero ¿y donde está el otro? El ya está en Venezuela, quizá esperando que el pentágono designe al nuevo medidor de vientos.
Matar a Chávez es la solución inequívoca para quienes nunca podrán someterlo ni política ni electoralmente. Esta escrito con negritas en el guión perverso de los fascistas y el que dispara debe estar durmiendo placidamente en cualquier hotel del centro de la ciudad esperando que le asignen al que dirija la operación, sobran a pesar de lo exquisito del trabajo encomendado. Trataron de hacerlo con Fidel y nunca lo asesinaron. Hay que encender las alertas entonces, a Chávez tampoco podrán matarlo.
Estamos en una posición débil porque el asesino duerme en Caracas y no sabemos quien es ni donde está, pero ya entró a Venezuela. Chávez debe ser protegido. Dicen que no podrán matarlo y que caerá un guardaespaldas. Chávez iracundo declarará estado de sitio un día después de la victoria. ¡Que vaina!
Es mi deber seguir alertando situaciones de riesgo, es mi deber proteger a mi comandante, es mi deber y lo cumplo así se me acuse de paranoico. Ya mis alertas sobre las intenciones de la oposición de declarar el fraude tres horas antes llegaron a la boca de Chávez, eso me hace saber que tiene sentido mi trabajo. Prevenir y alertar. Imaginar y suponer, inventar escenarios insólitos y denunciarlos es deber de todas y todos.
Aquí no se pierde esta revolución y menos por pendejos. Así que aquí dejo escrita esta profecía maldita que debemos detener. Aquí mi alerta para salvar a nuestro líder. Que nos cuidemos hasta después de la gran victoria que obtendremos. Ya no podrán ni siquiera intentar un golpe cuando su propia gente se sabe derrotada, solo les quedará el magnicidio y eso menos que nada podrá ocurrir.
Adelante comandante. Viviremos y venceremos, a vencer, a vencer, a vencer!!!!!