Nada fácil resulta aceptar, aún hoy, la existencia de reyes y reinas. Ellos y ellas -como nosotros- nacieron con las nalgas al aire dejando en claro que a despecho de ciertos prejuicios raciales somos iguales desde el parto mismo. Suponemos que Juan Carlos de Borbón también vino al mundo en similares condiciones aunque por nada del mundo podamos llamarle pana Juancho, sino Su Excelencia de España, nada más y nada menos.
Pues resulta que este hombre (perdón, Su Excelencia) nacido en 1938 no sólo sabe matar inocentes elefantes como hizo en África hace meses, sino que los 74 años de vida parecen haberle asignado la puntería suficiente para reconocer ¡por fin! que en materia de justicia social el Nuevo Mundo le lleva una morena a los antiguos conquistadores de Castilla.
El viernes, su majestad de los tiempos modernos inauguró la Cumbre Iberoamericana con sede en su nación. Según el diario español El País, cuando se refirió a nuestras tierras le pidió auxilio y lo hizo casi que a manera de súplica. Lo realmente resaltante de dicha solicitud fueron los términos usados por el rey. Dijo que Iberoamérica está en alza, palabrita empleada por los capitalistas cuando las cosas están buenas; también señaló que el continente (el nuestro) crece; que "se reducen los índices de pobreza" y, así como para rematar, que en esta tierra de gracia hay mayor cohesión social.
Todo eso es verdad y lo sabemos desde hace unos cuantos años, pero tales declaraciones son noticia porque es el monarca Juan Carlos y no Chávez, Evo, Correa o Daniel quienes las ofrecieron. "Si lo dice Juanca es verdad" provoca concluir, parafraseando un desaparecido eslogan que a mediados de los años 90 tuvo Radio Rumbos. Así las cosas, uno se pregunta: ¿qué hará ahora la oposición? O mejor dicho ¿qué dirá? No es ningún pataruco en guayuco quien reconoce el crecimiento de nuestro pueblo en dimensión continental. ¿Señalarán que el rey se metió a chavista? Si es así ¡qué viva el rey!, y a sus voceros preguntamos: ¿por qué no se callan?
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